«Los miembros del Botànic parecen tan solo preocupados por comprobar si en la Comunidad de su Lucifer particular, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, van peor o mejor que ellos»
Hay películas que no solo no envejecen con el tiempo, sino que cobran cada día mayor actualidad. Hace casi cincuenta años Robert Redford interpretaba a un candidato al senado de los Estados Unidos. La película se denominaba precisamente “El candidato”, y trataba de reflejar la importancia de las campañas electorales con eslóganes vacuos pero resultones que al final permitían conseguir el objetivo de ser elegido. Obviamente en democracia, nadie gobierna sin haber ganado las elecciones, por tanto, el primer paso es ganarlas. Quizá lo más llamativo de la película es el final, permítanme el destripe, cuando Redford una vez conseguido el objetivo le pregunta a su jefe de campaña “¿Y ahora qué?”.
Tras ver el desastre en la planificación del plan de vacunación en la Comunidad Valenciana da la sensación de que esa frase fue la que pronunciaron los máximos dirigentes de la sanidad valenciana cuando se encontraban junto a la primera remesa de vacunas. Es probable que tras los primeros instantes de nerviosismo, retirando la enorme pegatina de gobierno de España que cubría la caja y apartando los folletos de la candidatura del ministro Illa a la Generalitat de Cataluña que alguien dejó olvidados, buscasen en alguna de las cajas las instrucciones del perfecto plan de vacunación que había prometido el presidente Sánchez. Desgraciadamente no había nada. Así, es fácil imaginar a los dirigentes botánicos mirándose los unos a los otros diciendo “¿Y ahora qué?”.
Tras varios días de vacunación a un ritmo exasperantemente lento y con varios días en los que no se vacunó a nadie, los miembros del Botànic parecen tan solo preocupados por comprobar si en la Comunidad de su Lucifer particular, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, van peor o mejor que ellos.
Pero el desastre de gestión no se debe al momento actual de la pandemia, sino que se arrastra desde el inicio del gobierno Botánico. No hay en estos primeros cinco años ningún plan de mejora de la sanidad pública, más bien falta de soluciones a problemas endémicos. Han dedicado su escaso tiempo de trabajo a la aplicación de unas políticas sectarias contra las concesiones sanitarias a la empresa privada. El plan estrella del Botànic fue la reversión del Hospital de Alzira, mientras olvidaban totalmente potenciar el sistema sanitario valenciano, dados los recortes de los últimos años del gobierno popular. Ya en medio de la crisis del COVID 19, en vez de preparar al sistema sanitario para la previsible segunda y tercera ola, el Botànic prefirió centrarse en su segundo plan estrella, la reversión del Hospital de Torrevieja.
Mientras el Botànic descansa, el virus sigue por delante de todas sus previsiones, continúa infectando a más valencianos y poniendo el riesgo de colapso al sistema sanitario. La atención primaria simplemente está desbordada, y las citas para cualquier consulta se retrasan en muchos casos a más de diez días. Mientras la mayor parte del gobierno del Botànic ni está ni se les espera, los responsables de Sanidad se miran los unos a los. Yo entiendo que imprescindible tener un plan detallado de actuación que cuente con los medios adecuados. Por supuesto, es el momento de liderar e involucrar a todos los medios posibles contra el virus; farmacéuticos, veterinarios, dentistas, ejército podría ayudar en la vacunación. Es momento de olvidar ciertos corporativismos y buscar soluciones imaginativas y eficaces. También cabría reorganizar los servicios públicos, muchos funcionarios, ahora con menos carga o con trabajo no tan necesario, podrían dar soporte a sanidad y servicios sociales en estos momentos tan difíciles.
Desgraciadamente nos hemos acostumbrado a que personas poco preparadas estén ocupando puestos de enorme responsabilidad, donde lo único que saben hacer hoy es repetir lo que hicieron ayer. Parecen no conocer lo que decía Antoine de Saint-Exupéry “Un objetivo sin un plan es solo un deseo”. Me temo que contra el COVID19 los deseos sirven de poco.