En ocasiones no toca elegir lo que más te conviene, sino hacer lo que tienes que hacer. Por eso, cuando el pistolero Pike les pregunta a sus compañeros “¿Vamos?” empieza la caminata más famosa de la historia del cine. Ésta forma parte del final de la película “Grupo Salvaje”, al que directores de prestigio como Martin Scorsese y George Lucas consideran el mejor western jamás hecho.
Cuando Pike y sus tres compañeros finalizan un exitoso trabajo que les ha reportado un suculento botín tienen dos opciones, irse lejos para disfrutarlo o ir a rescatar a su amigo Ángel de las garras de un malvado general mexicano que lo ha capturado durante la ejecución de su trabajo. Eligen la segunda, aunque imaginan que muy probablemente no regresarán jamás de aquella caminata. Pero toman esa decisión porque saben que tienen que mantener la coherencia con la que han vivido y en cierta forma como pago a sus pecados.
No se si es por el futuro incierto que esperaba a los protagonistas de aquella película, pero últimamente la recuerdo mucho dada la situación actual de Ciudadanos.
Como los pistoleros de Grupo Salvaje, que observan como les ha alcanzado un futuro del que ya no forman parte, parece que hay un empeño en eliminarnos del tablero político como si no pudiésemos ya formar parte de él. Pero el problema no es retirarse, es porqué. No hay partido que sustituya lo que defiende Ciudadanos en aspectos críticos como educación, sanidad, pensiones, autónomos y un largo etcétera. En muchas ocasiones con propuestas que no ganan votos, pero si que ayudan a crear el futuro de nuestro país. No hay partidos que tiendan puentes como hace Ciudadanos en vez de destruirlos y reabrir viejas heridas. Tampoco partidos que tiendan a poner el foco en las cosas importantes y no a buscar maniobras de distracción precisamente para olvidarlas.
Dicen que cuando un barco se hunde, se comprueba la grandeza de las personas, algo así se podría decir de cuando un partido cae drásticamente en intención de voto. Es llamativo comprobar como algunos, que hace nada decían que el color de su corazón era naranja, repiten la misma frase, pero cambiando de color sin el menor rubor. No solo eso, algunos que han disfrutado de un cargo al formar parte de este partido, reniegan de él e insisten en su necesaria desaparición, ignoro si con los que todavía permanecemos en él todavía dentro o no. Estos abandonos son más o menos dignos en función de si dejan sus cargos y actas o si se aferran a ellos para seguir viviendo de la política. Pero no deja de ser llamativo el caso de alcaldes elegidos por un partido, que sigan siéndolo por otro, sin que hayan mediado unas elecciones de por medio. Hay partidos que han nombrado ya como candidatos a tránsfugas, olvidando los pactos anti transfuguismo y la más mínima decencia. Se que soy un romántico al decir esto, pero es difícil confiar en partidos que se nutren de lo peor y de los más miserables de otros partidos.
Incluso es curiosa como cambia la opinión pública incluso en estos temas, como cuando se trata de negociar la barrera electoral de la Comunidad Valenciana. Se critica el que se trate de hacer al final de la legislatura, pero no que no se haya podido hacer antes debido al transfuguismo de unos cuantos diputados.
Y es que, en cualquier deporte, desde el profesional hasta las pachangas de amigos, nunca se ve con buenos ojos los que dejan el partido a mitad o cambian de equipo a conveniencia. Pero parece que en el mundo político esto no es así, ignoro si por desconocimiento de lo que ocurre o por la famosa frase “todos los políticos son iguales”.
Quizá el mundo de la política actual ya no es para mí, pero quizás sí, y yo prefiero vivir un futuro incierto, pero con dignidad. Por eso, al igual que hace uno de los compañeros de Pike en Grupo Salvaje cuando este les dice “¿Vamos?”, yo contestaría “¿Y por qué no?”