El presidente socialista Pedro Sánchez va a conseguir lo que alguno de sus predecesores, sobre todo José Luis Rodríguez Zapatero, había intentado sin éxito. Me refiero a lo de poner en duda la rentabilidad de ser o sentirse español o al menos defensor del concepto de España como país. Asumo al escribir la anterior frase, el chascarrillo que podría decir cualquier indocumentado izquierdista en base al famoso lema “una grande y libre”. Pero más allá de asumir estas cosas, lo que si parece cierto es que el presidente Sánchez a los que mejor trata son a los enemigos del concepto de España como nación. 

Las recientes humillaciones que ha recibido el presidente del gobierno español por parte de los independentistas catalanes no cabrían en la enciclopedia Espasa. Ya no sabemos si parece darle igual o si incluso disfruta arrastrando la representación de España por el fango. Pero es que además de indultarles, parece que les va a regar con la mayor cantidad de dinero proveniente de los fondos europeos. Por cierto, dinero que muy probablemente se dedicará a financiar el odio de todo lo español.

En cuanto a la negativa socialista a modificar la financiación de las autonomías, siendo la Comunidad Valenciana no una de las peores sino la peor financiada, quédese tranquilo. Ninguna manifestación va a bloquear las calles de las ciudades valencianas. Las pancartas y camisetas que llevaban alegremente los de Compromís y socialistas valencianos se han guardado de forma ordenadas por si algún día sus homólogos dejan de gobernar en Madrid.

Pero ya no solo es eso, en la reforma de las pensiones, parece que vamos a pagar el pato todos los españoles, exceptuando los del País Vasco y Navarra. Ambos con la excusa del famoso cupo nunca tienen que pasar por caja a la hora de pagar. Si usted espera que el conseller de economía del Botànic, Vicent Soler, prepare una queja formal acerca de estos privilegios fiscales, yo les recomendarían que lo hiciesen sentados. Parece que, para él, la única que hace dumping fiscal es la Comunidad de Madrid.

Pero aún hay más, otra ministra socialista, en este caso la señora Ribera, sigue con su empeño en acabar con el trasvase Tajo-Segura, mientras el presidente socialista Puig como siempre “pega la cabotà”. Algunos ya dicen que el motivo es que este trasvase “solo” afecta a la provincia de Alicante. Seguramente si “Carns de Morella” se abasteciese de ese trasvase, a lo mejor se enfadaba un poquito. Bueno, y eso que cuando hablamos de trasvases cancelados no se quiere recordar el del Ebro, que fue borrado por la presión de sus amigos catalanes.

Pero no se vayan, que si ya empezamos a contar las vacunas que nos llegan y las comparamos con las que deberían hacerlo por la población que tenemos, nos deberíamos poner a llorar. Mientras tanto, la consellera de Sanidad, Ana Barceló, prefiere centrarse en contar las excelencias de su gestión, en una gira por toda la Comunidad, evitando en lo posible comparecer en las Cortes Valencianas, no sea que alguien la despierte de su sueño.

Pero lo peor del todo no es que nos tomen el pelo a los valencianos, sino que además quieren hacernos creer que nos están perdonando la vida.  Como cuando el presidente Sánchez afirma que “Nunca ha llegado tanto dinero a la Comunidad Valenciana como ahora”.

Si me permiten volver a la pregunta del principio, yo estoy convencido que no solo merece la pena ser español, sino que yo estoy muy orgullos de ello. De hecho, ese orgullo forma parte de nuestro himno. Lo que no vale la pena es tener a presidentes de España, que no solo no la defienden, sino que además parece que la odian.

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