(Publicado en Alicante24horas el 16/02/2011)
Abandonaba el pabellón Pitiu Rochel el pasado domingo acompañado con mi familia con cierta euforia tras el partidazo de las chicas del Mar Alicante y la fiesta que se vivió en el pabellón. Era la primera vez que íbamos todos juntos a ver un partido de balonmano, aunque habitualmente acudimos al Rico Pérez y les pregunté a mis hijos que les había parecido. Mientras mi hijo asentía con gesto de satisfacción, mi hija me hizo una apreciación, que me dejo algo descolocado.
“Papa, lo que no veo justo es que mientras tenemos que pagar para ver los partidos de los chicos, los partidos de las chicas son gratis”.
Pude haberla rebatido diciendo que incluso para determinados partidos de hombres se suelen utilizar las técnicas de puertas abiertas, para facilitar una mayor afluencia de gente. También podría haber añadido que en deportes de equipo de hombres, salvo las excepciones del fútbol y del baloncesto, la gente no está demasiado acostumbrada a pagar una entrada. Pero en el fondo, considero que mi hija tenía bastante razón, el deporte femenino se halla desafortunadamente cuatro o cinco escalones más abajo del deporte masculino en la consideración del gran público.
Estoy convencido que no promocionamos lo suficientemente el deporte ni el masculino ni el femenino, desde todos los ámbitos. Siempre he considerado el deporte como un elemento imprescindible para mi formación como persona, no solo físicamente sino por supuesto mentalmente. El deporte, y sobre todo los deportes de equipo, te hacen ver de forma muy natural que el éxito y el fracaso no sólo dependen de ti, sino de los que te rodean, de los que trabajan a tu lado. El deporte en equipo favorece el compañerismo, te motiva a hacer un esfuerzo adicional para no defraudar al que están haciendo tus compañeros.
Como miembro de la sociedad entiendo que debemos apostar por el deporte desde todos los ámbitos, empezando por el familiar (con el inevitable esfuerzo pero también satisfacción que nos da a los padres), siguiendo por el escolar (la formación de los ciudadanos se basa en la cultura principalmente, pero el deporte es un complemento imprescindible) y por supuesto desde el Ayuntamiento. Creo que desde este se debiera apoyar mucho más a todos los clubes deportivos que trabajan en nuestra ciudad y que realizan una labor impagable.
Volviendo al tema del deporte femenino, considero que no solo tenemos que apoyar a equipos como el Mar Alicante, que pasean el nombre de nuestra ciudad de forma orgullosa, sino trabajar día a día, desde la base para que el deporte femenino forme parte activa de nuestra vida.
Es curioso que a los niños desde pequeños les enseñamos a chutar balones, mientras a las chicas se les anima a realizar otras actividades. El cambiar eso es una tarea que puede suponernos dar una vuelta de tuerca a modelos rígidos de pensamiento que llenan nuestra mente, pero considero que vale la pena. Hay que trabajar desde la base para conseguir que el deporte femenino de todas las edades se disfrute en nuestro soleado Alicante.
Cuando escribo estas líneas recuerdo el comentario de uno de los padres de una niña (imagino que de entre 10 y 11 años) que me decía con cierta melancolía en un partido en el que se enfrentaba el equipo de su hija y el de mi hijo, “Tu hijo podrá seguir jugando a fútbol, si así lo desea, durante muchos años en la infinidad de competiciones que se preparan a tal efecto, mi hija, que es una apasionada del fútbol, lo tendrá mucho más difícil.” Uno de nuestros objetivos debiera ser que esto no se cumpla, sino que cualquier alicantino, sea chico o chica tenga posibilidad de disfrutar con el deporte que le gusta.