47295740--575x323

(Publicado en el Diario Información el 9/03/17)

Como todos los años, con el deshielo y la llegada de los primeros rayos de sol primaverales, es inevitable asistir a un día de huelga educativa para protestar por algo. Ese algo puede ser un objeto en concreto o algo más difuso que en ocasiones, hay que tratar de aderezar con el sonido de un megáfono y los sempiternos lemas de “No a la privatización de la enseñanza pública” o el de “Empresas fuera da la Universidad” para darle algo de sentido.

Es cierto que el Partido Popular, con el mandato del singular ministro Wert ha facilitado durante muchos años, la existencia de huelgas educativas, pero quizá la convocada para este marzo parece poco razonable. Se vende como una huelga contra la LOMCE, proyecto de ley que va camino de la destrucción en sede parlamentaria y actualmente en negociación del modelo que la debe sustituir, esperemos que con cierto consenso. Es llamativo que uno de los argumentos que enarbolan los líderes sindicales es que han sido las manifestaciones en la calle las que han conseguido cambiar las cosas, cuando fue el resultado de las últimas elecciones las que hicieron al Partido Popular cambiar un modelo que sabía que no podía llevar a cabo unilateralmente.

En general, el gran error de los políticos es pensar que pueden escribir una ley educativa sin consensuar y pensar que la van a poder imponer sin que sus sucesores la vayan cambiar. Le ocurrió a Wert y probablemente le ocurra al conceller Marzà con su decreto del plurilingüismo.

Por primera vez, se está tratando de consensuar cierto pacto educativo entre los principales partidos, Partido Popular, Ciudadanos y Partido Socialista, que si llega a buen fin puede dar una solución estable a nuestra Educación, que necesita como el agua de mayo tranquilidad y proyectos a largo plazo.

Otros prefieren la calle, el hacer ruido, porque son incapaces de llevar protestas con cierto fundamento escritas en un documento. En la calle se sienten cómodos porque sus incongruencias parecen notarse menos. Los mismos que se manifestaban en contra del modelo universitario del 4+1 (4 años de grado más uno de máster), ahora se manifiestan en contra de la propuesta alternativa que es el 3+2, más en la línea que ha seguido Europa. Parecen desconocer, que el problema en sí, no es el cuatro o el tres, sino el coste de la matrícula del máster (me aseguran que a algún sindicato hasta se les ha olvidado preguntar al respecto a su sección sindical universitaria, y por ello muestran un grave desconocimiento).

Por supuesto, en la justificación de la huelga se halla el pedir más de todo, más medios, más profesores y administrativos y en algunos casos menos exigencias para obtener los títulos. Por supuesto, en la Comunidad Valenciana se reafirman que es una huelga contra el gobierno central y los que les apoyan, no sea que se molesten sus amigos del Consell, que, por cierto, son los que deben financiar la educación en la Comunidad Valenciana. También es llamativo, la escasa referencia a la libertad recortada por el decreto de plurilingüismo, sin duda alguna  uno de los mayores golpes a la educación pública dado por algún gobierno.

Me parece grave que alguno de estos convocantes diga que perder un día de clase no supone nada. Quizá no aprobara matemáticas en la ESO, ya que, por reducción, si con un día de clase no pasa nada, con dos tampoco y así hasta el infinito.

Por cierto, no busque en ninguna de sus propuestas medidas como la recuperación de la autoridad del profesor (no les tachen de franquistas) y por supuesto ninguna medida de evaluación de los institutos o universidades. Medidas que nos permitirían conocer si están realizando bien su trabajo y podamos comprobar si uno de los objetivos principales, como es el de conseguir una buena formación de los estudiantes que les permita ocupar un buen puesto de trabajo se logre (vamos y que los llamen liberales).

El viernes, la huelga se habrá olvidado. Unos cuantos chavales (muy pocos) se ufanarán el fin de semana de su lucha por colocar un piquete en la puerta de la Universidad y otros habrán tenido un día sin clase. Espero que la mayoría pueda tener la libertad de ir a clase, si así lo desea y reserve las protestas para cuando realmente sean justificadas.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *