En un momento crítico de la guerra civil española, cuando mayor era la presión del ejército de Franco sobre el norte de España, el alto mando republicano ideó una operación de distracción. El objetivo era que los nacionales tuviesen que desplazar sus tropas lo más lejos posible del norte de España. Pero a la hora de tomar la decisión del dónde y del quién, se impuso la tesis de que deberían ser unidades comunistas las que llevaran a cabo la ofensiva. Todo ello a pesar de que estas se encontraban demasiado cerca del norte, con lo que el efecto de distracción no se consiguió y el norte de España cayó finalmente en manos de las tropas de Franco.
El desastre que provocaron los comisarios políticos comunistas lo narra el alicantino Jesús Pérez Salas, teniente coronel del ejército de la Republica durante la guerra civil. Este experto oficial, veterano de la guerra de África, se escandalizó de que, bajo las directrices del socialista Largo Caballero, se nombraran como oficiales a personas versadas en el arte de la comunicación política, pero con escasos conocimientos de táctica militar. Esta forma de designar a los oficiales generó un sentimiento de que, para poder alcanzar un puesto de responsabilidad era imprescindible ser afecto al régimen, o que incluso podías acabar delante de un pelotón de fusilamiento si eras un poco crítico.
El famoso lema de “prefiero gente con un noventa por ciento de lealtad y un diez por ciento de capacidad” provocó que la mayoría de los enfrentamientos bélicos cayeran del lado del ejército de Franco.
Es lo que algunos llaman “el mal del enchufado” que se repite en demasía a lo largo de nuestra geografía, fundamentalmente en la administración pública. La existencia del funcionariado se basaba precisamente en la posibilidad de disponer de un cuerpo de trabajadores preparados y que no fuesen dependientes del poder político de cada momento.
Pero aparecieron y se multiplicaron los cargos de asesores y los de libre designación. Los asesores son cargos que se puede asumir cercanos a un partido, pero los de libre designación se han degradado de tal forma, que prácticamente se han convertido en una especie de asesor dirigiendo a un grupo de trabajadores públicos.
El gobierno del tripartito ha efectuado una labor de ir colocando en todos los puestos posibles, no a los más preparados sino a los más afines. Con esto ha conseguido un doble objetivo. Por un lado, dotar de un sueldo a una persona cercana que quizá no lo tenga en dicho momento, y por otro, disponer de una persona más preocupada en contentar al político que lo ha nombrado que en realizar un servicio público eficaz.
Quizá ante la cada vez más cercana celebración de elecciones, el tripartito quiere tener el mayor número de personas colocadas, de tal forma que puedan ser de ayuda para obtener la victoria electoral.
Pero como aseguran muchos estudios, colocar un enchufado en un puesto de baja categoría, puede desincentivar el trabajo del resto de trabajadores, pero cuando el enchufado es responsable de un departamento o servicio la eficacia del mismo decae terriblemente.
A veces esa pérdida de la eficacia no se nota enseguida, sino que es un proceso lento pero inexorable y que es de difícil reversión. Pero en casos de situaciones de crisis sí que se evidencia la capacidad de las personas que toman las decisiones.
No hay nada como observar el desastre en el que el tripartito de izquierdas ha convertido la sanidad pública valenciana para ser consciente del drama que suponen los comisarios políticos socialistas tomando decisiones que afectan a la salud de los valencianos. Por ello es necesario al observar este desastre, no mire usted a los profesionales, sino que mire a las personas que están por encima de ellos, tomando decisiones y, es un decir, planificando las acciones a realizar. Solo hay que ver el deterioro que se ha producido tras la reversión del área de salud de Torrevieja y comprobar los vínculos con los partidos del tripartito de las personas que ocupan los puestos de dirección y que toman las decisiones críticas.
Y al tripartito le ocurrirá como le pasó al gobierno de la república, que se dieron cuenta demasiado tarde que confiar en los leales más que en los competentes solo conduce al desastre.
Por eso es necesario que esta lacra de la libre designación se contenga o al menos sea lo suficientemente transparente para conseguir que las personas responsables de gestionar la vida de los valencianos estén lo más preparadas posibles.