(Publicado en el Diario Información el 5 de Diciembre de 2017)
Es probable que hace unos cuantos años me hubiese venido bien que existieran las cajas de botín en los videojuegos. Años en los que, al estudiar fuera de casa, regresaba los fines de semana en los que me esperaba mi hermano para masacrarme vilmente en algún videojuego. Mi hermano incrementaba su experiencia con horas de juego durante la semana, experiencia que disfrutaba poniendo en práctica contra mí. Los videojuegos de entonces estaban muy lejos de ser el negocio que suponen actualmente, de hecho, en muchos casos eran casi artesanales. Los tiempos han cambiado y podemos afirmar que el mercado de los videojuegos son lo más rentable en la industria del entretenimiento y ocio digital. Mientras Harry Potter conseguía recaudar algo más de doscientos millones en su primer día de proyección, el videojuego GTA V recaudo cuatro veces más en el mismo tiempo. Los títulos de crédito que acompañan a un videojuego no tienen nada que envidiar a cualquier mega producción del séptimo arte. En la misma línea, cada vez es más caro producir un videojuego de los denominados tripe A, tal como se denominan a las superproducciones en este mundo.
Un afán de rentabilizar al máximo esas grandes inversiones que requieren los juegos ha hecho que aparezcan una serie de elementos que incluso han sido puestos en duda por los parlamentos belga y británico. Me refiero a las ‘loot boxes’ o ‘cajas de botín’.
Tal como contaba al principio del artículo, mi hermano incrementaba la probabilidad de vencerme al incrementar su experiencia y conocimiento del juego. Además, en muchos de los juegos, en aras de incrementar su jugabilidad y adicción, es posible mejorar a tu equipo, consiguiendo nuevas armas o personajes a través de la consecución de determinados logros durante el juego. Pero algunas compañías han decidido romper ese modelo para conseguir un beneficio económico mayor. El medio es poner a disposición de los jugadores, la posibilidad de comprar las cajas de botín, que son algo parecido a los sobres sorpresa o de cromos que comprábamos en nuestra niñez. Esos sobres sorpresa nos permitían a cambio de dinero conseguir a Messi en nuestro equipo de fútbol o a Darth Vader para atacar la base rebelde. Ya no parece tan equitativo y permite que un jugador con más dinero pueda ganar a otro que no lo tenga a pesar de ser menos hábil. Así, por un lado, otorgas al dinero un componente fundamental para conseguir la victoria, pero por otro lado generas un componente de azar notable muy cercano a los juegos de azar. Cuando uno compra una caja de botín ignora su contenido y puedes obtener a Griezmann o a uno de los delanteros del Hércules. Esto ha provocado que el parlamento belga estudie considerar las cajas de botín como apuestas y prohibir los juegos que las utilicen para los menores de dieciocho años. Mientras tanto el sector de los jugadores no permanece impasible ante el abuso de algunas compañías, y se moviliza rápidamente, en muchos casos con éxito. Ante sus protestas, la compañía EA tuvo que modificar el modelo de negocio de su juego Star Wars Battlefront II, retirando estas cajas de botín, ya que inicialmente para poder obtener todos los personajes del juego tenías que dedicar 4500 horas o pagar 2.100 euros. Ambas opciones me parecen algo descabelladas y sobre todo tras pagar más de 60 euros por el juego.
No me valen las excusas de alguno de los ejecutivos de la compañía indicando que esos pagos están pensados para jugadores ricos ocasionales. O cuando afirman que incluso en padel tienes más posibilidades de ganar cuanto más cara es tu pala. Seguramente será así, pero todavía no ha visto a un niño jugar a una tragaperras en la que el premio sea una raqueta de padel mejor que la de su rival.
Considero que la industria del videojuego va a ser muy importante en nuestro presente y futuro, no hay nada más que ver la repercusión que tienen las competiciones con videojuegos o e-sports, que a este paso acabarán siendo olímpicos. Pero creo que las compañías deberían recapacitar en sus formas de monetización de sus proyectos, estas cajas de botín parecen pervertir el objetivo del juego limpio que deberían propugnar. Ahora mismo solo falta que posibiliten que puedas sobornar a un árbitro con dinero real.