«Ximo Puig y Toni Cantó trabajaron para tratar de incrementar el apoyo a los presupuestos, pero los socios del Botànic se negaron en redondo a ese acuerdo»
Cuanta una antigua leyenda china que en un remoto pueblo al sur del río Han, los ciudadanos sufrían la presencia imponente de una montaña que les dificultaba moverse por sus tierras y que impedía que el sol cubriera sus campos. Un buen día, un anciano cogió una pala y caminó hacia la montaña decidido a acabar con el problema. Uno de sus vecinos le trató de disuadir del intento dado lo inútil del mismo. El anciano contestó, “No estoy solo, tengo hijos, mis hijos tienen hijos y mi familia crece, mientras que la montaña es una sola y no crecerá́ más”. Mientras el vecino se quedaba helado ante la respuesta, el anciano añadió “además, alguien tiene que empezar”.
Así es, alguien tiene que empezar a pensar en solucionar problemas y no en mirar al cielo esperando que la solución caiga como la lluvia. Tampoco es solución criticar sin dar alternativas viables, confiando que el descredito de los que ahora ocupan el gobierno les permita en breve poder recuperarlo.
Uno de los momentos claves de la acción de gobierno son la aprobación de los presupuestos, que son los que pretender marcar la acción política que se desarrollará durante el año siguiente. Los presupuestos que se debaten en les Corts Valencianes son simplemente números. Pero también son un compromiso con los ciudadanos y no es otro que el de convertir esos números en realidades. En este caso, la prioridad debería ser mejorar nuestro sistema sanitario para hacer frente no solo a esta pandemia, también a las venideras, pero también sin olvidar todos los males que sufren muchos valencianos y que no solo es el covid. Por supuesto también preparar a la Comunidad para afrontar la peor crisis económica que se avecina para el próximo año.
El Botánic no necesitaba a nadie para aprobar con holgura sus presupuestos. Pero entre el president Ximo Puig y el síndico de Ciudadanos Toni Cantó se estuvo trabajando para tratar de incrementar el apoyo al mismo. Ha habido mucho trabajo y complicidad en tratar de llegar a acuerdos mientras el resto de la oposición criticaba como hacía el vecino del anciano del río Han. Pero los socios de Puig se negaron en redondo a que ese acuerdo tuviese lugar. El punto de ruptura ha sido la propuesta de rebaja de impuestos para las clases medias y trabajadoras que Cantó llevaba, entendiendo que como han hecho el resto de los países civilizados, no se puede sangrar a los ciudadanos, más todavía en las situación actual.
Covid, sanidad, economía, impuestos, autónomos podrían haber preocupado a los socios de Puig en los debates, pero estos han preferido centrarse en fosas comunes, y defender la sucinta diferencia entre fascismo y comunismo.
Al final no ha habido acuerdo, pero se han conseguido por el camino la aprobación de un número considerable enmiendas de Ciudadanos que sin duda mejorarán el presupuesto original del Botànic. También se ha abierto un camino, un modelo de trabajo que puede posibilitar que los políticos valencianos trabajemos en base a lo que nos une y no sobre lo que nos diferencia.
Confío que como ocurra como sucediese según la leyenda china en la aldea al sur del río Han, finalmente se pudo despejar la montaña que la atenazaba. No lo hizo solo el aquel anciano, pero su historia consiguió conmover a sus vecinos, incluso al emperador, el cual mandó trabajadores a la zona para ayudar. Leyenda o no, es cierto que ya no hay montañas en aquella zona. Y es que, para superar los problemas graves, siempre hay alguien que tiene que empezar.