Aunque los aliados la llamaron “Operación tormenta del desierto”, el dictador iraquí Sadam Hussein la llamó “la madre de todas las batallas”. Nos estamos refiriendo al conflicto de la guerra del golfo ocurrido en el verano de 1990, que se inició cuando Hussein invadió Kuwait. Obviamente con aquel nombre, Hussein quiso dar toda la importancia posible a aquel conflicto para que su pueblo se implicase al máximo.
Las elecciones andaluzas se están convirtiendo para algunos partidos políticos como la madre de todas las elecciones por las posibles implicaciones que van a tener en el resto de los procesos electorales, entre los que se encuentran inevitablemente las elecciones municipales, algunas autonómicas y posiblemente las elecciones generales.
Nadie sabe a ciencia cierta cual va a ser el resultado final una vez abiertas las urnas. Andalucía, como muchos expertos apuntan, es tierra de sorpresas. No hay que olvidar que en las pasadas elecciones la socialista Susana Díaz ya contaba con la enésima victoria del tripartito, Moreno Bonilla preparaba un discurso de despedida ante el inevitable batacazo del Partido Popular, Vox suspiraba por entrar con algún diputado en un proceso electoral al que estuvo a punto de no presentarse.
Yo estaba aquel día en Sevilla como apoderado en las elecciones, y más allá de todas estas previsiones y encuestas se podía detectar cierto deseo de cambio entre la gente que se acercaba a depositar su voto por los comentarios que directamente te hacían. El recuento del colegio electoral donde me encontraba inicialmente parecía que daba lugar a un resultado como el comentado anteriormente. Pero cuando aparecieron los resultados más o menos consolidados las risas de unos cambiaron a lloros y los semblantes serios se convirtieron en sonrisas escasamente contenidas.
Pero los resultados y la aritmética electoral cambiaron el destino de Andalucía. Ciudadanos y Vox obtuvieron un gran resultado, lo que compensó la debacle del Partido Popular. Gracias a la generosidad de unos y otros, Partido Popular y Ciudadanos han gobernado en Andalucía desde aquel día. A los partidos de izquierdas solo les quedó el organizar “marchas antifascistas” para tratar de esconder su dolorosa derrota. De hecho, se han quedado ahí desde entonces, como demostró la vicepresidenta del gobierno Yolanda Diaz cuando volvió a mentar por enésima vez a Franco en uno de sus mítines.
Andalucía ha crecido considerablemente bajo el mando de populares y Ciudadanos. En condiciones normales todo haría pensar que la gente que les votó posiblemente vuelva a hacerlo. ¿A quién se le ocurriría cambiar las cosas que funcionan bien?
Pero las encuestas pronostican otros resultados, quizá con la gente encuestada pensando más a nivel nacional que autonómico. También es cierto que muchas encuestas se utilizan más con el objeto de incidir en el resultado final que limitarse a tratar de pronosticarlo. En escasos días comprobaremos si sus pronósticos han sido eficaces o no. Yo sigo pensando que el voto debe ser un proceso meditado mucho más allá de lo que marcan las campañas electorales o el sentimiento de votar lo que dicen las encuestas que va a ganar.
Si estamos de acuerdo con lo que ha hecho un gobierno no hay nada más útil que darles el voto y si no se está de acuerdo hay que buscar otras opciones que se consideren que puedan hacerlo mejor. Y también hay que pensar el ámbito de cada elección, algo que se olvida con cierta frecuencia.
Hussein perdió aquella madre de todas las batallas, aunque curiosamente vendió en su pueblo que realmente la había ganado. Es habitual que todos vendan victorias tras las elecciones o resultados menos malos de los esperados, pero al final tras el 19J solo uno o varios partidos gobernarán Andalucía.