El president del Consell se sienta enfrente del ordenador, pincha sobre el enlace que le ha llegado a través del correo. Tras confirmar la autorización del uso de la cámara y del micrófono puede ver como su imagen aparece en pequeño en una de las esquinas de la pantalla mientras en el centro puede ver un enorme sillón vacío. Pasan los minutos y no aparece nadie, durante unos momentos piensa que igual era un correo trampa y estaba siendo sometido a una estafa como sus colegas de Compromís en la empresa municipal de transportes en Valencia. Mientras observa como el segundero de su reloj da una y otra vuelta, una voz le hace regresar su mirada a la pantalla. Allí está el presidente del gobierno que le sonríe. Tras los saludos protocolarios el presidente del gobierno pone semblante serio y empieza a hablar. “Querido Ximo, sabes que estamos en un momento difícil y, que las farmacéuticas no nos están enviando las dosis de vacunas esperadas. Como comprenderás, debido a los pactos de gobierno, no puedo dejar de enviar las dosis que esperaban ni al País Vasco ni a Cataluña. Además, fíjate, con todos los terroristas que estoy trasladando al País Vasco para que gocen de privilegios carcelarios, aun me tocará enviarles algunas dosis de más. Y en Cataluña, ahora que están en plena negociación del gobierno es bueno que piensen en nuestro gran exministro Illa.  Afortunadamente tú siempre has sido un gran defensor de montar una alianza mediterránea estilo “Commonwealth” con els Països Catalans. Creo que ellos verán con buenos ojos la generosidad del gobierno valenciano cediendo parte de las vacunas que les tocan.

Mientras el president del Consell trata de reaccionar, el presidente del gobierno continua “Y no quiero que pienses en ningún caso que esta decisión es debido a que apoyaras a Susana Díaz en mi enfrentamiento con ella en las primarias. Sabes que no soy en absoluto rencoroso”. Mientras dice estas últimas palabras una enorme sonrisa inunda su rostro. “No obstante a pesar de haberte reducido el número de vacunas para los valencianos voy a darte una oportunidad para recuperar diez mil dosis. Nos vemos pronto”.

Ante la mirada estupefacta del President, el presidente desaparece y aparece un hombre cuyo rostro le cubre un antifaz, con un enorme parecido al ministro Ábalos, con tres cubiletes y una bolita en las manos que coloca encima de la mesa. Introduce la bolita en uno de los cubiletes al que da la vuelta y los empieza a mover entremezclándolos con los otros dos mientras grita “Si adivina donde está la bolita se lleva diez mil dosis para su Comunidad”.

El President señala el izquierdo con gran seguridad, pero su rostro cambia de semblante cuando comprueba que la bolita no está allí. El misteriosos enmascarado le dice “Seguro que a la próxima lo acierta, ¿se juega cinco mil contra veinte mil dosis a que lo hace?”

El President mueve negativamente la cabeza y murmura “No gracias, que me va a tocar vacunar a los valencianos con agua bendita”. En ese momento el President despierta y alegre comprueba que era tan solo una pesadilla. En ese momento suena el teléfono y comprueba que es la Consellera de Sanidad que le informa que la Comunidad Valenciana la más perjudicada en el reparto de vacunas, que no hay ninguna justificación posible a tal escaso número de dosis.

La Consellera le pregunta si debe hacer alguna declaración de queja al respecto, mientras el president que camina con semblante serio mira la pantalla del ordenador, pone rostro de asombro y le responde “No hace falta, diremos que son criterios técnicos de reparto”. Al colgar el president seguía con su cara de sorpresa al ver que en la pantalla del ordenador se podía ver una mesa con tres cubiletes.

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