(Publicado en Alicante24horas el 18/04/2011)
Uno de las características positivas de las franquicias es que proponen un modelo de negocio similar, casi idéntico, a todos los establecimientos de la misma, sean tiendas o restaurantes. Por ejemplo, si uno acude en cualquier lugar del mundo a un restaurante de las famosas hamburgueserías, encontrará casi la misma carta de productos y con mínimas modificaciones y el sabor será el mismo. El modelo de franquicia limita en ocasiones la esperanza de encontrar algo nuevo pero sí tranquiliza al usuario sabiendo lo que va a encontrar y garantiza un mínimo de calidad debido a los controles que los responsables de las franquicias suelen realizar.
El Partido Popular y el Partido Socialista habían conseguido en cierta forma ser una franquicia que tranquilizaba a los potenciales votantes dando unos “mínimos” de calidad en las propuestas que ofrecían. Hubo un tiempo en el que los integrantes de las listas electorales que presentaban eran en su mayoría personas con los suficientes conocimientos y capacidad y, en muchos casos, con una experiencia profesional contrastada.
No obstante, las propuestas de los dos grandes partidos en nuestra Comunidad Valenciana han sufrido un proceso degenerativo notable a nivel de calidad profesional y en muchos casos cercano a la cara dura más absoluta. El partido socialista inició sus propuestas con candidatos de bajo nivel cultural o escasa experiencia profesional, para luego continuar con listas de perfil peor. En alguna, como en la de Benidorm, se atrevió a incluir en lugar preferente a la secretaria del tránsfuga que les había dado la alcaldía un año antes. Me contaron un chiste al respecto en la que un ciudadano le preguntaba a uno de los dirigentes del partido socialista “¿Cómo os habéis atrevido a poner en las listas a la secretaria del tránsfuga? “, a lo que dicho dirigente le contestó “Es que poner al tránsfuga directamente ya nos parecía demasiado”.
Si en PSOE la esperanza se había perdido, las listas de Camps han quebrado ya cualquier posibilidad de regeneración democrática en el Partido Popular. Ha superado en número de imputados o pendientes de imputación a lo que cualquier votante sensato pudiera soportar. Pero, posiblemente confiado en su franquicia Partido Popular, Camps ha debido pensar que daba igual, que la sombra de Zapatero ha sido y es lo suficientemente ruinosa como para que cualquier votante indeciso se planteara votarla.
Desde el Partido Popular se han apresurado a demostrar que una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y que en el fondo un imputado no es un culpable. Posiblemente mucha gente esté parcialmente de acuerdo con dicha afirmación, ya que se basa con el concepto de presunción de inocencia, aunque también es cierto que en política se debería exigir mucho más.
Quizás sea el momento de cuestionar nuestro modelo de justicia, que permite que gente como el presidente de la Diputación, que casi fue detenido y con un despliegue de medios en los que solo faltó poner francotiradores en la avenida de la Estación, siga siendo imputado. O que gente como Ricardo Costa, también afectado por el caso Gürtel, esté en situación parecida. Ambos aparecen en lugares de segura elección en listas para el ayuntamiento de Alicante (y posiblemente como presidente de la Diputación) y como diputado a Corts Valencianes. En ambos casos ya ha pasado mucho tiempo. Yo me pregunto que cómo es posible que un ciudadano pueda llevar tanto tiempo la marca de presuntamente culpable, en vez de la de inocente o culpable.
En estos casos, para garantizar la higiene democrática, la justicia, además de ser cautelosa, debería extremar su rapidez para impedir que partidos sin escrúpulos puedan seguir explotando su franquicia sin avergonzar a los ciudadanos.