(Publicado en Abc el 20 de octubre 2023)
El general romano Publio Cornelio Escipión no salía de su asombro cuando sus rivales políticos le acusaron de no haber actuado eficazmente contra el general cartaginés Aníbal y no haberlo traído como prisionero. Hasta la llegada de Escipión, habían sido varios los ejércitos romanos totalmente arrasados por Aníbal, por ello Escipión seguramente pensó lo triste que era que cualquier político hábil, como era el caso de Catón el Viejo, pudiera dudar de una de las mayores victorias de Roma.
Si alguien podía discutir la victoria de Escipión en Zama, era mucho más sencillo que un partido de la oposición pudiera oponerse a los nombramientos de cargos que pretendía realizar la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, o incluso votar que no a los inminentes presupuestos y regodearse de que el Partido Popular fuese a gobernar la capital de la Comunidad valenciana con los presupuestos prorrogados de Compromís.
Tras las recientes elecciones, los alcaldes de Valencia y Alicante, María José Catalá y Luis Barcala, habían decidido gobernar en solitario, a pesar de no tener la mayoría absoluta. Es muy posible que pensaran que eso les daba cierto caché dentro del Partido Popular y de ser más “guais”. En el otro lado, tanto Carlos Mazón como los candidatos populares de Elche y Castellón prefirieron llegar a acuerdos con Vox para tratar de asegurarse cierta estabilidad durante todo el mandato. Yo apuntaba en este diario que parecía evidente que los dirigentes populares no podían esperar ningún apoyo de socialistas, independentistas o comunistas dado el camino hacia el guerracivilismo que todos ellos han emprendido. Esto implica que en función de los acuerdos que los populares llegasen con Vox en cada lugar, permitirían a unos gestionar mucho mejor que otros.
Es probable que Catalá y Barcala pensaran que dando ciertas dádivas a los concejales de Vox en forma de sueldos y asesores podían tener las votaciones medianamente aseguradas. Al principio parecían tener razón ya que prácticamente hasta la fecha, estos últimos parecían haber asumido el papel de pagafantas en ambos ayuntamientos. La definición de pagafantas es el de aquella persona que actúa para agradar a otro, no atendiendo a su propio beneficio, a la espera de alguna retribución improbable en el futuro, y que es visto como un tonto útil. Y es que no pactar con ellos es como reconocer que el peor concejal del Partido Popular en sus localidades es preferible al mejor concejal de Vox.
Parece que Vox se dio cuenta que no tenía mucho sentido seguir siendo el pagafantas de la corporación en Valencia y empezó a votar en contra de las propuestas de la alcaldesa popular. Catalá, entiendo que hábilmente, ha asumido que mejor una vez roja que mil colorada y ha incorporado concejales de Vox en el gobierno.
Es llamativo que la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Sandra Gómez, lo haya denominado como “el pacto de la vergüenza”. Actualmente lo que parece evidente es que ningún socialista pueda hablar de ningún pacto sin avergonzarse, tras sus acuerdos con filo terroristas, independentistas y comunistas. Pero parece que los socialistas creen que los españoles, al menos los que les votan, tienen pocas entendederas.
En Alicante parece que Vox ha despertado algo, tras sus incomprensibles cesiones al alcalde popular retirando una propuesta que defendía el uso del castellano y apoyando inicialmente la creación de un gran número de direcciones generales en el Ayuntamiento. Por allí circula una broma al respecto que cuenta que tras esos absurdos posicionamientos, se acercaron a los concejales de Vox varias personas tratándoles de vender la Estatua de la Libertad y la Torre Eiffel. Habrá que estar pendiente de los próximos acontecimientos en Alicante, en cualquier caso.
Al final los populares van asumiendo lo que le dijeron al presidente estadounidense Johnson refiriéndose al director del FBI John Edgar Hoover “Es mejor tener al indio dentro de la tienda meando hacia afuera que tenerlo fuera meando hacia dentro”.
También es comprensible que el Partido Popular quiera comerse el espacio de Vox y que Vox quiera mantenerlo e incluso incrementarlo. Pero mientras tanto, hay que gobernar y mejorar la vida de los ciudadanos y dado el compartimiento irresponsable de la izquierda en este país, es preferible que PP y Vox lo afronten con cierta unidad y respeto mutuo, obviamente sin asumir nadie el papel de pagafantas.