Publicado en ABC el 22 de setiembre de 2025
Constantinopla, 1453. La capital del Imperio Bizantino se halla sitiada por los turcos y el final parece cercano. Sin embargo, en la ciudad se discute otra cosa: teólogos, filósofos y también el pueblo llano no dejan de debatir sobre uno de los grandes enigmas del cristianismo: el sexo de los ángeles. En medio de esas discusiones, un barco logra superar el férreo bloqueo turco y trae un mensaje que lo cambia todo. La orden procede de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español: a partir de ahora, todos los comerciantes de la ciudad deberán atender en catalán a cualquier ciudadano que así lo exija.
El gobierno socialista de Pedro Sánchez debería centrarse de una vez por todas en los asuntos que realmente preocupan a las empresas españolas y que podrían dotarlas de mayor competitividad. Entre ellos destacan el preocupante absentismo laboral y el interminable laberinto burocrático al que se ven sometidas. Pero, en lugar de preocuparse por la supervivencia de las empresas, Sánchez y Carles Puigdemont parecen preocupados únicamente por la suya.
Junts, el partido de Puigdemont, se ha convertido en el mayor pagafantas de la historia de la democracia española. Lo intentan ocultar con declaraciones altisonantes, pero la realidad es tozuda. En Europa se ríen de la propuesta de otorgar oficialidad al catalán, vasco y gallego en las instituciones comunitarias. Podemos tumbará la idea de que los catalanes gestionen la inmigración en su propia comunidad. Y el discurso de Puigdemont (que sigue exiliado en Bélgica, por muchas visitas y reverencias que reciba) se disuelve como un azucarillo en café, mientras sus votantes, hartos de hacer de pagafantas, empiezan a ver en Aliança Catalana una alternativa electoral.
Lo único seguro es que Pedro Sánchez está dispuesto a pactar cualquier cosa, la cumpla o no, con tal de mantenerse en el poder. Así, le han propuesto que los catalanes tengan derecho a ser atendidos en catalán en cualquier empresa con más de 250 trabajadores o una facturación superior a 50 millones de euros. El plan se articulará mediante enmiendas a la Ley de Atención al Cliente, que previsiblemente apoyarán socialistas, comunistas e independentistas. Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso, ya lo ha justificado alegando la importancia de las lenguas cooficiales y recordando que, en última instancia, “con Google Translate es muy fácil”.
Obviamente, el euskera y el gallego vendrán detrás. El valenciano, no: de justificar que somos de segunda ya se encargará Diana Morant, candidata socialista a la Generalitat.
Resulta paradójico que quienes sostienen al “gobierno progresista” estén tan obsesionados con estas ocurrencias, mientras siguen sin garantizar que los padres en Cataluña puedan escolarizar a sus hijos en español o que los comercios que deciden no atender en catalán no sufran presiones y amenazas.
A todo esto, se suma la nueva propuesta de financiación autonómica, que obligará a todas las comunidades a asumir la deuda de Cataluña. Todas menos el País Vasco y Navarra, que ya negocian como su cupo los librará de esa carga.
La independencia del País Vasco y de Cataluña solo llegará si la pagan los demás. Les resulta mucho más rentable seguir ordeñando la ubre del Estado español. Solo volverán a pedirla cuando ya no quede nada que chupar.
Lo de los ángeles de Constantinopla quizá sea una leyenda urbana, pero sirve de ejemplo. Hoy, con los turcos asediando nuestras murallas, nuestros gobernantes siguen entretenidos discutiendo cómo escapar cuando esas murallas caigan.
CODA
El PNV ha declarado en la inauguración de un edificio que el gobierno de Sánchez les ha regalado en Francia que son “el partido símbolo de la lucha contra el fascismo”. La historia, sin embargo, dice otra cosa. El PNV tuvo dos momentos clave para enfrentarse al fascismo y en ambos eligió pactar: primero, con Mussolini en el famoso pacto de Santoña, abandonando a la República en plena guerra civil; después, con Herri Batasuna en Estella, tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
Si Junts es el partido pagafantas, el PNV es el partido traidor por naturaleza.