Uno de los primeros libros “para mayores” que me regalaron en mi infancia era una versión adaptada de la Ilíada. Tardé un tiempo en empezar a leerlo, ya que lo vi algo denso y con escasos dibujos. No obstante, la historia me sedujo y pude recordarla cuando años más tarde vi la película “Helena de Troya”. Recuerdo que me supo mal que Héctor muriese ante Aquiles y la estúpida forma en la que, tras muchos esfuerzos defensivos, Troya caía por la idea de introducir el famoso caballo de madera dentro de sus puertas.
Algo así es lo que está ocurriendo en España en general y sobre todo en la Comunidad Valenciana en nuestra particular lucha contra el virus de la Covid-19. Si me lo permiten, realmente es una mezcla de la Guerra de Troya y el día de la marmota. Es como si una vez introducido el caballo de madera lleno de griegos dentro de la fortaleza, los troyanos hubiesen sido capaces de repeler el ataque, pero meses más tarde volviesen a introducir, otra vez, en la fortaleza el mismo caballo de madera.
Del “Hemos vencido al virus” y “Las medidas propuestas por el Botánic han sido claves para tener los mejores datos de toda España” pasamos a “Uff, los datos están empeorando” y “Vamos a tener que tomar medidas más drásticas incluyendo cierres y toques de queda”.
Imagino que les sonaran esas frases que los dirigentes socialistas que gestionan la sanidad en la Comunidad Valenciana han repetido en cada una de las olas del virus. Parecen no haber aprendido nada de la experiencia acumulada en cada ola anterior, y repiten como Bill Murray su particular día de la marmota una y otra vez, con el correspondiente perjuicio sanitario y económico para los valencianos.
Desgraciadamente los socialistas han interpretado su lucha contra la pandemia como una oportunidad política y no como una crisis sanitaria a la que había que responder con soluciones técnicas. El presidente Pedro Sánchez vinculó con euforia escasamente contenida, el fin de las mascarillas con los indultos a los golpistas catalanes. Mientras sus homólogos valencianos no paraban de repetir lo bien que lo habían hecho mostrando las estadísticas de contagios en la Comunidad, despedían a sanitarios y rastreadores, disminuían el número de test PCR y seguían sin reivindicar las dosis de vacunas que deberían llegar a nuestra Comunidad en base a su población.
Como ya pasó en verano y Navidad del 2020, ante tal escasa prevención, en el verano de 2021 el virus ha encontrado para la invasión el camino expedito, tal como lo tuvieron los soldados griegos mientras salían del caballo pensando que cómo los troyanos podían haber sido tan tontos.
Lo mismo me pregunto yo sobre los responsables de sanidad ministeriales y de la Conselleria de Sanidad. Además de incrementar el ritmo de vacunación, no podemos olvidar que la Comunidad Valenciana está a la cola, había muchas medidas a tomar. El trabajo de los rastreadores era fundamental para detectar cualquier origen de posibles brotes, pero cuando los contagios se han disparado parece mucho menos útil el ponerse a contratar mas ahora. El negar a las farmacias poder distribuir test de COVID ha sido otro de los errores incomprensibles más allá del control político que los socialistas querían imponer. Mientras en otros países se pueden comprar en los supermercados en España estaba prohibida su venta mientras el precio de los test PCR iba en aumento.
En vez de prevención, los socialistas se han decantado por la represión, cierre de negocios, toques de queda que han dado la puntilla final al turismo de la Comunidad. Los que no saben planificar nada más allá del día a día es difícil que puedan vencer en una contienda tan larga. Los de Compromís comparten gestión sanitaria en la Comunidad, pero más allá del día de cobro de nóminas no se les conoce ninguna acción relevante.
Yo ya no pido milagros de ambos en su gestión, pero sí al menos que no repitan los mismos errores una y otra vez. Como decía Santiago Ramón y Cajal “Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”