Publicado en el diario ABC el 29 de mayo de 2024
No pude dejar de pensar en la “maldición de Sartre” tras leer la primera pregunta del examen de filosofía, mientras mis ojos recorrían rápidamente el enunciado, buscando la segunda. Esa maldición era una de las bromas que utilizábamos un amigo y yo mientras preparábamos los exámenes de acceso de selectividad, ahora conocida como PAU (Pruebas de Acceso a la Universidad). El temario de la asignatura de filosofía para aquel año estaba formado por diez temas, cada uno de ellos dedicado a un filósofo. Durante el curso solo vimos en clase los ocho primeros. La profesora recomendó a los que nos fuésemos a presentar al examen de selectividad, que estudiáramos por nuestra cuenta los dos últimos, dedicados a Sartre y Wittgenstein.
Por cuestiones de reparto de tiempos, lo cierto es que apenas leí aquellos temas, pensando que era altamente improbable que las dos preguntas (debía elegir responder tan solo una), fuesen sobre la misma época. Como pueden imaginar, “la maldición de Sartre” se refería a que las dos preguntas iban a tratar sobre aquellos dos filósofos.
Debido a un error del tribunal de aquel año, la primera pregunta era sobre un tema que no estaba contemplado en el temario. Así que, antes de leer la segunda pregunta pensé que iba a estar referida, para mi desgracia, a Sartre o Wittgenstein. Afortunadamente no fue así y pude responderla adecuadamente, pero todo aquel suceso supuso una imborrable lección de que a veces las probabilidades y el azar hay que gestionarlos con cierto cuidado.
Unas cuantas décadas después, como cada año, los estudiantes que finalizan sus estudios de bachillerato iniciarán los exámenes de la PAU.
Los exámenes de la PAU es la única prueba externa que evalúa tanto a estudiantes como a profesores e institutos de cada una de las comunidades autónomas. No podemos olvidar que el análisis global de los resultados de los estudiantes de un instituto puede realzar la labor realizada por el centro o bien dejarla en evidencia. También es cierto que el examen de la PAU no impide prácticamente a casi ningún estudiante su acceso a la universidad, pero sí que puede limitar notablemente sus posibilidades de acceso a grados de alta demanda como por ejemplo pueda ser el de medicina. En estos grados es donde se acentúan las reticencias de unas comunidades sobre la facilidad que tienen los exámenes de otras.
El Partido Popular, con cierto sentido común, ha propuesto que los exámenes de acceso a la universidad deberían ser únicos en toda España y ha avanzado que planea hacer una prueba común en las comunidades en las que gobierna. Es un modelo que facilitaría al gobierno español garantizar una educación de calidad, independientemente del lugar en el que vivas.
Y me pregunto ¿Tiene sentido un examen único de acceso a la universidad? Sin duda. ¿Es viable? No sería mucho más complicado que el modelo actual, pero además garantizaría una educación uniforme y comparable en cuanto a contenidos y exigencias para todos los jóvenes que estudian en España.
Y ahora viene la pregunta del millón ¿Y qué hacemos con las lenguas cooficiales como el valenciano o el gallego? Yo entiendo que pueden formar parte del examen de su correspondiente comunidad, pero jamás deberías ser de forma obligatoria como es en la actualidad. Hoy en día, un estudiante valenciano, que por ejemplo desea estudiar medicina en la Universidad de León, puede ver limitado sus posibilidades de éxito por el examen de valenciano que no han tenido que realizar los otros miles de estudiantes que optan a la misma plaza.
La solución podría ser que ese examen de lengua cooficial fuese optativo y que incluso fuese bien valorado (hasta dos puntos) en los accesos a las universidades de tu comunidad cuando se considere. También, como parece contemplar la nueva ley de libertad educativa, que la nota obtenida en dicho examen sea equiparable a los certificados de valenciano. Así los estudiantes de nuestra comunidad realizarían el mismo número de exámenes que los del resto de comunidades autónomas sin lengua cooficial.
Ignoro si el Partido Popular avanzará en sus comunidades en la idea de ese examen común. De entrada ya podrían empezar con un calendario común de realización de las pruebas, lo que facilitaría enormemente la posterior elección y matriculación en la universidad donde el estudiante desea estudiar el grado.
Lo de la optatividad de los exámenes de las lenguas oficiales, me temo que lo dejarán como hice yo con los temas de Sartre y Wittgenstein. Quizá algún día muchos votantes les lancen la maldición de Sartre.
No quiero acabar el artículo deseando la mejor de las suertes a todos los estudiantes que van a iniciar sus exámenes de la PAU, y un fuerte abrazo a sus padres y seres queridos que seguro sufrirán con ellos estos días.