Un historiador veneciano se suicidó en la cárcel al descubrir que todas las fuentes de las que había obtenido el conocimiento podían ser falsas. El origen de esa duda vino cuando tras ver una pelea en la cárcel, le contaron la misma pelea de diferentes formas y enfoques que contradecían lo que él había visto.

En el fondo, la verdad puede ser algo muy subjetivo, un mismo hecho visto desde dos puntos de vista diferentes y con el transcurrir del tiempo puede dar lugar a dos historias que tengan mas discrepancias que aspectos en común, sobre todo si aparece el interés de alguna de las partes en añadir cierto sesgo a la historia.

Las fake news o noticias falsas son tan antiguas como la humanidad, pero con la aparición de internet y las redes sociales han cobrado un protagonismo por el alcance y la potencia que puedan adquirir. Hasta hace no tantos año  en una democracia uno podía ver las noticias del telediario, escuchar la radio y leer un par de periódicos para considerarse razonablemente informado. Las fuentes de información eran suficientemente fiables, en algunos casos con cierto sesgo, pero casi nunca más allá de utilizar un adjetivo o adverbio de forma inteligente para dar el énfasis pretendido con la noticia.

Pero a día de hoy toda ha cambiado. Antes estaba clara la diferencia entre creadores de noticias y los que la consumían. Pero actualmente, la fuente de información fundamental con la que mucha población conforma sus pensamientos proviene más de los whasapps que recibe o de las consultas a redes sociales.

Y es que hemos pasado de un momento en que la información era fiable por la fuente de la que provenía y ahora lo es por el número de retuits o me gusta que tenga. Con lo que la verdad ya no la determina el “superior” sino el “igual”.

Muchos gobiernos asisten con preocupación a que ya no solo no manejan la información que reciben sus ciudadanos, sino que tienen miedo de quien pueda ser el que se la provea. Pero la culpa no solo es de las redes sociales, sino que los gobiernos cada vez utilizan más la información en su provecho, con lo que su fiabilidad ha caído de forma estrepitosa en tiempo récord. Durante la pandemia es algo que se ha notado mucho, pero no hay que olvidar que el gobierno socialista ha mantenido como principal portavoz de la lucha contra la pandemia a una persona que erró de forma grave, ignoramos si de forma voluntaria, en los primeros momentos.

Pero es que ya no solo ha sido en asuntos tan delicados como una pandemia, sino algunas como lo ocurrido recientemente duranta la final de la liga de campeones. Unos incidentes que provocaron el retraso del partido señalaron a los hinchas ingleses. Algo que muchos creyeron sin demasiadas dudas dados los antecedentes de estos. Pero, los crédulos ciudadanos se sorprendieron cuando empezaron a aparecer comentarios por las redes sociales de los robos y ataques que estaban sufriendo los asistentes al estadio a manos de bandas organizadas. El gobierno de París parece que trató de ocultar que ya no controla la situación en determinadas zonas de una de las principales capitales de Europa. Al final, es difícil tapar unos hechos como esos y la credibilidad gubernamental sigue cayendo a girones.

Llegado al final de artículo puede que usted se pregunte que tiene que ver el negro del ukelele con todo esto, si es algo gracioso, racista o tiene algo que ver con el del WhatsApp. No, simplemente es otro de los aspectos más llamativos de los medios de internet que utilizan titulares llamativos para conseguir el “clic”. Es algo que hasta los medios más tradicionales utilizan sin ningún reparo y no penalizamos. El acceso a tanta información hace que los usuarios debamos cambiar mucho nuestra forma de consumirla, toca cuidar las fuentes de lo que leemos, saber a que debemos acceder o no y por supuesto no ser propagadores de noticias de las que desconozcamos su fiabilidad, ya que sino ayudamos a propagar la desinformación

Para mi hay una serie de reflexiones con respecto a las fake news, la primera es que puede ser conveniente regular muchas noticias, dado que algunas atentan contra la salud pública, recuerden lo de “la lejía mata el Covid”. La segunda que no debe ser una lucha tan solo de los legisladores europeos, sino de todos y la tercera que también debe seguir garantizando la libertad de accesos a la información. Pero hay que tener en cuenta que todo esto no se conseguirá solo legislando, sino que los gobiernos deben desde sus fuentes públicas dar más información y menos propaganda interesada, los tiempos del Pravda ya han pasado.

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