A punto de empezar la campaña de las elecciones a Corts Valencianes, el principal objetivo de Mónica Oltra y Ximo Puig es no cometer el error del almirante Lutjens, capitán del acorazado Bismark, en su última aventura. La aventura de este barco se inició en mayo de 1941, en plena segunda guerra mundial, en las frías aguas del Atlántico. El Bismark no era tan sólo el mejor acorazado del ejército nazi, sino que era el buque más potente y veloz de su tiempo. Su misión era la de crear el caos entre los mercantes que trataban de llevar los suministros que Inglaterra necesitaba. Todo empieza bien para el Bismark y empieza a hundir barcos británicos, incluyendo uno de sus mejores acorazados. En aquellos momentos críticos están en juego mucho más que unos potentes barcos. Es cuando ante el temor de perder el dominio sobre la aguas el primer ministro Winston Churchill, emite la famosa orden “¡Hundid al Bismark!”.
Casi 80 años después, los candidatos de Ciudadanos y del Partido Popular han lanzado un mensaje similar alertando de los riesgos que corre la Comunidad Valenciana si el “pacte del Botánic” repite mandato. Si exceptuamos a Podemos, que anda perdido en sus cuitas e incongruencias internas, los líderes socialistas y de Compromís se han puesto en campaña con un relato que les trata de vender como dirigentes buenos y competentes. Desgraciadamente para ellos su mensaje se desvirtúa al no poder presentar ningún éxito relevante en su etapa de gobierno más allá del consabido mensaje de que no han repetido los graves casos de corrupción del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. Pero inasequibles al desaliento, han bajado la tensión de su mandato en temas sensibles y gritan eslóganes reivindicativos ante el gobierno central, aunque es cierto que están haciendo un seguidismo vergonzoso a todas las propuestas del presidente Pedro Sánchez , sin haber sido capaces de haber obtenido ninguna ventaja competitiva para nuestra Comunidad.
Si nos centramos en los aspectos internos de su mandato, el bagaje del Botànic también es muy pobre si miramos por ejemplo, su ineficaz política en la lucha contra los barracones, el enchufismo, las listas de espera en sanidad o en los servicios sociales. A pesar de todo siguen tratando de maquillar los datos y en última instancia recuperan el dogma de la herencia recibida, la infrafinanciación, Franco y hasta las guerras púnicas si es necesario. Pero más llamativo es lo que esconden que lo que tratan de maquillar.
En plena cacería del Bismark, hubo un momento en que la flota británica perdió el contacto con él, y cuando el almirantazgo británico perdía toda esperanza, el almirante alemán Lutjens que había mantenido durante la travesía un silencio en todas las comunicaciones, se puso a enviar mensajes de radio. Estos mensajes permitieron a los británicos recuperar la pista del acorazado nazi y finalmente hundirlo. Ustedes se preguntarán que tiene que ver esto del silencio del Botánic con Lutjens. Yo me limito recordar el extraño silencio de uno de los líderes mediáticos del Botánic y más votados en las primarias de Compromís, el conseller de educación Vicent Marzà, que se encuentra extrañamente desaparecido en campaña. Parece que le han dado la orden de que no emita ningún mensaje y que su mejor ayuda a la campaña es que se tome unas “merecidas” vacaciones. Si Lutjens no hubiese emitido aquellos mensajes es probable que el Bismark hubiese escapado de aquella persecución, pero en nuestros días hemos de pensar que hable o no hable el señor Marzà durante la campaña, si el Botánic repite mandato, sin duda va a volver a las andadas, y hay errores, sobre todo los de educación, que es complicado revertirlos. Por eso, ahora más que nunca, toca decir: “¡Hundid el Botânic!”.