El general Custer fue un militar estadounidense cuya fama trascendió más por su estrepitoso fracaso en una batalla contra los indios nativos norteamericanos que por cualquiera de sus pequeños éxitos. No obstante, en una época en la que los norteamericanos del Este estaban ávidos de las fabulosas historias que recibían del Oeste, Custer fue mitificado en un espectáculo organizado por el popular Búffalo Bill. A nuestros días su historia llegó en el cine a través de muchas películas, la más conocida “Murieron con las botas puestas”, con un Errol Flynn desafiando a centenares de indios con su espada de única arma. En el mundo real, Custer fue conocido por sus cargas suicidas en las que milagrosamente casi nunca era herido, forjando así un aura de “hombre con suerte”.
Pero, la suerte de Custer se acabó un día de junio, cuando anteponiendo toda lógica estratégica y táctica se decidió atacar con doscientos soldados un campamento de más de seis mil provenientes de varias tribus indias.
La suerte de Rajoy parece haber terminado también un día uno de junio cuando ha sido desalojado de la presidencia de gobierno por el socialista Sánchez, que fue apoyado también por un conglomerado de partidos difícilmente encuadrable en algo más allá de un par de objetivos comunes.
Posiblemente me falte mucha información sobre lo que le llevó a Rajoy a realizar una última carga sabiendo que con ello marcaba el final del Partido Popular en el gobierno de la nación. Un final poco épico, en el que el ya expresidente se ausentó durante una buena parte del debate de la moción de censura y su lugar en el escaño fue ocupado de forma cutre por el bolso de Soraya Sainz de Santamaría. Al igual que parece que forzaron a los ex presidentes de Murcia y la Comunidad de Madrid en que dejaran sus cargos antes de que los populares perdieran el poder, en general era bastante esperado que Rajoy dimitiera y ganara un poco o un mucho más de tiempo para hacer frente al desafío de la coalición socialista-independentista-nacionalista-filoterrorista liderada por Pedro Sánchez. No ocurrió así, y al igual que Custer, totalmente rodeado de indios, probablemente miró al cielo esperando que de alguna forma su suerte volviera a él en un momento tan crítico, Rajoy esperó hasta el último momento que alguien cambiara su voto, que se repitiese el Tamayazo o algo así. Un día de junio, Custer y sus hombres fueron exterminados cerca del rio Little Big Horn, también en junio Rajoy abandona el congreso con un nivel de autocrítica muy bajo. Debió haberse ido hace ya algún tiempo y haber preparado a uno o varios posibles sucesores para salvaguardar a su partido. No lo hizo y ahora deja a su partido huérfano de liderazgo y poder, y lo que es peor sin visos de recuperarlo a corto plazo.
Cuando la columna de otro general llegó al rescate de Custer tres días después, se encontró con el desastre y al preguntar sobre lo sucedido a uno de los lugartenientes de Custer que se había salvado, éste le comunicó escuetamente “señor, se han cometido errores”. El PP ha cometido muchos errores, la única forma de superarlos es reconocerlos y no repetirlos, pero de momento parece que no se encuentran en ese camino.