(Publicado en ABC el 1/12/2023)
Allí estaban los portavoces de la izquierda valenciana, posando en las Corts Valencianes con el documento del acuerdo sobre la tasa turística en una mano y la otra con el puño en alto. Sonrientes como si acabasen de tomar el palacio de invierno y encantados en su cruzada de subir la presión fiscal sobre ciudadanos y empresarios.
Una cruzada que fueron incapaces de explicar y cuando se daban cuenta de su incapacidad didáctica, acababan con su mensaje de odio al turista en general, hablando de los mismos como si fuesen los ostrogodos de Totila tras el saqueo de Roma. Parece que los únicos visitantes que les hacen felices son los que llegan en patera a las costas españolas y que después son repartidos por nuestra Comunidad por el gobierno del socialista Sánchez.
En el pasado pleno donde se debatía la derogación de la tasa turística, fue bastante patética la defensa final que plantearon los portavoces socialista y de Compromís. La socialista se limitó a hablar de la “hiperbolización de la medida”, a ver si podía salir del charco sin mojarse demasiado. Pero sin duda, la estrella fue la portavoz adjunta de Compromís, Aitana Más, hablando de la subida del precio de los hoteles y que total uno o dos euros más de tasa no iban a significar nada. También insistió en que en muchas ciudades se aplicaba y no había caído la demanda. Ni rastro de los informes serios que había pedido el sector al respecto de la incidencia de la tasa turística en la Comunidad Valenciana. Pero es cierto que el pasado ejecutivo del Botánico no se caracterizaba por un profundo análisis del impacto de sus medidas. Esta portavoz, fue en su reciente etapa como Consellera muy conocida por su decreto que implicaba una subida del coste de más de quinientos euros por las plazas en las residencias sociales. Su propuesta fue que no se podía repercutir esa subida a los ciudadanos y que toda debería ser asumida a costa del beneficio industrial de los empresarios. Vamos, una experta en gestión económica y que provocó que en una reunión de la patronal del sector dijesen “que no sabían que es lo que le habían enseñado en la universidad”.
Lo de minimizar el impacto de una subida de uno o dos euros demuestra un profundo desconocimiento del sector turístico en muchas de las localidades de nuestra comunidad. Tampoco haca falta ser un gurú económico para saber que ese tipo de subidas puede tener mucha más influencia de la prevista. Yo recuerdo todavía la odisea del restaurante al que iba a comer “de menú” con mis compañeros de trabajo. A pesar de ser algo más caro que su competencia, tenía mucha afluencia de gente hasta que decidió subir cien pesetas el precio del menú e incluir el café. Una medida que parecía no tener mucha incidencia, pero, que supongo que entre otras, supuso una reducción de clientes que implicó su cierre un año más tarde.
No obstante, la izquierda valenciana trató de seguir su hoja de ruta de penalizar el turismo pensando que no les iba a afectar. Tal como apuntaba el economista estadounidense Milton Friedman “El Congreso puede aumentar los impuestos porque puede persuadir a una parte suficiente de la población de que otro los pagará”. Esto me generó un momento muy divertido cuando charlando con un amigo de Compromís me dijo que la tasa turística serviría para que los extranjeros y los “pichones” de Madrid pagaran más. Le apunté que dado que él solía veranear en un pueblo de Castellón, también él iba a pagar la tasa. Aún recuerdo su cara de “tierra trágame” cuando su mujer le espetó “¿Això és així?.
El afán recaudatorio y cierto odio al visitante crearon una medida en víspera electoral que la izquierda no pudo explicar, probablemente no tenga explicación, y que es posible que les costara unos cuantos votos y quién sabe si supuso la caída del gobierno botánico. Lo mejor es que se ha quedado como el sueño de una noche de verano.