Publicado en el diario ABC el 26/11/2024
Durante unas conferencias en Budapest puede visitar una exposición dedicada al rey Bela de Hungría en un aniversario de su nacimiento. El rey Bela sufrió durante su mandato las invasiones de los mongoles en el año 1241. Cuando un año más tarde de manera sorprendente los mongoles volvieron a sus territorios, el rey Bela organizó la reconstrucción de su país y la repoblación de todas las zonas devastadas. Ese trabajo eficaz durante todos esos años le valió el epíteto de “Segundo fundador del Estado húngaro”.
En la Comunidad Valenciana estamos acostumbrados a la aparición sorprendente de unas nubes oscuras que parecen descargar la ira de todos los dioses, para que rápidamente dejen paso a un cielo despejado. En ocasiones esas lluvias dejan en nuestra tierra un reguero de destrucción y muerte al que a pesar de todos los precedentes seguimos sin estar acostumbrados y lo que es peor, tampoco preparados.
Al presidente Carlos Mazón se le presentan dos alternativas. La primera es seguir, con cierta melancolía, pensando en todo lo que se puedo haber hecho y no se hizo, o en el infortunio de que muchos por azar no estuvieran donde tenían que estar. La segunda, que es la deseable, es aprender de los errores y empezar a trabajar por la “segunda fundación” de las zonas afectadas por la DANA, al estilo de lo que hizo el rey Bela.
Obviamente no le vamos a pedir a Mazón que entregue a uno de sus hijos a la iglesia como hizo el rey Bela. La reina estaba embarazada durante la invasión mongola, y los reyes prometieron que, si Dios libraba a su país de la amenaza mongola y tuvieran una niña, esta sería entregada a un convento. El caso es que así fue. Uno puede creer o no en la acción divina, pero también lo que es cierto es que Bela gestionó adecuadamente esos años posteriores con o sin ayuda divina.
Es comprensible el estado de shock en el que se encuentra el gobierno valenciano, por cierto, sufriendo un acoso y derribo por parte de la izquierda que no se corresponde en absoluto con lo escasamente orgullosos que deberían estar de los representantes del gobierno central en la gestión del desastre.
Escuchar al presidente Sánchez alabar a Teresa Ribera como si esta fuese Adenauer, da vergüenza ajena, ya que sobre Ribera apuntan la omisión de las acciones que, sí pudiesen haber evitado, o al menos minorado el desastre sufrido. Lo de la delegada del gobierno en la Comunidad, Pilar Bernabé, dudando no solo de la presencia del presidente sino del estado de este, es de traca, cuando nadie sabe qué acciones de interés ha realizado ella misma, sobre todo cuando no ha hecho nada para que el despliegue del ejército se produjese con celeridad mientras la ministra socialista Robles sonreía. Seguimos esperando que el presidente de la confederación del Júcar salga de la cueva donde parece que se ha recluido para evitar que nadie le pregunte, algo que parece que le pone en evidencia. En cualquier caso, todo parece señalar que van a ser los jueces los que señalen a los culpables del desastre, y todo parece indicar que los que van a salir escaldados no son precisamente los miembros del gobierno autonómico.
Por eso es importante que nos olvidemos del desastre pasado y nos centremos en esa reconstrucción. Y en eso el Partido Popular debe cerrar filas y trabajar con criterio, y no como está pasando ahora, donde algunos piensen que les puede beneficiar una hipotética caída de Mazón.
Es curioso que algunos de los nobles húngaros que maniobraron contra el rey Bela, pensando que podrían ocupar su lugar, fueron masacrados por los mongoles. También hubo algunos, como el rey de Austria que trató de aprovecharse de la situación del rey Bela, algo que por cierto este devolvió a la primera ocasión que tuvo. Y es que la política es una noria donde a veces estas arriba, a un lado o abajo, y estés donde estés, si te descuidas, unos mongoles o una DANA pueden arrasar tus territorios.