Publicado en Abc l 17 de abril de 2024


El día que los terroristas de ETA asesinaron al almirante Carrero Blanco tenía miedo
de irme a dormir por la noche, miedo a que los asesinos llegasen a mi casa e hiciesen
lo mismo conmigo. Tampoco puedo olvidar la cantidad de años en los que hemos
pensado lo peligroso que podía ser ir a Madrid o Barcelona por si ETA cometiese uno
de sus salvajes crímenes. El miedo a ir a Barcelona duró algo menos, ya que tras la
tregua firmada entre los de Esquerra Republicana y los terroristas de ETA, estos
últimos se comprometieron a no atentar en Cataluña. En su momento entendí que a
los de Esquerra les daba igual si un catalán era asesinado, siempre que lo fuese en el
resto de España.
Unos años más tarde, los de Esquerra Republicana gobiernan en Cataluña y el partido
de los sucesores de ETA tiene serias opciones de hacerlo en el País Vasco. Ya
gobiernan con el apoyo del Partido Socialista en la capital navarra.
Mientras tanto, la izquierda está empeñada en volver a juzgar todos los crímenes
sucedidos durante la guerra civil, obviamente solo los de un bando, no sea que se les
vea la vertiente criminal de su partido en aquellos años. Este es el país que tenemos,
donde algunos pretenden recordar lo sucedido hace casi un siglo, pero sepultar los
crímenes que los terroristas de ETA cometieron en plena democracia. Para mayor
tristeza de muchos de los que consideramos a la guardia civil como un cuerpo
ejemplar del que sentirnos orgullosos, parece que alguno de sus mandos ha
colaborado por acción o por omisión en ocultar la implicación de uno de los líderes de
Bildu, Arnaldo Otegi, en algunos de los crímenes cometidos. Una de dos, o es algo de
lo que se acordó en los pactos de investidura del socialista Sánchez o la izquierda no
quiere que se les estropee su política de “pactos de progreso” con los que siguen
homenajeando a los asesinos etarras.
La alternativa al candidato de Bildu es Imanol Pradales, del partido más traidor de la
historia de España desde que Aníbal desembarcó en lo que sería nuestro país. El PNV
lleva toda su existencia mirando solo por su interés. Ha traicionado al PP, pero también
a los republicanos, que vieron como los valientes gudaris les abandonaban en plena
ofensiva de las tropas franquistas. Luego te venderán lo del cinturón de acero
antifranquista, pero no reconocerán que se rindió sin pegar un solo tiro. Tiene algo de
justicia poética que los del PNV ahora tengan miedo de que el partido al que siempre
protegieron, pisoteando cualquier atisbo de dignidad, pueda arrebatarles el poder.
Podían haberlo pensado antes de proponer el famoso pacto de Estella para blanquear
a los abertzales tras la conmoción existente en toda España por el asesinato del
concejal popular, Miguel Ángel Blanco.
Lo cierto es que el PNV se aprovechó de que la violencia etarra expulsara del País
Vasco a aquellos que podían ser una alternativa democrática y de paso también les
permitía chantajear a los gobiernos sucesivos del España.
El candidato socialista, Eneko Andueza, sigue diciendo a todo el que le da los buenos
días que él jamás va a pactar con Bildu. De momento ha sido incapaz de explicar
porque en Navarra o en España sí que pactaron con ellos. Obviamente viendo la
trayectoria reciente de los socialistas muy poca gente le cree. Hay un chiste que
circula por las redes en las que dice que unos estafadores están buscando a esos
votantes crédulos que confían todavía en la palabra de los socialistas, para intentar
venderles la torre Eiffel.

Desgraciadamente los partidos de estado lo tienen complicado. Los militantes de Vox
se juegan la vida cada vez que intentan realizar un mitin. Es bastante miserable que
algunos que se llaman demócratas, aplaudan a los salvajes que les impiden realizarlos
con normalidad.
Por último, queda el Partido Popular. Me encantaría que obtuviese los suficientes
diputados como para poder decidir si el futuro lehendakari fuese del PNV o de Bildu.
Confío que si eligen al primero sea a cambio de que uno de los suyos fuese el
vicelehendakari. Visto lo visto, cada vez hay menos diferencias entre que gobierne el
PNV y los socialistas, a que gobiernen estos últimos con Bildu. Y decantarse de gratis
por la primera opción podría llamar la atención de esos estafadores de las redes
sociales y que estos intentaran vender la torre Eiffel a los del PP. Y si dudan, que se le
pregunten a los que dieron la alcaldía al socialista Collboni en Barcelona.

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