La penúltima humillación a Compromís

La selección de fútbol Corea del Norte consiguió el éxito de clasificarse para el mundial de Sudáfrica hace unos años. Los jugadores eran alabados por la hazaña lograda, pero lo que no podían sospechar era lo que les tenía reservado el régimen comunista de Kim Jong-un a su vuelta. Los voluntariosos jugadores coreanos perdieron por la mínima ante Brasil, pero fueron vapuleados por Portugal y Costa de Marfil. Así que a su vuelta tuvieron que soportar cerca de seis horas en el Palacio de Cultura Popular, como cerca de cuatrocientos funcionarios les insultaban siguiendo una especie de ritual. Peor lo pasó su entrenador, al que además de la humillación pública, al parecer fue castigado a trabajos forzados (eso de los gulags comunistas todavía sigue estando de actualidad).

Sin alcanzar los niveles del régimen de Kim Jong-un, los diputados de Compromís en les Corts Valencianes tuvieron que soportar una cierta humillación en el pleno por parte de sus, hasta la fecha, socios de gobierno, los socialistas de Puig. Durante una proposición en la que se debatía la necesaria presencia de un segundo médico en las celebraciones taurinas, los diputados de Compromís vieron como su defensa voluntariosa y con cierta prepotencia era tirada abajo por el cambio de opinión del Partido Socialista. No solo eso, sino que tuvieron que tragarse todas sus soflamas antitaurinas cuando al final tuvieron que transigir (podrían haberse opuesto) además con la puesta inmediata de la propuesta.

Curiosamente casi al mismo tiempo, el concejal de Valencia, Giuseppe Grezzi, también de Compromís, vio como tenía que aceptar que sus socios socialistas le impedían (con mucha sensatez) estar en la comparecencia de los trabajadores en la comisión que investiga el fraude millonario a la Empresa Municipal de Transportes.

Pero, cosas del destino, la presentación por parte de Ciudadanos de la creación de una comisión para investigar la famosa “quita” a la empresa participada presuntamente por Ximo Puig, les daba una oportunidad para saborear una fría, pero dulce venganza. En pleno debate de la propuesta, la mayoría de los diputados de Compromís se ausentaron del pleno convirtiendo la mayoría del Botànic en una insuficiente minoría para impedir la comisión de investigación.

Había dudas de si los diputados de Compromís iban “de farol” con su ausencia, si era una rabieta de adolescentes o realmente iban a cobrarse las humillaciones recientes. Entre la duda, el Síndic de Ciudadanos, Toni Cantó, renunció a las réplicas con lo que el tiempo de debate se acortaba notablemente. Curiosamente todo se disparó en cuestión de segundos. La actuación del presidente de les Corts ralentizando la votación y las llamadas a los diputados ausentes, acabó con una nueva humillación a los de Compromís cuando tuvieron que acudir al galope veloz a sus escaños para votar en contra de la apertura de la comisión de investigación.

Ese es el final de la historia. Los “garantes de la transparencia” corriendo para evitarla, y de paso para salvar al presidente del partido que les acababa de meter varias cornadas en escasas veinticuatro horas. Algo así como “ir a por lana y salir trasquilados”, pero seguro que mientras siguen disfrutando de las moquetizadas consellerías pensarían algo como los jugadores de Corea: “nos han insultado, pero al menos no nos han mandado a trabajos forzados”. También es posible que alguno pensara que estas no hayan sido las últimas humillaciones, tan solo las penúltimas.

¿Qué hiciste en la guerra, Ximo?

Fingir ante tus superiores que te estás enfrentando a un enemigo que en realidad es tu amigo. Podríamos hablar de Puig, Oltra y Dalmau, pero realmente recordaba una de las grandes comedias dirigidas por Blake Edwards. Se titulaba ¿Qué hiciste en la guerra, papi?, y la película contaba la historia de un pelotón americano que tenía la orden de invadir un pequeño, pero muy estratégico pueblo italiano durante la segunda guerra mundial. Cuando van a proceder al ataque, los lugareños les dicen que se rinden con la única condición de que les dejen celebrar su fiesta anual. No parece mala idea, así que pactan con ellos esperar el final de la fiesta. Todo parece ir bien hasta que les informan de un reconocimiento aéreo que va a comprobar el estado del combate. Así, no les queda más remedio que fingir un gran combate entra los unos y los otros, por cierto, desarrollado con tal grado de verosimilitud que preocupa al alto mando por lo duro de la lucha sin cuartel.

En algo parecido se encuentran los miembros del Botànic II en su afán de no romper la paz de los sueldazos y eternos cargos que ha impuesto el President Puig, ante la convocatoria de nuevas elecciones el 10N, Día a día puedes comprobar, tanto en les Corts como a través de las declaraciones en los medios de comunicación que las disensiones más o menos fingidas van surgiendo.  Por ejemplo, ante el desprecio del presidente del gobierno Sánchez a la Comunidad Valenciana al decir que lo de la modificación de la financiación autonómico ni está ni se le espera. O ante las amenazas de las “retalladles” o recortes que va a aplicar el Conseller socialista Soler en los próximos presupuestos. Aun así, parece que les está costando arrancar en la disputa en algunos casos. Por eso es llamativo que La vicepresidenta Oltra que hizo de las “retallades” un eslogan que ilustraba camisetas y pancartas, de repente parece haberse despreocupado de si los recortes afectan a los servicios sociales o al plan Edificant de su compañero, el inefable Vicent Marzà.

Mientras en el sector de Podemos andan algo mosqueados por los cuernos que les ha puesto Compromís con Iñigo Errejón y su Más País. En este sentido, la única defensa que alegan los nacionalistas es que al menos han conseguido que el nombre de la coalición no fuese “más España”, algo que hubiese provocado que solo los militantes del Bloc con cargo se hubiesen votado a sí mismos.

Queda un mes de precampaña, campaña y votación, con lo que parece que al final todo va a quedar como el acuerdo de los soldados de la película de Edwards, en este caso no van a esperar al final de ninguna fiesta, sino de una votación. No confíen mucho en la sinceridad de las declaraciones de los miembros del Botànic, de los unos contra los otros que seguramente van a escuchar durante todo el mes. Están deseando que acabe el recuento para volver a su paz de cargos y moquetas. Y es que eso de dar cargos hasta al apuntador tiene esas ventajas de paz interna, aunque les haga olvidar la autocrítica y la importancia que tienen las “retallades” para los valencianos.