Publicado en Abc el 9 de abril de 2024
Tras la victoria de los aliados en el Alamein frente a las tropas de Hitler, el primer
ministro británico, Winston Churchill, dijo aquello de «Esto no es el fin. Ni siquiera es el
principio del fin. Pero tal vez sea el fin del principio».
Estas podrían ser las palabras que recite el conseller de Educación, José Antonio
Rovira, ante la presentación de la ley de libertad lingüística que, previsiblemente
Partido Popular y Vox aprobarán en breve en las Cortes Valencianas.
Si esta ley es el fin del principio, cabría recordar que el principio se produjo cuando el
socialista Ximo Puig encargó a Vicent Marzà, un nacionalista de Castellón con escaso
conocimiento de la realidad lingüística de la Comunidad Valenciana, gestionar la
educación de los jóvenes valencianos. Marzà, al que se le podría perdonar su escaso
conocimiento inicial de esa realidad, pero no su falta de voluntad de conocerla, ya que
esta realidad podría destruir su pensamiento onírico sobre la necesidad imperiosa de
imponer el aprendizaje del valenciano y a desterrar en lo posible el español de las
aulas. Al final ese pensamiento onírico se plasmó tras múltiples derrotas jurídicas en la
ley del plurilingüismo, todavía vigente.
Al equipo de Mazón le ha costado casi un año poder construir un borrador que pudiera
llevar a los colegios esa libertad de elección de la lengua vehicular que había
prometido en campaña. Y el resultado final parece que no ha contentado a todo el
mundo. A la izquierda era previsible, ya que con la coherencia que lo caracteriza
hubiesen criticado cualquier propuesta que venga del equipo de gobierno sea la que
sea. Obviamente al tratarse de un tema tan espinoso como es el de la lengua, ya han
sacado a pasear el espíritu de Franco, que es el comodín que de tanto utilizarlo se les
va a gastar.
Los que se han sentido traicionados son muchos de los votantes de Vox, que
esperaban una ley que erradicara casi completamente el valenciano de las aulas. No
ha sido así como era previsible, ya que, en una comunidad bilingüe, como es la
nuestra, podría no ser razonable e incluso recurrible. En cualquier caso, si los
negociadores de su partido hubiesen sido algo más hábiles en el momento del pacto
de gobierno, podrían haber aprendido de Compromís y haber exigido la Conselleria de
Educación. Quizá en Madrid desconocieran lo sensible que es este tema y los
enormes réditos que le podría haber dado de gestionar dicha Conselleria. Ahora solo
les queda asumir el documento que ha confeccionado el Partido Popular, aunque
pueden solicitar algunas mejoras.
La proposición de ley es correcta. Me gusta que se vaya a preguntar a los padres la
lengua base con la que quieren que se eduque a sus hijos, ya que permitirá conocer la
realidad lingüística de nuestra Comunidad, en vez seguir sobre unas hipótesis con
escaso fundamento. También me ha parecido adecuado que se contemple que los
estudiantes puedan utilizar libros y realizar el examen en la lengua que deseen. El
hecho de que haber obtenido determinadas calificaciones en las asignaturas de
valenciano de bachillerato o en las pruebas de la EBAU sea equivalente al “C1” es
algo que animará a muchos estudiantes a realizar esas pruebas con interés. También
romperá el mercado, algunos lo llaman mafia, de la obtención de certificados.
La determinación de los porcentajes de uso de las lenguas oficiales en las asignaturas
es algo complejo y habrá que esperar a ver como se articula en cada curso en los
centros escolares.
Esta ley es el primer paso por mejorar la educación de nuestros jóvenes. Queda un
largo camino por recorrer. Será importante saber qué hace el gobierno en base a los
resultados de las consultas a los padres de toda la Comunidad. También es importante
comprobar si se atreven a modificar las pruebas de acceso a la universidad para no
seguir perjudicando a muchos valencianos que tienen que seguir haciendo de forma
obligatoria el examen de valenciano.
Yo considero que esta ley de libertad lingüística es tan solo el fin del principio. Si se
aprovecha de las posibilidades que aporta, se podrá conseguir el principio del fin de
las anormalidades que trajeron socialistas e independentistas a su paso por el
gobierno valenciano. En caso contrario, quedaremos en el fin del principio hasta que
vuelva a gobernar la izquierda y retrocedamos una vez más en el tiempo.