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(Publicado en el Diario Información el 21 de Junio de 2017)

Decía Séneca algo así como “Nunca hay viento favorable para el que no sabe hacia dónde va”.  Esa frase parece retumbar en la cabeza de miles de estudiantes, que recién conocida la nota que han obtenido en su examen de acceso a la Universidad, deben decidir ya el orden de preferencia de los estudios universitarios que desean cursar a partir del próximo septiembre. Parece una decisión transcendental e irreversible, en muchos casos la primera gran elección que puede marcar su futuro. Algo que parece trivial, no lo es tanto, ya que hay cifras que indican que, tan sólo uno de cada cinco futuros universitarios tienen clara su elección.

Por estas fechas, es un tema que no solo agobia a los futuros universitarios, sino a sus progenitores y allegados. Muchos profesores recibimos consultas sobre este tema, en los que en ocasiones los que nos las hacen, esperan una especie de oráculo incontestable que les evite cometer un error en la decisión. No existe tal oráculo, tan solo algún consejo, que como yo siempre digo no dejan de ser como el semáforo en ámbar, en el que es el conductor el que debe tomar la última decisión. Cada estudiante debe asumir esta información simplemente como consejos, ya que el mayor beneficiado o perjudicado por la decisión tomada, va a ser él.

Hay una serie de aspectos objetivos y otros muy subjetivos e incluso discutibles que me gustaría narrarles en este artículo, y que espero les ayuden. Para mí, la primera gran decisión es si debido a motivos personales o económicos, el estudiante prefiere ingresar en una universidad cercana o no tiene ninguna limitación al respecto. En este sentido es importante valorar los costes económicos de la operación, ya que es cierto que hay becas, también lo es que no son tan universales como deberían serlo. También es cierto, que nadie te garantiza que puedas optar a ellas durante todos los años de estudio. Esta primera decisión amplia o reduce la elección. Obviamente no es lo mismo poder elegir cualquier carrera de toda España que las que se imparten en las universidades cercanas. Aquí quiero resaltar la calidad que ya han adquirido las universidades de nuestra provincia y que tienen poco que envidiar a otras con más nombre, en ocasiones tan solo debido a su antigüedad. Si uno busca la experiencia de estudiar algunos años fuera, ésta se puede obtener también a través de los programas de intercambio, o bien cursando únicamente los estudios de máster en otra universidad.

El siguiente aspecto a valorar es la famosa nota de corte. Esa nota que suele ser publicada, indica la nota más baja de los estudiantes que fueron llamados en la primera iteración en el curso académico pasado. Debido a que, en España, desventajas del sistema autonómico, la preinscripción se realiza por comunidad autónoma y que gracias a la tecnología es muy sencillo hacerlo, esta nota dista mucho de ser la nota más baja con la que un estudiante ingresó en la carrera. Dado que muchos estudiantes solicitan plazas en muchas universidades, se provocan curiosos efectos llamada y que en muchos casos hacen que la nota de corte definitiva sea más baja que la publicada. Por ello, nunca dejes de solicitar aquella carrera que deseas estudiar, aunque tu nota sea inferior a la publicada. No te va a perjudicar y podrás optar a estar en una lista de espera.

Otro de los temores que tienen los estudiantes es el creerse incapaces de superar los estudios universitarios, debido a sus bajas notas durante los años del bachillerato. Bueno, existe cierta relación entre unas y otras, pero también es cierto que los ambientes son muy distintos. Los nuevos compañeros, el diferente modelo de estudio y la madurez que ya tienen los estudiantes, dan lugar a resultados sorprendentes. Como director he impuesto muchas becas de graduado a muchos estudiantes que me han confesado que jamás pensaron ser capaces de finalizar una carrera universitaria. Llegado este punto, mi consejo es que puede ser preferible intentarlo y fracasar, que siempre quedarse con la duda de que hubiese pasado si se hubiese intentado.

Y ahora queda lo difícil, de todas las opciones que uno tiene ¿cuál es el orden que debería poner en el formulario de solicitud? La pregunta es complicada, pero puede ser menos transcendente de lo que parece, ya que, si una vez iniciemos los estudios, consideremos que no son lo esperado, podremos aprobar algunas asignaturas y solicitar el cambio a otra carrera el curso siguiente en el que muy probablemente se nos convalidarán.

La elección de carrera, no es tan vital, exceptuando casos muy concretos. Yo suelo recomendar que alguien se imagine en qué cosas le gustaría trabajar, y que elija una de aquellas carreras que le acerque a poder alcanzar ese puesto de trabajo. Al menos sabremos hacia dónde vamos y podemos buscar ese viento favorable de Séneca.

 

 

 

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