Publicado en Abc el 15 de febrero de 2024
Es habitual que, en las películas de zombis, siempre hay uno de los personajes al que algún
familiar, amigo u amor es mordido por uno de esos zombis, iniciando un terrible proceso de
conversión en uno de ellos. Pues a pesar de todo el conocimiento que tiene de dicho proceso,
dicho personaje se empeña en negar lo inevitable con lo que, ya en función del argumento de
la película, acaba mordido o al menos pone en riesgo al resto de protagonistas de la película.
Todo ello por seguir pensando que alguien era como era y no como es.
Me da la sensación de que el Partido Popular encarna a la perfección el papel de ese personaje
que todavía cree que el PNV es el partido, que, aunque miserable, con el que se pueden llegar
a acuerdos, que Junts sigue siendo la Convergencia de Pujol y que en el PSOE todavía queda
gente que antepone el bienestar de los españoles al suyo propio. De hecho, se cuenta que
todavía existen algunos diputados que creen que Esquerra Republicana podría apoyar una
hipotética moción de censura contra Sánchez.
Compartir muchos de sus postulados o pactar con estos partidos es lo que parece hacer creer
al Partido Popular que se acerca al centro político. Es posible que ese esfuerzo de buscar el
centro político sea inútil, ya que ahora mismo no existe, pues el presidente Pedro Sánchez se
ha dedicado a poner un muro que separa las famosas dos Españas. Así, el presidente
valenciano, Carlos Mazón, es considerado para la izquierda del muro como un facha por pactar
con Vox. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, era considerada facha
antes cuando pactaba con Vox y ahora que no pacta con ellos, también. Además, tiene que
soportar parodias miserables realizadas desde la televisión de los independentistas catalanes,
unos señores que ponen el grito en el cielo cada vez que notan la mínima muestra de falta de
respeto.
Por eso es extraño que una vez expulsado a una parte del muro, el Partido Popular no asuma
su lugar y se dé cuenta de que por mucho que haga, en el otro lado nunca le van a considerar
como uno de los suyos.
Pero, inasequible al desaliento, sigue con guiños y actuaciones más dirigidas al otro lado del
muro que a sus votantes. No me quiero imaginar cómo se sentirán todos esos ciudadanos que
han realizado cuatro o cinco viajes de más de mil kilómetros para manifestarse contra la
amnistía, cuando ésta parece que estuvo en la mesa de Feijoo al menos veinticuatro horas.
Pero en esas estamos y contra todo pronóstico hay más incertidumbre en las elecciones
gallegas de lo que era previsible. También es cierto que se ha demostrado que las políticas de
inmersión lingüística crían independentistas y por tanto “sorprende que los del PP se
sorprendan” del auge del Bloque Nacionalista Gallego. Confío y deseo que, a nuestro Conseller
de Educación, José Antonio Rovira, no le tiemble el pulso con la futura ley del plurilingüismo
para evitar que en unos años nos encontremos como allí.
En cualquier caso, hay que hacer ver a la gente que, en la España de los muros de Sánchez,
sería terrible que los independentistas y filo terroristas se hicieran con el poder en otra
comunidad.
Pase lo que pase el domingo habrá que confiar que el PP haya aprendido de todo lo sucedido y
se de cuenta que a los que les muerde un zombi, zombi son y que lo único que van a querer de
ti es pegarte un mordisco. Eso implica que en vez de intentar liquidar a los que no han sido
mordidos, intentes apoyarte en ellos cuando sea necesario. Y por último y no menos
importante, es imprescindible no tomar el pelo a los que te votan, los votantes de derechas
llevamos bastante peor que los de izquierdas eso de que nos tomen por tontos.