Publicado en el diario ABC el 26 de junio de 2024
Cuando a Jonathan Harker le encargaron la tarea de gestionar la venta de unas propiedades a un tal Conde Drácula, no podía imaginar que el viaje iba a ser menos placentero de lo esperado. El cochero le dejó en plena noche en mitad del bosque y Harker tuvo que esperar pacientemente, con los lobos aullando a su alrededor, hasta que llegase el transporte que le tenía que llevar al castillo del Conde.
Es de suponer que a Harker la espera se le hizo larga, tal como les ocurre a los miles de personas que llegamos a los aeropuertos de la Comunidad. Es muy probable que a la llegada te des de bruces con una inacabable cola de personas como tú que están esperando más o menos pacientemente la llegada de un taxi que te lleve a tu destino.
Los servicios hoteleros y de alojamientos en nuestra Comunidad han dado un salto cualitativo notable, nada que ver con el castillo del Conde Drácula. También los servicios de hostelería y entretenimiento disponibles en destino. La Comunidad Valenciana es un destino cada vez mas solicitado por miles de personas que desean pasar unos días aquí. Los aeropuertos han mejorado su capacidad para incrementar el flujo de vuelos. Pero seguimos teniendo un talón de Aquiles que es la conexión de los aeropuertos con la multitud de ciudades destino dentro de la Comunidad.
El aeropuerto de Manises tiene un servicio de metro que le comunica con la capital. El aeropuerto de Alicante-Elche sigue esperando mientras tanto esa conexión ferroviaria imprescindible desde que el Conde Drácula empezó a morder el cuello de los lugareños. Mientras tanto ha de conformarse con una línea de autobuses con una frecuencia que debería ser incrementada.
El metro y el bus tienen dos problemas fundamentales. El primero, que a determinadas horas de la noche dejan de funcionar y el segundo, el que muchos de los viajeros no tienen como destino las grandes ciudades junto al aeropuerto. En ambos casos, el único transporte público alternativo es el taxi.
En los tiempos de Bram Stoker y en el contexto de su novela, podemos entender la dificultad de poder subirse a un transporte con destino al tenebroso castillo del conde Drácula. En los tiempos actuales del Big Data, donde se conocen a la perfección el número de viajeros que van a llegar a un determinado aeropuerto en cada momento, donde ya se puede estimar con precisión mucho más que razonable su destino final y las necesidades de transporte de la mayoría de ellos, es incomprensible que la comunicación se base en que el taxista llame a su central y suelte el famoso “central envía compañeros al aeropuerto que hay mucha gente”.
Yo no puedo entender que los aeropuertos sigan dependiendo del servicio de taxis de un único municipio, por ejemplo, Elche en el caso del aeropuerto alicantino. Y mientras las colas aumentan, los taxistas de Elche siguen como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer al amo. A este problema hay que añadir, que cuando los escasos taxistas de la ciudad empiezan a cubrir los servicios del aeropuerto dejan prácticamente abandonada a las personas que quieren un servicio urbano. ¿Hacen falta más licencias? Probablemente. Quizá el alcalde de la ciudad debería quejarse menos de los ataques homófobos y centrarse más en solucionar los problemas de la ciudad. Pero parece que entre la incompetencia del Ayuntamiento y las presiones de los lobbies, las nuevas licencias jamás llegan.
La ley del taxi aprobada por el tripartito de izquierdas es un claro ejemplo de como no se solucionan los problemas de los ciudadanos en entorno cambiante.
Si un Ayuntamiento como es el de Elche, responsable final del servicio de taxis es incapaz de dar soluciones, es la Generalitat la que debería tomarlas. La más sencilla es la de permitir que taxis de otras localidades pudiesen dar el servicio del aeropuerto. A cambio los taxis de Elche podrían dar también el servicio en la estación del AVE o en la terminal de cruceros en Alicante. Pero aquí el corporativismo y el “entre bomberos no nos pisamos la manguera” también parece imponerse y nadie se atreve a dar el paso.
Obviamente la otra es la de incrementar las facilidades para que las VTC pudiesen ayudar a dar el servicio.
Pero en junio la Conselleria de Industria tuvo una reunión con el sector y dijeron que tomaban nota de los problemas. Seguimos esperando las medidas o el plan. Igual su plan es el del avestruz, esperar que el problema se solucione solo para evitar meterse en líos.
Hoy en día, cualquier pasajero, en medio de la cola, observa horrorizado como un taxi de Benidorm que deja un viajero en el aeropuerto de Alicante-Elche, debe volver de vacío. Luego nos venderán la moto de la agenda 2030 y el CO2 que despiden los coches.
Si no se actúa, el modelo se pervertirá y empezaran a aflorar muchas más empresas de transporte piratas ofreciendo sus servicios por internet.
Mientras la Conselleria y el alcalde de Elche siguen como el avestruz, cuando estemos en una cola esperando un taxi siempre podemos pensar que al menos no hay lobos aullando a nuestro alrededor, tal como le ocurrió al bueno de Jonathan Harker.