En agosto de 1963 tuvo lugar en Washington la manifestación por el trabajo y la libertad. Allí fue donde Martin Luther King Jr. pronunció su histórico discurso «Yo tengo un sueño» defendiendo la igualdad para la gente de color. Seguro que sería inimaginable que uno pudiera ver integrados con normalidad en aquella marcha a gente ataviada con camisetas del Ku Klux Kan. Mucho menos cabría pensar que estos se atrevieran a silbar a otros de los integrantes de la manifestación porque un general sudista hubiese nacido en su Estado. Lo que parece imposible, en la mente de los socialistas y comunistas españoles puede convertirse en algo habitual y creíble
En el desfile del orgullo LGTBI celebrado en Alicante el pasado fin de semana, uno de los elegidos para decorar algunas de las camisetas que llevaban los asistentes fue el guerrillero comunista Ernesto Che Guevara, alias “el Che”. El Che ha sido un ídolo para determinada parte de la izquierda, sobre todo cuando el modelo comunista empezaba a demostrar claramente su ineficacia. Mientras el Che era joven y guapo, sus referentes comunistas contemporáneos eran los ancianos Mao Zedong y Nikita Jruschov. Además, su temprana muerte lo acercó al altar de los dioses comunistas.
Pero hay un detalle que se descubrió entre las luces y sombras que forman su historia. Una de ellas era que, a pesar de que los posters que decoraban muchas habitaciones contenían su efigie con el lema “prefiero morir de pie que vivir arrodillado”, el Che se dejó capturar prisionero mientras sus compañeros murieron disparando hasta el final. Otro detalle que destacar es que el Che era un homófobo que encerró a cientos de homosexuales, a los que calificaba de pervertidos sexuales, en campos de concentración. Pero muchos no quieren que la historia sea la que fue sino la que reinventan los líderes socialistas en cada ocasión. Por ejemplo, hace escasos días la ministra socialista Calvo aseguraba que “el feminismo se lo había currado el socialismo” y sin inmutarse añadía el ya famoso “No es de todas, bonita”. Imagino que será incapaz de justificar tal afirmación, pero será muy feliz creyéndosela.
En Alicante, la cada vez más politizada organización del desfile del orgullo trató de impedir la presencia del partido Ciudadanos en la manifestación. Al no poder tener éxito en su sectario intento, organizó una sentada de protesta en plena manifestación que nadie entendió. Imagino que al menos les permitió creer que se ganaban puntos para cuando soliciten un carguito. Si hubiese sido sincero su deseo de despolitizar la manifestación nada más fácil que impedir símbolos de partidos en la manifestación, pero en el fondo siguen con la idea de Calvo “el LGTBI no es de todos, bonito”.
Imagino que las víctimas homosexuales no estarán felices de que la efigie del Che campe a sus anchas en manifestaciones de este tipo. También es probable que el Che se retorciera en la tumba, si nos pudo ver desde el cielo comunista, al comprobar como él mismo se ha convertido en un” icono gay”, tan machote y barbudo como él era. Sonreí pensando en esta idea cuando aquellos jóvenes con las camisetas del Che nos silbaban, o mientras otros los miraban con desconocimiento de la historia homófoba del Che. En el fondo no es más que la última derrota del Che y la enésima victoria de la ignorancia.