Adolfo-Suárez

(Publicado en Alicante 24 Horas el 4/4/14

Tras haber escuchado la palabra “consenso” en innumerables ocasiones vinculadas al ex-presidenteSuárez, me produjo una notable tristeza que fuéramos incapaces de llegar a un “consenso” para rendir un merecido homenaje a su figura en el pasado pleno, el primero celebrado tras su fallecimiento. Cierta precipitación e improvisación en las formas por parte del Partido Popular, a la que desgraciadamente ya nos tienen acostumbrados, y por otro lado la inflexibilidad de Esquerra Unida y el tradicional seguidismo que el PSOE de Alicante le hace, imposibilitaron un acuerdo unánime que yo consideraba más que razonable.

El reconocimiento oficial de la ciudad de Alicante a Suárez, a través de sus representantes, deberá esperar al menos un mes más, y hasta es posible que sea difícil llegar al consenso que tanto defendió, ya que hay algunos que votarían en contra de sus propias propuestas si no supieran que son suyas. En mi corta vida política he de confesar que observo con estupor los asombrosos juegos malabares que hacen algunos por no llegar a algún acuerdo y prefieren quedarse con cara de salvador de la patria defendiendo una propuesta imposible.

En el último pleno, ante una propuesta de los comerciantes para que se debatiera acerca de la instalación de Ikea en Alicante en el Consejo Local de Comercio, hubo dos mociones diferentes y una cerrazón incomprensible por parte del Partido Popular simplemente a poder hablar de un tema que preocupa notablemente a la ciudad. Otra vez increíble no poder llegar a un acuerdo en un tema como éste.

Es de agradecer que en aquellos días de la transición hubiesen políticos que prefirieran llegar a acuerdos que simplemente conformarse con haberlo intentado. Por eso para muchas generaciones Suárezrepresentó el cambio de un modelo, pasar del ordeno y mando al diálogo entre pensamientos diferentes, el paso del blanco y negro al color y la desaparición del NO-DO antes de la película que habías ido a ver. Recuerdo que mis padres comentaron antes de las primeras elecciones democráticas su apoyo a Suárezya que valoraban el esfuerzo que había hecho, y que votarle era el reconocimiento a su voluntad de arriesgar su elección de forma democrática a como podía haberlo conseguido de otra forma perpetuando el modelo dictatorial.

La maldita enfermedad del no-recuerdo había relegado su figura a las fotos en blanco y negro de algún reportaje y nos privó de haberlo escuchado opinar sobre lo que está pasando ahora en España y sobre lo que podríamos hacer. Si que parece claro que desgraciadamente ha tenido un mayor reconocimiento cuando no podía apreciarlo. Estuve en un entrañable acto en el parque que lleva su nombre en Alicante, las loas a su recuerdo fueron constantes y los aplausos numerosos, quizá más de alguno de los que aplaudieron también brindaron cuando anunció su dimisión como presidente.

Por las consultas que tuve a través de las redes sociales, nadie sabía que en Alicante teníamos un parque dedicado a la figura de d. Adolfo Suarez, confío que hoy cuando algún ciudadano pase por sus alrededores recuerde su figura y su voluntad de llegar a acuerdos.

Y en eso entiendo que los políticos debemos aplicarnos al máximo, en llegar a acuerdos razonables, en poner los intereses de los ciudadanos por encima de los partidos, en poder hablar y negociar sobre cualquier tema que preocupe a los ciudadanos. Para mí el gran mal de la política es ese, la dificultad de llegar a acuerdos en los grandes temas que preocupan a los ciudadanos como son la trabajo, educación, sanidad, justicia, inmigración, aborto y otros tantos, y no utilizarlos con fines partidistas de una forma u otra en función de si estas en la oposición o en el gobierno.

Otro de los grandes males de la política actual es poder comprobar como los mediocres devoran a las personas que destacan, Creo que Suárez sufriría mucho más de las puñaladas traperas de los suyos que de los cañonazos de los partidos de la oposición que tenía enfrente. Los mediocres que le rodearon consiguieron quitárselo de en medio para luego desaparecer castigados por su propia mediocridad.

No obstante, yo soy optimista, quizá porque no nos queda otra alternativa que serlo. Considero que D. Adolfo Suárez nos ha dejado con su muerte una obligación de pensar en lo que fue y en lo que predicó. Ha sido una pequeña victoria, pero seguro que no será la última. Confío que la política del futuro sea una política de consensuar, de llegar a acuerdos, de olvidar cual es el logo de tu partido, y de pensar en tu ciudad y de los que en ella viven.

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