“No debes dedicar tu tiempo a esa tarea, el precio de tu hora es mucho más cara que la de los administrativos”. Esas palabras fueron las que me dedicó hace unos años el mánager de mi equipo de trabajo en una consultora en la que yo trabajaba. El tema era la escritura de los informes que realizábamos en un tiempo en el que la informática personal no estaba tan extendida como ahora. Todos los consultores escribían sus informes a mano, para que después el equipo administrativo los pasara al editor de textos “WordPerfect”. Yo pensaba que yo podría adelantar el trabajo escribiendo el informe en el ordenador, para que luego otros hicieron el formateado final. Mi superior no pensaba lo mismo y me enseñó las tarifas de la hora de consultor y las tarifas de la hora de administrativo. Obviamente me hizo reconsiderar muchas de mis pensamientos iniciales acerca de los trabajos en equipo y las especializaciones de cada uno.
Mi trabajo en aquella consultora fue toda una experiencia positiva para asimilar muchos conceptos de trabajo en equipo, plazos, eficacia, eficiencia, medios disponibles, recursos escasos, rentabilidad, la diferencia entre lo importante y lo urgente, y muchos más.
Todos estos conceptos se hacen fundamentales en la situación de colapso en la que se encuentra la sanidad pública y ante la que parece que nadie encuentra solución. El gobierno del tripartito de izquierdas se contenta diciendo que han incrementado notablemente la inversión en la sanidad, pero lo único cierto es que los resultados objetivos son terriblemente desastrosos.
Hay un aspecto evidente y que puede justificar ese desastre, y es la capacidad técnica de las cúpulas directivas de la Conselleria de sanidad, así como de los principales responsables de los diferentes estructuras sanitarias. El tripartito ha buscado mayor lealtad y amiguismo por encima de la capacidad, con lo que el resultado obtenido es el esperable. Gestionar de forma eficaz una crisis con recursos escasos es complicado, pero más todavía si las personas que deben hacerlo no están lo suficientemente preparadas para ello. Para empeorar la situación, a esa incapacidad hay que sumar su sectarismo contra el personal médico, que es precisamente uno de esos recursos más limitados.
Los médicos son el personal central de la sanidad, aunque obviamente esto no indica que el resto no sea importante. Pero no se entiende que, en todas las contrataciones de personal que está realizado la Conselleria destaque por encima de todo el escaso porcentaje de médicos que se incorporan. Todavía es más grave el hecho de que muchas de esas plazas de médicos que se ofertan, ni siquiera se cubran dadas las escasamente atractivas condiciones que tienen.
Es imprescindible hacer una oferta de plazas estables y razonablemente remuneradas que facilite el incremento de médicos disponibles en la sanidad pública. Si no se actúa pronto, muchos de ellos se irán a cubrir las ofertas de otras comunidades o países, o incluso engrosarán las listas de trabajadores de la sanidad privada. Es llamativo que, dada la incapacidad del gobierno de la izquierda progresista, esta sanidad privada está creciendo de forma imparable.
Pero además de todo esto, vuelvo al origen el artículo, dado que el médico es un recurso escaso, es imprescindible optimizar el uso de su tiempo y dedicarlo principalmente a las tareas en las que es especialista, que es la de la atención médica a los pacientes.
Los tiempos cambian, los sistemas cambian, las necesidades cambian y existen posibles mejoras de los procedimientos a seguir. Por ello no se puede pretender seguir trabajando sin poner en dudas los protocolos que se están utilizando. A lo mejor unas pequeñas modificaciones mejorarían la atención de forma notable, sin incrementar el coste. Pero da la sensación de que la única medida de preocupación por la sanidad es el dinero que inviertes en ella. Lo de eficacia y tripartito de izquierdas se ha convertido en un antónimo.
Es urgente estudiar los protocolos de trabajo que realizan, eliminando de sus listas de tareas las que podrían ser realizadas por otros colectivos, o que directamente no son necesarias. También se debe optimizar la usabilidad de los sistemas informáticos y no obligando al médico a pelear con ellos robándole parte del tiempo de su atención al paciente.