Ilegalizando el talento y el esfuerzo

«Parece que la ministra Celaá quiere quitar las montañas del camino y también el conocimiento que se adquiere al cruzarlas»

Llevar gafas de cierta graduación era muy peligroso en el régimen de terror que impusieron los comunistas de los jemeres rojos. Se consideraba que las personas que utilizaban gafas eran debido a que leían mucho y que por tanto podía cometer el pecado de pensar y ser un peligro para el régimen. Empresarios, ingenieros y médicos  eran candidatos a ser  los desgraciados protagonistas de los fusilamientos que se realizaban habitualmente durante el mandato de terror que impusieron.  Sin ser tan salvajes como los jemeres rojos, hay  ignorantes que afirman que “las personas con talento suelen crear problemas”.

Ignoro si la ministra Celaa es una de las que realiza tal afirmación, pero lo que parece evidente es que el talento no va a ser promocionado en la futura ley de educación, una más, que regirá el destino de las nuevas generaciones. La banalización de los suspensos es uno de los aspectos más resaltados de la futura ley tanto en críticas como en  alabanzas. Hay algunos estudios que indican que los suspensos y las repeticiones de curso no suponen un acicate para mejorar las expectativas académicas del estudiante. Es posible que así sea. Repetir curso porque no has superado un número determinado de asignaturas, puede provocar un efecto más desmoralizador que otra cosa en el estudiante que lo sufre. Deja de ir a clase con los compañeros de su edad y con los que ha compartido unos cuantos años de experiencias, para empezar a ir a clase con unos nuevos compañeros más jóvenes. Quizá por ello, la ministra Celaa ha decidido que eso de repetir curso no debe ser algo muy progresista y ha habilitado una serie de medidas que van a facilitar pasar de curso aunque no tengas asentados los conocimientos impartidos.  Es probable que la ministra haya olvidado que el suspenso  y las repeticiones de curso en sí no son  solo una especie de castigo para un estudiante que no ha sido capaz de asimilar una serie de conocimientos. En cierta forma esas repeticiones de curso trataban de garantizar que los estudiantes que sí los habían superado, habían adquirido una base suficiente para poder aprender unos nuevos conocimientos. Debe ser difícil explicar que es la multiplicación, si hay estudiantes que no saben sumar.

Todos los españoles tienen que tener el derecho a poder estudiar, a aprender, porque la educación es sin duda la mejor forma de romper o superar las barreras sociales. Por eso, la ley educativa que quiere poner en marcha el gobierno de Sánchez, sin el suficiente consenso por cierto,  es un grave error que espero que sea de aplicación efímera.  Es imprescindible que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo en una ley que premie el esfuerzo, trabajo, y que ayude a potenciar el talento. Que no se preocupe de criminalizar la educación concertada, sino que alinee a todo el sistema educativo a cumplir un objetivo común, a lo mejor fomentando la competencia sana para conseguir dicho objetivo.  Y por supuesto que se olvide de facilitar a dirigentes como el Conseller Marzà la tarea de relegar el español en la escuela.

Creo que todos les que hemos estudiado no hemos sido buenos en todas las asignaturas que hemos cursado. Algunas nos han gustado más o estábamos más preparados para ellas, otras sin embargo podían parecernos auténticas montañas en medio del camino. Es curioso que el esfuerzo al superarlas suele dejar un grato recuerdo y sin duda es parte del proceso de formación y preparación.  Parece que  la ministra Celaa quiere quitar las montañas del camino, también el conocimiento que se adquiere al cruzarlas. Algunos ya lo han calificado como legalizar la ignorancia, yo más bien diría que el objetivo es ilegalizar el talento y el esfuerzo.

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