El aliento de la bestia

El aliento de la bestia

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(Publicado en el diario el mundo el 16/6/14)

“Todo ha ido a peor cuando les hemos dado demasiados derecho a los negros”. Me quede lívido al escuchar una frase que me parecía tan desafortunada que empecé a plantearme que quizá había entendido mal o que en el fondo mi conocimiento del inglés no era el suficiente.

Minutos antes, mi esposa y yo cogíamos un taxi o servicio de transporte compartido. Era 1995 y nuestra primera visita a los Estados Unidos, Cuando el taxi se detuvo en el lugar pactado de recogida, salió del mismo otro pasajero, una persona de mediana edad que amablemente nos saludó y cortesmente dejo pasar a mi esposa dentro del coche, donde ese hallaba también la esposa del señor. Eran otros viajeros que compartían el taxi con nosotros, para mi era la primera vez que compartía un transporte en aquellas condiciones pero tampoco lo vi extraño. La distancia al hotel no era mucha, aún así entablamos una conversación banal sobre los Estados Unidos y sobre lo que nos había impresionado. Al preguntarme nuestra procedencia, le dije que eramos de Alicante en la costa mediterránea de España. El dijo no haber visitado nunca España y me dijo que ellos eran un matrimonio sudafricano. Yo le contesté que me encantaría visitar su país aunque nuestras playas tenían algún tiburón menos que las suyas. Cambió algo su semblante (por un momento pensé que mi bromita de los tiburones no le había hecho gracia) y empezó a decir que la situación en su país se había deteriorado al dar derechos a los negros y que había crecido enormemente la inseguridad de los ciudadanos. Recuerdo el rostro de la mujer sudafricana asintiendo lo que su marido decía. Parecían una pareja normal, cortés, amable, simpática, pero quizá daban como normal y razonable una situación que era auténticamente espeluznante como era el Apartheid, pero que ellos comentaban y reivindicaban con una naturalidad terrible.

Salvando las distancias, la verdad es que en nuestro país, y más concreto en nuestra Comunidad y todavía más concreto en nuestra ciudad parece que mucha gente empieza a ver como normal comportamientos totalmente fuera de toda lógica. Recuerdo las palabras del anterior director de este periódico, Pedro J. Ramírez, diciendo que si un medio británico hubiese publicado una foto del mensaje enviado por un ministro inglés a alguien como Bárcenas hubiese dimitido a los pocos minutos, y no como Rajoy que ya parece haber olvidado el caso. En la mayoría de los países civilizados hubiese sido impensable que un presidente como Camps hubiese ganado unas elecciones con mayoría absoluta a pesar de ser inminente su llegada al banquillo de los acusados.

Si hablamos de Alicante, la situación que algunos dan como normal es cuanto menos preocupante. La alcaldesa Sonia Castedo imputada por varios casos de corrupción y el teniente alcalde, Andrés Llorens, a punto de ir al banquillo de los acusados acusado de haber adjudicado la construcción de una plaza después de que esta hubiese sido construida. El departamento de Atención Urbana, que dirige Llorens, se encuentra ahora en en el centro de la tormenta al ser públicas las conversaciones de algunos técnicos que parecen más preocupados por generar ganancias a los amigos que por el interés de los ciudadanos. Muchos de los concursos lanzados por dicho departamento sólo han tenido una oferta debido a la sensación de que los pliegos estaban dirigidos o que limitaban la libre competencia con clausulas como las que impedían bajar poco más de un uno por ciento sobre el precio inicial, como en el contrato de limpieza viaria.

Pero parece no pasar nada, máxima normalidad en el Partido Popular alicantino, y cuando detallas todas estas barbaridades y contestan que si la presunción de inocencia o que si no hay sentencia en firme, me viene a la mente el rostro de la mujer sudafricana asintiendo y dando la razón a su marido de lo bueno que era el Apartheid.

Huérfanos de la tormenta

Huérfanos de la tormenta

huerfanosdelatormenta

(Publicado en el diario la verdad el 10/06/14)

Una tormenta perfecta parece haber caído sobre nosotros: el sorprendente resultado para algunos de las elecciones europeas, la abdicación de D. Juan Carlos, miles de manifestantes paseando por las calles con banderas republicanas, el fin de los días de Rubalcaba y el vodevil que los socialistas han organizado para sucederle, los vaivenes del Partido Popular que pasan de la dignidad a la indignidad y viceversa en cuestión de minutos sin que parezca que hayan dejado de ser los de siempre y todo ello en poco más de una semana.

Hacía tiempo que los dos partidos mayoritarios no ponían tanto interés en ocultar unas elecciones, retrasando lo posible el que se conocieran los candidatos, con campañas de perfil bajo, con debates precocinados que sólo sobrevivieron al más absoluto sopor por un comentario despreciablemente machista por parte del candidato popular. Mientras en Europa se hacía todo lo posible por incentivar el hecho de que los ciudadanos se acercaran a las urnas, en España el gobierno parecía sepultar cualquier intento de motivación en unos momentos algo complicados, pensando posiblemente que sólo sus “fieles” iban a ser los únicos en cumplir con el deber democrático de votar.

Falta ver si se mantiene la línea en las próximas elecciones, pero parece que el concepto de fidelidad al partido puede ser una de las virtudes que afortunadamente se han ido perdiendo, la gente ha demostrado estar cansada ya de dar una última oportunidad a los que les han ido defraudando una y otra vez, y que tampoco han puesto demasiado interés en convencer de que esta vez iban en serio.
Es probable que haya muchos que duden de lo idóneo de la reflexión de los votantes, pero no habría que olvidar hace tan sólo tres años para muchos era razonable que los valencianos votaran masivamente a un presidente camino del juzgado.

Yo siempre he defendido que lo importante es dar importancia al voto, meditarlo lo suficiente, pero siempre ejercer ese derecho. Es algo por lo que nuestros mayores lucharon en su momento y es algo por lo que hay que seguir luchando para que no podamos dejar de ejercerlo. Para mí el voto no lo da un ciudadano a un partido, simplemente lo presta durante un período de tiempo, ahora en menos de un año tendremos otra oportunidad en la que los ciudadanos podremos volver a opinar.

Y es que el voto es la base de la democracia, que algunos listos pretenden usurpar por el número de manifestantes, intentando explicar que para cambiar las reglas de juego de la Constitución no es necesario cambiar ésta, sino simplemente a través de populosas manifestaciones. El grito de reivindicación por la República quiere sobrepasar a la legalidad de la Constitución. ¿Y por qué hay que cumplir la Constitución de 1978 tal como está? Porque si no, no habría ninguna razón para cumplir la que salga de su reforma.
Recuerdo un poema de Kipling que tuve que aprender en mis clases de inglés, empezaba con “Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor todos pierden la suya y te echan la culpa…” y finalizaba con “si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.”

De eso se trata, de no perder la cabeza, de no dejarse arrastrar por el griterío, pero también se trata de entender lo que pasa, lo que motiva a los ciudadanos a votar un mensaje u otro, de comprender porque la gente está cada vez más cansada de esos políticos que no asumen errores y que hacen lo indecible en seguir viviendo de la política porque en el fondo no tienen otra alternativa.

Ahora hay una tormenta que no amainará jamás si no se toman las medidas oportunas, pero no desde la descalificación o mostrando guillotinas en la plaza, sino desde el trabajo meditado, desde el respeto a nuestra democracia y a nuestros ciudadanos. Si trabajamos en esa línea, el sol aparecerá y dejará a los vociferadores sin motivos para enfurecer a la gente y se quedarán tal como decía la guapísima Julia Flyte en una escena de la inolvidable serie Retorno a Brideshead “¿Dónde podremos escondernos durante el buen tiempo, nosotros, los huérfanos de la tormenta?”