(Publicado en el diario ABC el 26/06/2015)
En las guerras de la independencia de Escocia, que enfrentaban a los escoceses e ingleses, eran habituales las negociaciones previas a la batalla entre los líderes de cada ejército y los nobles que apoyaban a cada uno de ellos. Con el ofrecimiento de tierras u oro se conseguía en ocasiones que algún noble abandonara el campo de batalla con sus tropas e incluso que cambiase de bando. Las cuestiones de lealtad a un aspirante al trono o la defensa de tu tierra frente al extranjero pasaban a segundo plano frente a los intereses económicos.
Tras la batalla electoral de Mayo, es llamativo que algunos concejales elegidos han mostrado su preocupación por las dedicaciones exclusivas. Éstas, permiten a un concejal cobrar un sueldo por ejercer su labor, en caso de no tenerla sólo percibe una compensación por asistencia a plenos.
Hace ocho años en el Ayuntamiento de Alicante todos los concejales cobraban la exclusiva. Las malas lenguas dicen que fue el premio que el alcalde Alperi dio a los concejales socialistas por apoyar el plan Rabasa. Su sucesora, Sonia Castedo decidió destrozar al grupo socialista reduciendo el número de exclusivas con lo que generó una guerra interna, que no pudieron superar. Entonces, los concejales de la oposición (PSOE y EU) decían que la exclusiva era imprescindible para realizar la labor de oposición mientras los populares lo negaban. Cuatro años más tarde, con las tornas cambiadas, sin ningún rubor, los que decían blanco ahora dicen negro y viceversa.
Es razonable que se definan, incluso a nivel nacional, unas reglas que permitieran fijar el número de exclusivas e incluso el número de asesores en función del tamaño de la ciudad y del número de votos o concejales obtenidos. Así, evitaríamos que cada cuatro años esto se convierta en un mercadeo del tipo a la previa de las batallas de la independencia escocesa, donde lo que parece importar es el oro que vas a recibir a cambio de tus servicios o incluso para comprar tu voto.