Se dice que, en sus últimos días, Adolf Hitler, movía sobre un plano figuras que representaban divisiones alemanas sobre un plano del Berlín a punto de ser conquistada por las tropas soviéticas. El objetivo de Hitler era definir una estrategia para tratar de retrasar al máximo el avance soviético.
Pero el gran problema que tenía esa estrategia era que aquellas divisiones alemanas representadas por las figuritas de tanques, o bien no existían, o en el mejor de los casos estaban formadas por niños y ancianos mal armados al que Hitler les había pedido un último, e inútil al final, sacrificio.
Dicen que el papel lo asume todo, y la realidad que puedes dibujar o contabilizar pueden distanciarse en mayor o menor medida de esa realidad que quieres representar. En ocasiones puede ser por desconocimiento de la misma, o por cambios no previstos que surgen durante el tiempo. Pero es razonable que en asuntos tan importantes como son los presupuestos de una Comunidad Autónoma, los responsables de elaborarlos se tomen en serio trascribir la situación real a los números de ingresos y gastos que conformarán la política que desean aplicar.
Pero eso es impensable dada la fantasía reivindicativa en la que han caído socialistas, independentistas y comunistas en los que pueden ser los últimos presupuestos del Botànic.
Yo a veces imagino cuando al responsable de alguna de aquellas últimas divisiones alemanas le dijeran “El Führer le pide que lleve sus tanques el sector de Berlín Oeste”, y el pobre hombre no se atreviese a contestar “¿Tanques, qué tanques?
Pues algo así pasará en la Comunidad Valenciana cuando alguien trate de construir un colegio o un centro de salud, o intente contratar personal sanitario. Ya que, y no es una noticia fake, el propio Conseller Socialista de Hacienda, Vicent Soler, ha reconocido en la presentación de los presupuestos que “ha incluido dos mil trescientos millones de euros en dos partidas que no existen pero que tienen que existir”. Vamos, ¡Cómo los tanques de Hitler en 1945!
Pero mientras Soler se ríe de los valencianos con sus partidas ficticias, todos los que forman el actual entramado de poder se están moviendo ante un previsible fin de ciclo. En aquellos momentos de abril de 1945, Hitler pudo comprobar los movimientos de algunos de los hasta ese momento fieles seguidores, que empezaron a hacer planes para sustituirle o al menos sobrevivirle. Solo así se entiende el retraso en la aprobación de los presupuestos que nadie de los partidos de izquierda ha conseguido explicar. Parece que la guerra interna en el Botànic ha comenzado.
No obstante, algunos lo achacan solo al ansia de protagonismo de la vicepresidenta, Mónica Oltra, la que, en sus horas más bajas, ha pretendido en plan “canto del cisne”, hacer su última representación de poder retrasando la aprobación. Pero no solo eso, además tuvo la desfachatez de decir que si no se aprobaban los presupuestos no pasaba nada, que se prorrogaban los de año anterior. Así es, los presupuestos más importantes de los últimos años debido a la crisis del Covid “dan igual” para la dirigente de Compromís.
Pero, tras el paripé al final todo ha vuelto a su cauce. Yo ya imagino la conversación entre Puig y Oltra, con el primero diciendo: “Mónica, te voy a dar dos noticias, una buena y una mala, vamos a incrementar tus presupuestos en mil millones, pero de dinero ficticio”, a la que la segunda le contestaria “Fenomenal, ya que no pienso gastarlo como he hecho este año, es muy cansado planificar acciones de interés”.
Al final, tengo la sensación de que los valencianos quedamos como aquellos alemanes que arriesgaban su vida defendiendo Berlín, mientras los jerarcas nazis causantes de toda aquella tragedia o bien soñaban con divisiones de tanques que no existían o trataban de escapar por las alcantarillas.
Solo queda la alternativa de que los salarios del Consell y su lista interminable de asesores se pague de esa partida de ingresos ficticios, pero algo me dice que no lo harán.