(publicado en El Español el 28 de junio de 2022)
Hace ya unos cuantos años, en los inicios de lo que se vino a denominar la era del techno-pop, el grupo Buggles lanzó una canción que obtuvo un notable éxito : “El video que mató a la estrella de la radio”. Básicamente contaba como la aparición de las imágenes de los videos iban a acabar con la importancia de la radio. No tuvieron mucho éxito en sus predicciones, pero si que han conseguido dejar su pegadiza melodía en los cerebros de toda una generación.
Pero sí que es cierto que el video, sin ser capaz de acabar con la radio, se ha convertido en una importante forma de mostrar mensajes y en poder influir en la gente. Lo de una imagen vale más que mil palabras es cierto, pero si en vez de ser una, son miles y si se les añade sonido la potencia ya es brutal.
Yo estoy convencido que lo que ha acabado con la carrera política de Mónica Oltra y que puede dejar muy tocada a la formación de izquierdas independentista Compromís es el video que refleja el homenaje, casi más bien un aquelarre, que le hicieron tras su imputación por el asunto del abuso a menores.
Cuando una fiscal independiente escribió negro sobre blanco los motivos que podían conducir a la imputación de la vicepresidenta del socialista Ximo Puig, muchos de los que la aplaudían a rabiar en los plenos de las Cortes Valencianas empezaron a ausentarse en los momentos de intervención de Oltra.
Oltra pudo haber sido inteligente y haber mantenido desde entonces un perfil bajo, abandonar las labores de portavoz del tripartito de izquierdas y esperar que entre unas cosas y otras pasara el verano y a lo mejor el temporal hubiese amainado. Pero su prepotencia o la llamada superioridad cultural de la izquierda le impidieron comprender que en este caso, no había conspiraciones judeo-masónicas de la ultraderecha, sino una serie de errores graves (como mínimo) en el tratamiento de los abusos a una menor por parte de su marido en un centro dependiente de su Conselleria.
Ha dado vergüenza ajena comprobar como miembros de los diferentes partidos de la izquierda que gobierna la comunidad, restaban credibilidad a la acusación del fiscal tan solo por el origen de la denuncia. Son tan sectarios que a lo mejor piensan como la época nazi, en la que los judíos no podían denunciar los atropellos que sufrían. Olvidan que en España, fiscales y jueces son los que gestionan la justicia venga de donde venga la denuncia.
Por mucho que digan, Puig no hubiese sido capaz de romper la estabilidad de su gobierno ni tampoco Compromís quería correr el riesgo de perder todos sus cargos. Por eso, lo único que pudimos oír fue al referente de Compromis, Joan Baldoví decir “si nos tocan a una nos tocan a todas”. Me hubiese gustado oírle decir lo mismo sobre la menor que sufrió abusos en el centro de la Conselleria gestionada por Compromis.
Pero llegó el video, no fue grabado por la grabadora que imaginaban los componentes de los Buggles sino por un teléfono móvil, y fue terrible: Oltra saltando mientras recibía los aplausos enfervorecidos de Joan Baldoví y Águeda Micó, y a lo lejos también los del alcalde de Valencia Joan Ribó. Este último quizás fue el único que daba la sensación de darse cuenta del error que estaban cometiendo. Aquello se había convertido en una especie de “Ongi Etorri”, pero en este caso dirigido a una imputada por encubrir un asunto de abusos de menores.
Estoy casi seguro de que el presidente Ximo Puig sonrió al ver el video, pero puso su famosa cara triste al decir el famoso “no estoy para bailecitos”, sabía que la piedra en el zapato se caía. En el otro lado, los de Compromís pueden ser sectarios, pero no son tan tontos y cuando se vieron reflejados en las televisiones y redes sociales, fueron conscientes que el video había matado a la estrella de Compromís. Obviamente no querían que acabase también con sus cargos y sueldos y por eso el resto de la historia ya es conocida.