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(Publicado en el Diario El Mundo el 10/11/2014)

“Bueno, al menos no ha sido un cero, eso hubiese sido más preocupante”, me comentaba un alumno de primer curso mientras me sonreía y contemplaba su examen con una nota cercana a un uno. Yo le contesté que para mí lo preocupante no era que hubiese obtenido  una nota tan baja, dado que posiblemente era uno de sus primeros exámenes en la Universidad, sino que lo realmente preocupante era que parecía no importarle.

Tras el suspenso más cercano al cero que al uno que ha otorgado el Sindic de Comptes a la gestión económica del equipo del Partido Popular en el Ayuntamiento de Alicante, la postura del Concejal de Hacienda, Juan Seva,  ha sido la de imitar a ese estudiante, aunque me temo que sólo en ese momento tal y como detallaré al final del artículo. Ante un informe demoledor  en el que se ponen en tela de juicio todas las adjudicaciones de contratos que ha realizado el Ayuntamiento en los últimos años, Seva se ha limitado a contestar que han mejorado mucho y que han tomado medidas. Sin perder la sonrisa tienen el valor de decir que han tomado medidas para gestionar los contratos indicando que a partir de ahora el precio de las ofertas será valorado en al menos un  sesenta y cinco por ciento.  ¡Qué casualidad! Ahora que ya han otorgado las contratas más importantes es cuando se dan cuenta que el precio es un valor importante a considerar.

El tema de la licitación de dichos servicios siempre ha generado muchas controversias  debido que la valoración definitiva comprende tanto aspectos objetivos, perfectamente cuantificables, como aspectos subjetivos que ya no son tanto. Si en la gestión de personal el Partido Popular ha borrado las palabras igualdad, mérito y capacidad, en la gestión de contratas de servicios cada vez que se nombra las palabras “libre competencia “  les entra la risa más desternillante.

La libre competencia se soporta  en  definir unos pliegos de condiciones razonables, así como garantizar una imparcialidad a la hora de juzgar las propuestas  que faciliten el hecho de varias empresas compitan entre sí para ofrecer mejores servicios para la ciudad al menor precio para los ciudadanos.

Casi ninguna empresa ya arriesga tiempo y dinero en participar en un concurso en Alicante. En prácticamente todos, la empresa que tenía el contrato lo revalidaba fácilmente al acudir sola a la apertura de las ofertas o al esperar como los técnicos municipales destrozaban a sus competidoras utilizando como arma los criterios subjetivos.

Si una nueva empresa ofertaba un mejor precio  en un servicio, tal como relata el Síndic, se utilizaban fórmulas que minimizaban el impacto de dicha rebaja en el precio para que al final fuesen aspectos subjetivos los que decantaran la elección. Además para evitar que fuese demasiado vergonzosa su actuación, en los pliegos se limitaba a un cinco o incluso a un uno por ciento (como en el caso del contrato de los 425 millones de limpieza viaria) las posibles bajadas sin riesgo a incurrir en baja temeraria, con lo que se podía descartar directamente una oferta.

Mientras en cualquier concurso en España es habitual que compitan un número considerable de empresas,  en Alicante se ha convertido en algo más difícil de ver  que todos los concejales del PSOE estén de acuerdo en algo. Lo peor es que todo parece obedecer a una perfecta planificación, se han licitado por muchos años la mayoría de servicios municipales, a un precio muy por encima del precio de mercado. Una vez hecho esto se pidió el rescate y posteriormente se han cambiado las reglas para adjudicar los futuros concursos (apenas inexistentes). Pero al Partido Popular parece darle igual los informes del Síndic,  no fue así al alumno con el que iniciaba este artículo. Tras la siguiente convocatoria me vino a ver con la misma sonrisa pero para decirme que sí que le importó obtener aquella mala nota, le dije que lo sabía dado el fenomenal examen que había hecho.  Hace unos años imponía a ese alumno la banda de graduado en nuestra Universidad. Al final el mejorar se basa en aprender de los errores y en el hecho de sobreponerse a las derrotas. Eso no se consigue negando lo evidente  y el seguir encantados de haberse conocido tal como hacen los que gobiernan Alicante.

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