Sun Tzu, Barceló y el Covid-19

La primera vez que oí hablar del general chino  Sun Tzu fue en un videojuego. Era un juego de estrategia muy simple, donde manejabas soldados con diferentes habilidades por escenarios variados con el claro objetivo de derrotar al adversario. Realmente,  no está claro si Sun Tzu es una figura histórica real, pero el libro del que se indica su autoría, “el arte de la guerra”, es uno de los más famosos tratados sobre la táctica y estrategia militar.

Aunque es un libro militar, sus enseñanzas han sido trasladadas a otros campos donde se podían aplicar sus enseñanzas, tales  como la economía, la inversión financiera, la gestión de equipos y un largo etcétera.  Pero probablemente no ha estado en ninguna de las mesillas de noche de los dirigentes del Botànic, especialmente los que se ocupan de la sanidad. 

Mucho se ha hablado de sus éxitos y fracasos ante posiblemente una de las mayores amenazas sanitarias de las últimas décadas. No obstante cabe indicar que antes de la pandemia, la sanidad valenciana no estaba en una buena situación. Lo cierto es que las listas de espera se habían disparado antes de la aparición del COVID-19. De hecho  los primeros años del Botànic habían sido ineficaces y recurrían con exceso al comodín de “la herencia recibida”.

 Se asume que es difícil criticar los primeros meses de gestión ante una amenaza totalmente nueva. Si cabe, se podría recordar la nefasta gestión del señor Fernando Simón, que ha fracasado prácticamente en todas sus predicciones y ha sido incapaz de anticiparse en alguna ocasión al virus. Pero ahí sigue en su puesto, al igual que las señoras Barceló y Navarro, máximos referentes de la sanidad en la Comunidad Valenciana. Se ve que  para los socialistas, ser incompetentes tiene premio.

Esa incompetencia se demuestra sobre todo en los momentos que el virus ha dado una pausa, en los momentos en los que esas primeras olas de muerte decayeron y se empezó a  alcanzar una situación algo estable. Esas decisiones que desde la cúpula del Botànic tomaron,  son las que impiden confiar en que estén preparados para gestionar la sanidad de la Comunidad Valenciana.

Una de las lecciones de Sun Tzu rezaba así  “Recordar siempre el peligro cuando estás a salvo y el caos en tiempos de orden, permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan todavía forma y evítalos antes de que se presenten; ésta es la mejor estrategia de todas.”

En cada momento de tregua, la Conselleria Barceló ha hinchado su pecho como pavo real mostrando los buenos datos y en vez de preparar el sistema para los inevitable siguiente ola,  ha vuelto a sus sectarismos varios como el de  su odio a la sanidad privada.

Y así, en vez de centrarse en lo crítico ha vuelto a dedicar su atención a las reversiones  de concesiones privadas. Éstas pueden ser más o menos discutibles, aunque desde el Botànic no han conseguido mostrar ningún informe que valore las ventajas económicas de la operación. Pero de la sensación que según el Botànic, esas empresas privadas financiaron las tropas borbónicas en la batalla de Almansa, porque si no, no se entiende tal odio. Como también decía Sun Tzu “Si envías refuerzos a todas partes, serás débil en todas partes”.

Al final con la atención centrada en otras cosas, el Botànic despedía sanitarios, rastreadores, cerraba centros de salud al albur de unos números de contagios que desgraciadamente volvían a empeorar. Y así ha pasado en cada una de las olas que hemos sufrido. Lo grave no es errar, es no aprender de los errores, y en eso los del Botànic se superan a sí mismos a la menor ocasión.

Socialistas en Troya

Uno de los primeros libros “para mayores” que me regalaron en mi infancia era una versión adaptada de la Ilíada. Tardé un tiempo en empezar a leerlo, ya que lo vi algo denso y con escasos dibujos. No obstante, la historia me sedujo y pude recordarla cuando años más tarde vi la película “Helena de Troya”. Recuerdo que me supo mal que Héctor muriese ante Aquiles y la estúpida forma en la que, tras muchos esfuerzos defensivos, Troya caía por la idea de introducir el famoso caballo de madera dentro de sus puertas.

Algo así es lo que está ocurriendo en España en general y sobre todo en la Comunidad Valenciana en nuestra particular lucha contra el virus de la Covid-19. Si me lo permiten, realmente es una mezcla de la Guerra de Troya y el día de la marmota. Es como si una vez introducido el caballo de madera lleno de griegos dentro de la fortaleza, los troyanos hubiesen sido capaces de repeler el ataque, pero meses más tarde volviesen a introducir, otra vez, en la fortaleza el mismo caballo de madera.

Del “Hemos vencido al virus” y “Las medidas propuestas por el Botánic han sido claves para tener los mejores datos de toda España” pasamos a “Uff, los datos están empeorando” y “Vamos a tener que tomar medidas más drásticas incluyendo cierres y toques de queda”.

 Imagino que les sonaran esas frases que los dirigentes socialistas que gestionan la sanidad en la Comunidad Valenciana han repetido en cada una de las olas del virus. Parecen no haber aprendido nada de la experiencia acumulada en cada ola anterior, y repiten como Bill Murray su particular día de la marmota una y otra vez, con el correspondiente perjuicio sanitario y económico para los valencianos.

Desgraciadamente los socialistas han interpretado su lucha contra la pandemia como una oportunidad política y no como una crisis sanitaria a la que había que responder con soluciones técnicas. El presidente Pedro Sánchez vinculó con euforia escasamente contenida, el fin de las mascarillas con los indultos a los golpistas catalanes. Mientras sus homólogos valencianos no paraban de repetir lo bien que lo habían hecho mostrando las estadísticas de contagios en la Comunidad, despedían a sanitarios y rastreadores, disminuían el número de test PCR y seguían sin reivindicar las dosis de vacunas que deberían llegar a nuestra Comunidad en base a su población.

Como ya pasó en verano y Navidad del 2020, ante tal escasa prevención, en el verano de 2021 el virus ha encontrado para la invasión el camino expedito, tal como lo tuvieron los soldados griegos mientras salían del caballo pensando que cómo los troyanos podían haber sido tan tontos.

Lo mismo me pregunto yo sobre los responsables de sanidad ministeriales y de la Conselleria de Sanidad. Además de incrementar el ritmo de vacunación, no podemos olvidar que la Comunidad Valenciana está a la cola, había muchas medidas a tomar. El trabajo de los rastreadores era fundamental para detectar cualquier origen de posibles brotes, pero cuando los contagios se han disparado parece mucho menos útil el ponerse a contratar mas ahora. El negar a las farmacias poder distribuir test de COVID ha sido otro de los errores incomprensibles más allá del control político que los socialistas querían imponer. Mientras en otros países se pueden comprar en los supermercados en España estaba prohibida su venta mientras el precio de los test PCR iba en aumento.

En vez de prevención, los socialistas se han decantado por la represión, cierre de negocios, toques de queda que han dado la puntilla final al turismo de la Comunidad. Los que no saben planificar nada más allá del día a día es difícil que puedan vencer en una contienda tan larga.  Los de Compromís comparten gestión sanitaria en la Comunidad, pero más allá del día de cobro de nóminas no se les conoce ninguna acción relevante.

Yo ya no pido milagros de ambos en su gestión, pero sí al menos que no repitan los mismos errores una y otra vez. Como decía Santiago Ramón y Cajal “Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”

¿Merece la pena ser español?

El presidente socialista Pedro Sánchez va a conseguir lo que alguno de sus predecesores, sobre todo José Luis Rodríguez Zapatero, había intentado sin éxito. Me refiero a lo de poner en duda la rentabilidad de ser o sentirse español o al menos defensor del concepto de España como país. Asumo al escribir la anterior frase, el chascarrillo que podría decir cualquier indocumentado izquierdista en base al famoso lema “una grande y libre”. Pero más allá de asumir estas cosas, lo que si parece cierto es que el presidente Sánchez a los que mejor trata son a los enemigos del concepto de España como nación. 

Las recientes humillaciones que ha recibido el presidente del gobierno español por parte de los independentistas catalanes no cabrían en la enciclopedia Espasa. Ya no sabemos si parece darle igual o si incluso disfruta arrastrando la representación de España por el fango. Pero es que además de indultarles, parece que les va a regar con la mayor cantidad de dinero proveniente de los fondos europeos. Por cierto, dinero que muy probablemente se dedicará a financiar el odio de todo lo español.

En cuanto a la negativa socialista a modificar la financiación de las autonomías, siendo la Comunidad Valenciana no una de las peores sino la peor financiada, quédese tranquilo. Ninguna manifestación va a bloquear las calles de las ciudades valencianas. Las pancartas y camisetas que llevaban alegremente los de Compromís y socialistas valencianos se han guardado de forma ordenadas por si algún día sus homólogos dejan de gobernar en Madrid.

Pero ya no solo es eso, en la reforma de las pensiones, parece que vamos a pagar el pato todos los españoles, exceptuando los del País Vasco y Navarra. Ambos con la excusa del famoso cupo nunca tienen que pasar por caja a la hora de pagar. Si usted espera que el conseller de economía del Botànic, Vicent Soler, prepare una queja formal acerca de estos privilegios fiscales, yo les recomendarían que lo hiciesen sentados. Parece que, para él, la única que hace dumping fiscal es la Comunidad de Madrid.

Pero aún hay más, otra ministra socialista, en este caso la señora Ribera, sigue con su empeño en acabar con el trasvase Tajo-Segura, mientras el presidente socialista Puig como siempre “pega la cabotà”. Algunos ya dicen que el motivo es que este trasvase “solo” afecta a la provincia de Alicante. Seguramente si “Carns de Morella” se abasteciese de ese trasvase, a lo mejor se enfadaba un poquito. Bueno, y eso que cuando hablamos de trasvases cancelados no se quiere recordar el del Ebro, que fue borrado por la presión de sus amigos catalanes.

Pero no se vayan, que si ya empezamos a contar las vacunas que nos llegan y las comparamos con las que deberían hacerlo por la población que tenemos, nos deberíamos poner a llorar. Mientras tanto, la consellera de Sanidad, Ana Barceló, prefiere centrarse en contar las excelencias de su gestión, en una gira por toda la Comunidad, evitando en lo posible comparecer en las Cortes Valencianas, no sea que alguien la despierte de su sueño.

Pero lo peor del todo no es que nos tomen el pelo a los valencianos, sino que además quieren hacernos creer que nos están perdonando la vida.  Como cuando el presidente Sánchez afirma que “Nunca ha llegado tanto dinero a la Comunidad Valenciana como ahora”.

Si me permiten volver a la pregunta del principio, yo estoy convencido que no solo merece la pena ser español, sino que yo estoy muy orgullos de ello. De hecho, ese orgullo forma parte de nuestro himno. Lo que no vale la pena es tener a presidentes de España, que no solo no la defienden, sino que además parece que la odian.