Conocí la heroica gesta de Blas de Lezo hace ya algunos años en una visita a Cartagena de Indias. Me irritó profundamente no haberla conocido antes y que en los años de historia en el Instituto nos ocupáramos más de las dolorosas derrotas como las de Trafalgar (o la de Almansa que parece el mantra de los independentistas) que de las gloriosas victorias. Se dice que, si el almirante español Blas de Lezo no hubiese derrotado a su homónimo inglés Edward Vernon, es muy probable que el imperio español en Sudamérica se hubiese desmoronado, y ahora allí se hablaría inglés y no español. Curiosamente todo apuntaba a lo contrario, los españoles contaban con tan solo 6 barcos y 4.000 soldados para hacer frente a la armada inglesa con 186 barcos y 20.000 soldados.
Ignoro si el riesgo del español o castellano en la Comunidad Valenciana en la actualidad es similar al que tenía Sudamérica en los tiempos de Blas de Lezo. Pero lo que parece evidente es que el gobierno valenciano, al frente de Socialistas y Compromís, había iniciado con su decreto de plurilingüismo una hoja de ruta similar a la que se siguió en Cataluña. Todos sabemos como acabó aquella y cuál es la situación actual, con organizaciones de referéndums ilegales, amenazas a funcionarios, intentos infructuosos de compra de urnas y una serie de historias más propias de una comedia de televisión que de un gobierno democrático del siglo XXI.
Al igual que Vernon en su desembarco en Cartagena, todo parecía salir a Marzà según su plan. Con cierta oposición en los colegios, con alguna manifestación, que incluso parecía reforzarle a él cara al ala dura de su partido, pero su plan seguía adelante.
Marzá podría haber diseñado un modelo consensuado a medio y largo plazo. Él debería ser el primero en saber que un modelo educativo no es de un Conseller, sino de tres o cuatro que lo van aplicando a lo largo de muchos años. Sería deseable un modelo educativo con un tronco amplio estable, al que cada Conseller podría aplicar sus pequeños detalles que lo adecuaran a cada necesidad de nuestra sociedad. Por supuesto siempre consensuando con expertos, profesores y asociaciones de padres. En vez de eso, Marzà prefirió diseñar e imponer su propio modelo. Curiosamente, podría haber diseñado una propuesta con una inmersión uniforme del valenciano en todos los ámbitos. Pero en vez de eso, decidió diseñar un modelo absurdo, en el que, con el caramelo del aprendizaje en inglés, discriminó a los estudiantes que preferían más castellano. El modelo de Marzá dotaba de menos medios a sus colegios y les limitaba, al otorgarles inferiores acreditaciones en lengua inglesa, con respecto a los que elegían mayores niveles en valenciano.
Cuando fue recurrido el decreto, los jueces no entraron a valorar alguna de las medidas, que yo considero de poco probable cumplimiento dados los medios existentes, pero no obviaron el tema sangrante de la discriminación de unos estudiantes con respecto a otros. El decreto de plurilingüismo fue paralizado en las instancias judiciales correspondientes, de similar forma que los ataques de Vernon fueron repelidos en el castillo de San Felipe por unas ya menguadas tropas españolas.
Marzá y Vernon se habían metido en un buen lío, pues mientras Marzà había autorizado la matriculación de estudiantes con su modelo, Vernon estaba tan seguro de su victoria que ya la había comunicado por carta al parlamento británico antes de que se produjese. De hecho, se acuñaron una serie de monedas conmemorativas de la victoria, incluso alguna de ellas mostraba a Blas de Lezo arrodillado frente a Vernon. Por ello, inició un desesperado ataque suicida que le costó la vida a muchísimos de sus soldados. Marzà, en la misma línea, parece hacer caso omiso de las resoluciones judiciales y trata de imponer su decreto, aunque todo ello pueda dejar en una situación muy complicada a los estudiantes valencianos que inician estudios. Además puede suponer una gran cantidad de demandas de los padres que les adjudiquen una plaza en el modelo plurilingüe que no han elegido para sus hijos.
Vernon, tuvo que retirarse con la mayor derrota de la armada británica a sus espaldas. El Parlamento prohibió cualquier referencia a la derrota, de hecho, hoy en día, para la Royal Navy la batalla de Cartagena no dejó de ser una escaramuza, y Vernon ha sido olvidado.
Es posible que el olvido sea el destino de Marzà, ya que parece haberse convertido en uno de las mayores rémoras para el objetivo del bipartito Compromis-Socialistas de repetir mandato. Miren como es el decreto, que incluso hasta el portavoz del Bloc ha dimitido por su desacuerdo con él. Lo único que les queda a Mónica Oltra y compañía es hacer como solían hacer los británicos, borrar los tropiezos y novelar los éxitos. En dos años les veo diciendo “decreto de plurilingüismo, ¿qué decreto?
Pepiqueta