El bizantino acceso a la Universidad

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(Publicado el 20 de Julio de 2017 en el Diario Información)

Eva es una de las jóvenes que tras finalizar sus estudios de bachillerato y superar las pruebas de acceso a la Universidad, solicitó su ingreso a una de las titulaciones. A pesar de su nota, quedó en la lista de espera y deberá matricularse, al menos temporalmente, en otra Universidad. Al igual que Eva, muchos estudiantes deberán esperar las posibles renuncias de otros para finalmente poder cursar los estudios deseados. Pero todo este proceso dista mucho de ser ágil.

Es curioso que, aunque cada uno de los estudiantes considera como una posible alternativa cualquiera de las universidades españolas, realmente cada una de ellas se encuentra dentro de su propio sistema de acceso y matriculación. Esto implica entre otras cosas, que si un estudiante, dentro de sus preferencias de estudios a cursar, estos corresponden a universidades de diferentes comunidades autónomas, deberá hacer inscripciones independientes en cada una de ellas.  Esto en sí no es un problema, ya que los avances tecnológicos han permitido que esta tarea pueda realizarla tranquilamente desde casa a través de internet. Aunque en ocasiones, el interés por hacer desplazar al estudiante a la Universidad es un hábito que siguen algunas secretarías de centros, con las pertinentes molestias que ocasiona.

Pero este modelo de matriculación puede provocar daños colaterales, y es que, en muchas ocasiones, un estudiante es admitido en dos, tres o diecisiete universidades diferentes (una por cada comunidad autónoma que haya podido solicitar). Cuando un alumno es admitido en más de una universidad está provocando un puesto más en la lista de espera en cada una de ellas. En algunas titulaciones de alta demanda, como por ejemplo medicina, esto provoca unas disfunciones importantes.  Además, los movimientos en las listas de espera provocan curiosos efectos dominó que afectan a varios estudiantes en diferentes estudios y que en ocasiones no se pueden resolver de forma rápida. El problema se puede agravar si el estudiante no comunica con la suficiente rapidez que desestima una de las plazas. De esta forma, en octubre, con el curso ya iniciado, se siguen procediendo matriculaciones y movimientos en las listas de espera. Así, un estudiante matriculado en unos estudios, pero en la lista de espera de otros, una vez iniciado duda sobre a  qué clases debe acudir.

Sería relativamente sencillo, que las comunidades autónomas se pusieran de acuerdo en definir un modelo único de acceso a la universidad, donde cada estudiante debería solicitar ordenadamente por preferencia, los estudios que desea cursar. Esto implicaría que un porcentaje significativamente mayor de estudiantes conocerían en primera instancia la titulación que van a poder cursar y les facilitaría enormemente toda la intendencia a realizar, tal como búsqueda de residencia y otras tareas. Parece un tema menor, pero afecta a bastantes estudiantes que ahora mismo habrán pagado una reserva en una plaza de una residencia universitaria o piso en el que finalmente no van utilizar. O también, los casos de alumnos matriculados en universidades privadas a la espera que la pública resuelva sus listas de espera.

Además, es curioso, pero la primera experiencia del estudiante con su etapa universitaria, es el ingreso y posterior matrícula. Algunas universidades no dan demasiada importancia a un proceso que es vital para su financiación y que bien realizado puede favorecer la creación de vínculos entre el estudiante y la universidad. No hay nada mejor como empezar bien una relación.

 

Como dicen algunos, estas disfunciones no son las más importantes en el ámbito universitario, pero tampoco son las de más difícil solución. Me recuerda a los debates de filósofos, teólogos y hasta el vulgo en general acerca el sexo de los ángeles, que, según la leyenda, tuvieron lugar en Bizancio mientras esta ciudad era sitiada por los turcos. Nada más llamativo que dedicar tu tiempo a tratar de encontrar respuesta a los grandes enigmas de la humanidad mientras los turcos afilaban sus cuchillos para conquistar tu ciudad, en vez de tratar de definir estrategias para impedirlo.

Es curioso que a veces es fácil ponerse de acuerdo en contra de algo, como ocurrió con las políticas del exministro Wert, pero lo imposible que puede ser unificar una forma de ingreso y evitar estos pequeños grandes problemas. Sí, muchos dirigentes piensan que es mejor hablar del sexo de los ángeles que construir juntos un muro protector más alto.

Marzà contra Blas de Lezo

vernon marza

Conocí la heroica gesta de Blas de Lezo hace ya algunos años en una visita a Cartagena de Indias. Me irritó profundamente no haberla conocido antes y que en los años de historia en el Instituto nos ocupáramos más de las dolorosas derrotas como las de Trafalgar (o la de Almansa que parece el mantra de los independentistas) que de las gloriosas victorias.  Se dice que, si el almirante español Blas de Lezo no hubiese derrotado a su homónimo inglés Edward Vernon, es muy probable que el imperio español en Sudamérica se hubiese desmoronado, y ahora allí se hablaría inglés y no español. Curiosamente todo apuntaba a lo contrario, los españoles contaban con tan solo 6 barcos y 4.000 soldados para hacer frente a la armada inglesa con 186 barcos y 20.000 soldados.

Ignoro si el riesgo del español o castellano en la Comunidad Valenciana en la actualidad es similar al que tenía Sudamérica en los tiempos de Blas de Lezo. Pero  lo que parece evidente es que el gobierno valenciano, al frente de Socialistas y Compromís, había iniciado con su decreto de plurilingüismo una hoja de ruta similar a la que se siguió en Cataluña. Todos sabemos como acabó aquella y cuál es la situación actual, con organizaciones de referéndums ilegales, amenazas a funcionarios, intentos infructuosos de compra de urnas y una serie de historias más propias de una comedia de televisión que de un gobierno democrático del siglo XXI.

Al igual que Vernon en su desembarco en Cartagena, todo parecía salir a Marzà según su plan. Con cierta oposición en los colegios, con alguna manifestación, que incluso parecía reforzarle a él cara al ala dura de su partido, pero su plan seguía adelante.

Marzá podría haber diseñado un modelo consensuado a medio y largo plazo. Él debería ser el primero en saber que un modelo educativo no es de un Conseller, sino de tres o cuatro que lo van aplicando a lo largo de muchos años. Sería deseable un modelo educativo con un tronco amplio estable, al que cada Conseller podría aplicar sus pequeños detalles que lo adecuaran a cada necesidad de nuestra sociedad. Por supuesto siempre consensuando con expertos, profesores y asociaciones de padres. En vez de eso, Marzà prefirió diseñar e imponer su propio modelo. Curiosamente, podría haber diseñado una propuesta con una inmersión uniforme del valenciano en todos los ámbitos. Pero en vez de eso, decidió diseñar un modelo absurdo, en el que, con el caramelo del aprendizaje en inglés, discriminó a los estudiantes que preferían más castellano. El modelo de Marzá dotaba de menos medios a sus colegios y les limitaba, al otorgarles inferiores acreditaciones en lengua inglesa, con respecto a los que elegían mayores niveles en valenciano.

Cuando fue recurrido el decreto, los jueces no entraron a valorar alguna de las medidas, que yo considero de poco probable cumplimiento dados los medios existentes, pero no obviaron el tema sangrante de la discriminación de unos estudiantes con respecto a otros. El decreto de plurilingüismo fue paralizado en las instancias judiciales correspondientes, de similar forma que los ataques de Vernon fueron repelidos en el castillo de San Felipe por unas ya menguadas tropas españolas.

Marzá y Vernon se habían metido en un buen lío, pues mientras Marzà había autorizado la matriculación de estudiantes con su modelo, Vernon estaba tan seguro de su victoria que ya la había comunicado por carta al parlamento británico antes de que se produjese.  De hecho, se acuñaron una serie de monedas conmemorativas de la victoria, incluso alguna de ellas mostraba a Blas de Lezo arrodillado frente a Vernon. Por ello, inició un desesperado ataque suicida que le costó la vida a muchísimos de sus soldados. Marzà, en la misma línea, parece hacer caso omiso de las resoluciones judiciales y trata de imponer su decreto, aunque todo ello pueda dejar en una situación muy complicada a los estudiantes valencianos que inician estudios. Además puede suponer una gran cantidad de demandas de los padres que les adjudiquen una plaza en el modelo plurilingüe que no han elegido para sus hijos.

Vernon, tuvo que retirarse con la mayor derrota de la armada británica a sus espaldas. El Parlamento prohibió cualquier referencia a la derrota, de hecho, hoy en día, para la Royal Navy la batalla de Cartagena no dejó de ser una escaramuza, y Vernon ha sido olvidado.

Es posible que el olvido sea el destino de Marzà, ya que parece haberse convertido en uno de las mayores rémoras para el objetivo del bipartito Compromis-Socialistas de repetir mandato. Miren como es el decreto, que incluso hasta el portavoz del Bloc ha dimitido por su desacuerdo con él. Lo único que les queda a Mónica Oltra y compañía es hacer como solían hacer los británicos, borrar los tropiezos y novelar los éxitos. En dos años les veo diciendo “decreto de plurilingüismo, ¿qué decreto?