Grouchy, Marciano y las 35 horas.

Grouchy, Marciano y las 35 horas.

(Publicado en el Diario Información el 16/12/2023)

“Grouchy, devuélveme a mis hombres” parece que gritaba Napoleón Bonaparte en el momento álgido de la batalla de Waterloo. Grouchy era el mariscal al que Napoleón le había confiado parte de su ejército con el objetivo de que impidiese que el ejercito prusiano llegase a tiempo para ayudar al británico.  Pero Grouchy ni localizó al grueso de las fuerzas prusianas que llegaron a Waterloo en el momento culminante, ni tampoco acudió en ayuda del emperador al escuchar los disparos en la lejanía. Napoleón echo de menos esas tropas, que quien sabe si hubiesen cambiado el rumbo de la batalla.

La gestión de los recursos de cualquier tipo es algo crítico, en especial de los recursos humanos. Tener personas preparadas, motivadas, en suficiente número y con la adecuada organización pueden suponer la diferencia entre el éxito o el fracaso en cualquier empresa.

La salud es algo que, especialmente tras la reciente pandemia, ocupa un lugar preferente en las preocupaciones de la ciudadanía. Da la sensación de que el sistema sanitario sigue colapsado tras la pandemia. Aunque también es cierto que los números sobre listas y tiempos de espera ya no eran aceptables antes de esta, especialmente en algunas áreas de salud con falta endémica de personal.  

Los ocho años de gobierno de la izquierda han sido especialmente terribles para el sistema público de salud valenciano. La guerra contra la sanidad privada en general y en especial su obsesión de acabar cualquier concesión sanitaria a una empresa privada, independientemente de los resultados de su gestión, han sido una de sus principales líneas de trabajo. La otra fue la de colocar a personas afines en los principales puestos de dirección de hospitales y áreas de salud.

Así, esa gestión de la sanidad pública por parte del partido socialista se realizaba sin pensar demasiado en lo que debería ser el centro de esta, que era y es el ciudadano.

Y es que la sanidad pública es especialmente sensible a la gestión de unos recursos humanos cada vez más escasos y a la falta de profesionalidad de muchos de los responsables de la gestión, que lo eran por su lealtad a unas siglas y no por su capacidad.

A pesar de la situación de las listas de espera en la comunidad valenciana y la falta endémica de profesionales sanitarios, el anterior conseller, el socialista Miguel Mínguez, tomó una de las decisiones más irresponsables y vergonzantes, ya que parece que lo hizo en clave electoral con el objeto de ganar votos entre el personal sanitario. Me refiero al de acordar reducir la jornada del personal sanitario, dejándolas en treinta y cinco horas a la semana. Desconozco si les ayudó a ganar muchos votos entre los sanitarios, pero los ciudadanos prefirieron votar otras opciones, lo que condujo a que los socialistas abandonan el gobierno y, por ende, la gestión de la sanidad pública.

El nuevo conseller del Partido Popular, Marciano Gómez, empezó dando largas a los acuerdos de su predecesor sobre esa reducción de jornada. Pero ante las presiones de los sindicatos, reculó y parece que al final, los sanitarios valencianos trabajarán menos horas en la sanidad pública. Ni siquiera son medidas excepcionales para aquellas plazas que son de difícil cobertura como forma de premiar a los que las ocupan, sino para todo el personal.

Esto supone un duro golpe al sistema sanitario público, ya que disminuye las horas de atención al ciudadano. Es curioso como los sindicatos de izquierdas criminalizan a la sanidad privada con una mano, mientras se cargan la sostenibilidad del sistema público con la otra. Porque las matemáticas no engañan, quite dos horas y media de jornada a cada trabajador del sistema y cuente las horas que supone de menor atención al ciudadano.

Tampoco es una cuestión de inyectar más dinero en el sistema para compensar por dos motivos, en primer lugar, porque no hay maquinita para imprimir billetes en el palacio presidencial y los fondos parece que van a ser escasos y por otro lado la falta endémica de determinados profesionales.

Pero parece que la suerte está echada, el conseller Marciano Gómez reducirá la jornada a sus trabajadores sin ni siquiera esperar a normalizar la situación de la atención sanitaria al ciudadano. Es previsible saber lo que pasará, quizá de aquí a un tiempo, cuando al presidente Carlos Mazón le muestren los datos de subida da las listas de espera. Probablemente gritará como Napoleón “Marciano devuélveme mis horas”.

Reversiones sanitarias y el pánico del Conseller

Reversiones sanitarias y el pánico del Conseller

(Publicado el 27 de octubre en ABC)

La sanidad en los tiempos del tripartito de izquierdas en una comunidad cercana, interpretado con sentido del humor. Defina usted si cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Primera Consellera.

  • Señora consellera, vence el contrato que tenemos con una empresa privada en el área de salud de Alzira. Los números son aceptables, de hecho, mejores que en la mayoría de las áreas gestionadas directamente por la Conselleria
  • Da igual, hay que proceder a la reversión al sistema público de la gestión sanitaria del área. No importa lo que cueste. Para todo buen socialista, lo privado es malo y lo público maravilloso.

Segunda Consellera

  • Señora consellera, vence el contrato con una empresa privada en el área de salud de Torrevieja. Los números son buenos, el precedente de la reversión de Alzira no ha sido bueno, las listas de espera se han incrementado notablemente y los trabajadores están enfadados. ¿Quiere que hagamos un estudio previo de qué es lo más recomendable? No hay que olvidar que estamos en plena pandemia.
  • Ni pandemia, ni pandemio. Da igual, hay que proceder a la reversión al sistema público de la gestión sanitaria del área. No importa lo que cueste. Para todo buen socialista lo privado es malo y lo público maravilloso. Por si acaso, mandaré a algún conocido socialista para gestionar la reversión, no sabe nada de sanidad, pero es un buen socialista.

Tercer conseller

  • Señor conseller, vence el contrato de las áreas de la Marina Alta y de Manises. El precedente de la reversión de Alzira ha sido malo, el de Torrevieja catastrófico. En Alzira tuvimos que doblar el personal, pero ahora ya no quedan sanitarios que contratar.
  • Da igual, proceda a la reversión, las elecciones están a la vuelta de la esquina y tenemos que ganar votos.
  • ¿Y lo de la falta de personal sanitario? Hay enormes listas de espera y es difícil contratar a el personal necesario.
  • Déjame que piense, sí, lo mejor será reducir el horario de trabajo de los trabajadores sanitarios a treinta y cinco horas. Así conseguiremos que el personal sanitario nos vote, se incrementará la lista de espera, pero todo es cuestión de echarle la culpa a la extrema derecha y a la guerra de Ucrania.    

Y entonces llegó la derecha al poder.

Primer conseller

  • Señor conseller, no se han llevado a cabo las reversiones de la Marina y Manises. ¿Qué hacemos? ¿Hacemos un estudio tal como pedíamos cuando estábamos en la oposición?
  • Deja, deja, que a ver si los sindicatos de los hospitales se enfadan que ya se habían hecho la idea de formar parte del sistema público.
  • Y ¿cómo lo justificamos?

-Tranquilo, ahora llamo a ver si nos dan una excusa jurídica

Uno de los primeros compromisos que se autoexigió el último conseller de sanidad del tripartito de izquierdas que gobernó en la Comunidad Valenciana fue el de poner al paciente en el centro del sistema sanitario. En cierta forma, ya asumía que sus dos predecesoras no lo habían hecho. Sorprendentemente él también olvidó su compromiso demasiado rápido. Las reversiones de las concesiones sanitarias es un claro ejemplo de cómo lo político ha estado por encima de los intereses de los ciudadanos. A pesar de los precedentes en este tema, el Partido Popular va a seguir la hoja de ruta marcada por el tripartito de izquierdas.  Se ha hablado poco de los usuarios de la sanidad y mucho de cuestiones legales, derechos sindicales y conflictividad laboral. Con esos planteamientos ¿qué puede salir mal? 

La última reunión

«No vamos a exponer al conseller a que le den un zasca en la última reunión»

Publicado en ABC el 5 de mayo de 2023

Gabinete de Presidencia de la Generalitat. Lunes 9:AM

Uno de los miembros del gabinete entra a la reunión acompañado por un becario, este le pregunta

– ¿Y qué es eso de la Diputación Permanente?

– Básicamente es un pleno de las cortes en reducido, dónde solo pueden intervenir los diputados que todavía quedan en activo una vez se han disuelto las Corts.

– ¿Y esta reunión?

– Es precisamente para proponer los temas que se van a debatir en la última reunión de la Diputación Permanente que se hará la semana que viene. Queremos darle un matiz electoralista, las elecciones están a la vuelta de la esquina. Tú siéntate y escucha y no se te ocurra decir nada.

Ambos se sientan en una esquina de la mesa mientras una señora empieza a hablar.

-En la próxima reunión llevaremos el decreto para la ayuda para la cesta de la compra. Es bueno que se haga ahora y que podamos hacer campaña diciendo que los socialistas nos preocupamos porque la gente llegue a final de mes.

– Pero es posible que alguien se pregunte que si hay que dar ayudas a la gente para que pueda comprar en el supermercado, nuestra gestión económica no ha sido buena.

– Está previsto, vamos a echar la culpa a la pandemia, a la herencia recibida y a la guerra de Ucrania. Nuestro votante no piensa tanto para poner en duda eso.

– Perfecto, ¿solo vamos a llevar este tema?

– No, hemos pensado que para quitarle unos cuantos votos a Podemos. Vamos a llevar la comparecencia del vicepresidente podemita para que explique los decretos de alquiler. Tal como es él, esperamos que se líe defendiendo a los okupas y hablando de expropiaciones forzosas. El objetivo es que la izquierda moderada nos vote a nosotros, ya que Podemos no va a llegar al cinco por ciento.

– ¿Habéis tenido en cuenta que Ciudadanos pidió la comparecencia del Conseller de Sanidad por lo de la gestión centralizada de los servicios de emergencias?, está teniendo muchos errores.

– Ni se nos va a ocurrir, ha sido un error grave y parece que murió el otro día una persona en Alicante al enviar una ambulancia que estaba muy lejos. Así que diremos que lo hemos explicado todo mil veces, aunque no sea verdad. No vamos a exponer al Conseller a que le den un zasca en la última reunión.

– Buena idea, la que lo va a tener difícil explicar eso es Ana, nuestra candidata en Alicante, que fue la responsable precisamente de llevarse los servicios de emergencia de Alicante a Valencia.

– Sí, pero eso será otro día. Así que cerramos orden del día, decreto y comparecencia del conseller de Podemos. Mañana lo llevo a la junta de síndics.

De pronto desperté. Al rato, mientras me dirigía a la junta de síndics, otro de los portavoces me dijo “Seguro que llevarán la comparecencia del Conseller de Sanidad que pedisteis, él siempre ha dicho que daría la cara”.

Le miré y le dije “¿Crees en los sueños premonitorios?  yo no, pero algo me dice que la preocupación del tripartito por esta diputación permanente es puramente electoral y no van a permitir dar unas explicaciones que les quitarían votos.”

Socialistas contra Alicante

(Publicado en el diario ABC el 21 de mayo de 2021)

«Da la sensación de que esta provincia siempre se ha encontrado lejos del gobierno del Botànic y que sus problemas siempre les han parecido menos importantes»

Hace escasos meses el president de la Generalitat, Ximo Puig, defendía en un discurso en las Cortes Valencianas “una España plural y diversa” y rechazaba “independentismos y centralización”. Pero rápidamente pasaba a centrarse más en lo segundo que en lo primero para poder atacar la que ha sido y sigue siendo su enemigo particular, que es la Comunidad de Madrid. Acusaba a Madrid de ser una gran aspiradora que se quedaba con los recursos, población, funcionarios y redes de influencia apoyándose en su efecto capitalidad.

Vamos, “dijo el muerto al degollado”, entiendo que no pensará lo mismo sobre el efecto aspiradora que también ejerce Valencia dentro de la Comunidad Valenciana. Habitualmente, el efecto capitalidad siempre ha sido un foco de atracción, que puede paliarse en mayor o menor medida en base a una serie de acciones que traten de equilibrar, al menos de acercar, la balanza a un punto medio.

Pero sesión tras sesión en les Corts, da la sensación que Alicante es molesta para el gobierno del Botànic, o más que molesta, que son incapaces de entender porqué no han caído en su influjo de inmersión lingüística y desaladoras. En el fondo da la sensación de que la provincia de Alicante siempre se ha encontrado lejos del gobierno del Botànic, y que sus problemas siempre les han parecido menos importantes.

Esta semana se debatía en Corts Valencianes la defensa del trasvase Tajo-Segura ante el cierre impuesto por el gobierno del socialista Sánchez. Este cierre perjudicaba notablemente a Almería, Murcia y Alicante. Ante la convocatoria de una reunión de los presidentes de las comunidades afectadas, el presidente Puig, afirmó que no iba a participar en un, palabras suyas, “aquelarre”. Lo del aquelarre es llamativo que lo dijera precisamente el que no tuvo reparos en reunirse con todos los presidentes independentistas de Cataluña.

Puig, reconoció el error de sus palabras y como penitencia se impuso para compensar, viajar con cara triste un par de veces a la zona del trasvase, por si algún pardillo caía y pensaba que iba a defenderlo. Así, en la sesión de les Corts tanto PSPV como Compromís votaron escasamente convencidos por la defensa del trasvase, mientras asumían con una sonrisa que los de Unidas Podemos no lo apoyasen. No hubo presiones, ni malas caras en esa ruptura de unidad de voto del Botànic, porque “total, es una cosa para Alicante”.

En cualquier caso, no parece que Puig y los suyos se vayan a empeñar demasiado en esa defensa del trasvase ante el presidente Sánchez, si ni siquiera son capaces de defender con dignidad la imperiosa necesidad de un cambio de modelo de financiación autonómica, ni la forma del inminente reparto de los fondos COVID. Es muy probable que todo acabará con un “lo que tú quieras Pedro”.

Pero además de todo esto, muchas comarcas de Alicante sufren esa incomprensión acerca de la complejidad que tiene la inmersión lingüística o lo que va a suponer la nueva ley de la función pública en la que el valenciano es un requisito para ser funcionario autonómico. Por cierto, hubo muchas risas en la bancada del Botànic cuando se formuló una queja por las burlas que se hicieron en los perfiles de las redes sociales de A-Punt sobre los alicantinos que se manifestaban por la libertad de elección de lengua.

Y, por último, ¿ustedes se imaginan que en cuatro meses el hospital La Fe de Valencia fuese a sufrir un cambio de modelo organizativo y ni pacientes ni trabajadores lo conociesen? Imagino que no, pero esto está ocurriendo en el Hospital de Torrevieja en la antesala de la llegada del verano. Pero no hay preocupación en el Botànic, parece que se preguntan “¿existe algo al sur de Gandía?”.

La casilla de la muerte

El juego de la oca fue uno de los primeros juegos de mesa que recuerdo haber utilizado de mi caja de juegos reunidos Geyper. Era un juego bastante sencillo y parece que con gran historia. Básicamente tenías que avanzar tu ficha a golpe de lanzamiento de dados, saltando de casilla en casilla, con el objetivo de llegar al final del recorrido. Algunas casillas te permitían avanzar más rápidamente, el famoso “de oca a oca y tiro porque me toca”, otras eran mucho más terribles. Sin duda alguna, la peor era la casilla de la muerte o de la calavera, la cual se encontraba muy cerca del final del camino. Si caías en ella debías volver a empezar otra vez desde el principio. Era la dinámica del juego, no importa lo rápido que fueras, lo cerca que te encontraras de la meta, siempre podías encontrarte de repente al inicio del camino sin que ninguna de tus jugadas anteriores te hubiese servido para nada.

Es fácil identificar la situación sanitaria de la Comunidad Valenciana dirigida por el Botànic como si hubiésemos caído en la casilla de la muerte. No solo por el elevado número de valencianos que fallecen cada día a causa de la COVID19, sino por la sensación que la preparación de nuestro sistema sanitario ha vuelto a la casilla de salida, como si estuviésemos otra vez en marzo de dos mil veinte.

Hospitales de campaña que han costado un montón de millones y que tiene que ser desalojados por el fuerte viento que asola cada cierto día la ciudad de Valencia, afortunadamente este año no hemos tenido ninguna gota fría que hubiese empeorado la situación. Dirigentes del Botànic que cuando se dan cuenta del fiasco, aunque nunca los oirás reconocerlo, apuestan por rehabilitar un de los edificios de lo que era la antigua Fe de Valencia. La gestión ha sido tan incompetente que a los pocos días han saltado todas las costuras. Telefonillos que no funcionan y que provocan el abandono de los pacientes, sin agua caliente, camas no articuladas, escasez de personal y más defectos que sumados a la tipología grave de muchos de sus pacientes, cuando en teoría iba a ser destinado para pacientes leves, han hecho que se le conozca como “el hospital de los horrores”. Los testimonios de los sufrimientos de algunos de los pacientes valencianos que han sido atendidos allí son terribles.

Febrero 2021. los dirigentes Botánicos han caído en la casilla de la muerte y nos han hecho volver a la casilla de salida. Parece no importarles que cada día fallezcan mas de cien valencianos, no hay ninguna medida de las que proponen que invite al optimismo. Ana Barceló e Isaura Navarro siguen dirigiendo los destinos de la sanidad valenciana sin asumir responsabilidades, más bien tirándoselas la una a la otra. Bueno sí, han cesado a una directora de salud por poner por escrito lo que era un secreto a voces, que durante casi un mes no han existido unas ordenes claras del plan de vacunación acerca de las vacunas sobrantes.  Todo esto ha facilitado que los bajos instintos de unos cuantos dirigentes del Partido Popular y del Partido Socialista pudieran robar la dosis preparada para algún sanitario valenciano o persona vulnerable.  A Ximo Puig también parece que le da igual, ya que mientras mira cómo gestionar los fondos europeos, la economía y la salud de los valencianos se deteriora a pasos agigantados. Mientras los valencianos asistimos impotentes e incrédulos al espectáculo de incompetencia y sectarismos, los dirigentes Botánicos siguen tirando el dado como si nada pasase. Parecen no saber que el juego de la oca era un juego de azar, donde gana el más afortunado, pero en la lucha contra la COVID 19, triunfa el que tiene a las personas mas preparadas en los lugares de toma de decisiones críticas.

Manual del perfecto Botànico 2.0

«No existe un plan para poder combatir eficazmente a la crisis sanitaria y económica que asola y continuará asolando a la Comunidad Valenciana»

El otro día pude comprobar que era falso lo que decían algunos sobre que el pacto del Botànic no había evolucionado y seguía anclado en el pasado. En uno de los pasillos del edificio de las Cortes Valencianas encontré abandonado un libro encuadernado en rojo con el título “Manual del perfecto Botànico 2.0”. Intuí que probablemente habría al menos uno anterior. Al ojearlo pude comprobar las nuevas estrategias que se pretendían impulsar desde la publicación del libro. Al final del mismo, había un resumen del cual pude leer algunos de los mandamientos allí plasmados, antes que el dueño del libro recordara donde lo había olvidado y me lo reclamara mientras lo estaba ojeando.

El primero de los mandamientos era el de invocar al “espíritu del Botánic” cuando no se sepa que contestar. Es una solución fácil y como nadie sabe realmente que es ese espíritu, se puede utilizar de igual forma para un roto que para un descosido.

El segundo decía que ya está bien de echar la culpa de todos los males al Partido Popular, porque pasados casi seis años esa excusa solo cuela entre los sectarios más furibundos, y de esos ya cada vez quedan menos. Así, que se permitía criticar abiertamente al resto de partidos del Botànic para hacer pensar a la ciudadanía que realmente tienen un plan y que están proponiendo ideas que no pueden llevar a cabo por culpa de los socios. Este mandamiento lo han utilizado de manera continua en los últimos días, ya que no parecen estar de acuerdo en ninguna de las acciones que pretenden tomar para paliar los efectos de la pandemia. El objetivo de este segundo mandamiento es que la ciudadanía observe el ímpetu y entusiasmo con el que defienden ideas totalmente contrapuestas y se crea que realmente están trabajando, aunque no se observe ninguna acción sensata tras tanto debate.

El tercero va en la línea de indicar que más vale una rendición honrosa que una defenestración humillante. Este mandamiento lo ha aplicado a rajatabla el vicepresidente del Consell, afiliado a Podemos, que ha pasado de entonar el “No pasarán” refiriéndose al intento de cese de la portavoz de su grupo, Naiara Davó, al “que grande es Pilar Lima” una vez consumida la purga interna.

El cuarto es dejar de mentar a Franco en cada ocasión, que cada vez les cuesta más recordar entre sus huestes quien era el dictado. No obstante, se recomienda continuar hablando de la “herencia tardo franquista”, que suena más a película de terror. A ser posible, se recomienda unir lo de “tardo franquista” a “neoliberal” y si cabe, colocar por en medio a Donald Trump para causar un efecto de mayor pavor entre la ultraizquierda. Me hizo gracia leer lo estúpido del razonamiento de este mandamiento, pero al comprobar las declaraciones de Pilar Lima una vez había defenestrado a su compañera Naiara Davó, pude comprobar que lo siguen bastante a rajatabla.

El quinto es que una vez se conozcan  los desastrosos datos de la gestión del Botánic, se debe localizar algún dato peor, y si no lo hay inventarlo, de la gestión de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

El sexto hace referencia al proyecto de inmersión lingüística. Decía literalmente, “No importa lo mal que vayan las cosas a nivel económico y/o sanitario, seguir en el proyecto de inmersión lingüística es una obligación que todo buen Botànico debe apoyar todos los días”. Y ahí vemos al conseller Marzà pidiendo a los centros proyectos plurilingües en vez de planes de prevención contra el COVID19.

El séptimo iba directamente a repetir una y otra vez el dogma “la sanidad y la educación privada solo buscan el dinero y no hay que darles ni agua”. Al leer este mandamiento podemos entender la falta de colaboración con la sanidad privada en unos momentos tan graves.

Como el lector habrá supuesto, todo el artículo es una ironía. No he visto el manual de perfecto Botànico, aunque a lo mejor si que existe.  Desgraciadamente lo que es seguro que no existe el un plan para poder combatir eficazmente a la crisis sanitaria y económica que asola y continuará asolando a la Comunidad Valenciana. 

El Botànic descansa, el virus no

«Los miembros del Botànic parecen tan solo preocupados por comprobar si en la Comunidad de su Lucifer particular, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, van peor o mejor que ellos»

Hay películas que no solo no envejecen con el tiempo, sino que cobran cada día mayor actualidad. Hace casi cincuenta años Robert Redford interpretaba a un candidato al senado de los Estados Unidos. La película se denominaba precisamente “El candidato”, y trataba de reflejar la importancia de las campañas electorales con eslóganes vacuos pero resultones que al final permitían conseguir el objetivo de ser elegido. Obviamente en democracia, nadie gobierna sin haber ganado las elecciones, por tanto, el primer paso es ganarlas. Quizá lo más llamativo de la película es el final, permítanme el destripe, cuando Redford una vez conseguido el objetivo le pregunta a su jefe de campaña “¿Y ahora qué?”.

Tras ver el desastre en la planificación del plan de vacunación en la Comunidad Valenciana da la sensación de que esa frase fue la que pronunciaron los máximos dirigentes de la sanidad valenciana cuando se encontraban junto a la primera remesa de vacunas. Es probable que tras los primeros instantes de nerviosismo, retirando la enorme pegatina de gobierno de España que cubría la caja y apartando los folletos de la candidatura del ministro Illa a la Generalitat de Cataluña que alguien dejó olvidados, buscasen en alguna de las cajas las instrucciones del perfecto plan de vacunación que había prometido el presidente Sánchez. Desgraciadamente no había nada. Así, es fácil imaginar a los dirigentes botánicos mirándose los unos a los otros diciendo “¿Y ahora qué?”.

Tras varios días de vacunación a un ritmo exasperantemente lento y con varios días en los que no se vacunó a nadie, los miembros del Botànic parecen tan solo preocupados por comprobar si en la Comunidad de su Lucifer particular, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, van peor o mejor que ellos.

Pero  el desastre de gestión no se debe al momento actual de la pandemia, sino que se arrastra desde el inicio del gobierno Botánico. No hay en estos primeros cinco años ningún plan de mejora de la sanidad pública, más bien falta de soluciones a problemas endémicos. Han dedicado su escaso tiempo de trabajo a la aplicación de unas políticas sectarias contra las concesiones sanitarias a la empresa privada. El plan estrella del Botànic fue la reversión del Hospital de Alzira, mientras olvidaban totalmente potenciar el sistema sanitario valenciano,  dados los recortes de los últimos años del gobierno popular. Ya en medio de la crisis del COVID 19, en vez de preparar al sistema sanitario para la previsible segunda y tercera ola, el Botànic prefirió centrarse en su segundo plan estrella, la reversión del Hospital de Torrevieja.

Mientras el Botànic descansa, el virus sigue por delante de todas sus previsiones,  continúa infectando a más valencianos y poniendo el riesgo de colapso al sistema sanitario. La atención primaria simplemente está desbordada, y las citas para cualquier consulta se retrasan en muchos casos a más de diez días. Mientras la mayor parte del gobierno del Botànic ni está ni se les espera, los responsables de Sanidad se miran los unos a los. Yo entiendo que  imprescindible tener un plan detallado de actuación que cuente con los medios adecuados. Por supuesto, es el momento de liderar e involucrar a todos los medios posibles contra el virus; farmacéuticos, veterinarios, dentistas, ejército podría ayudar en la vacunación. Es momento de olvidar ciertos corporativismos y buscar soluciones imaginativas y eficaces. También cabría reorganizar los servicios públicos, muchos funcionarios, ahora con menos carga o con trabajo no tan necesario, podrían dar soporte a sanidad y servicios sociales en estos momentos tan difíciles.

Desgraciadamente nos hemos acostumbrado a que personas poco preparadas estén ocupando puestos de enorme responsabilidad, donde lo único que saben hacer hoy es repetir lo que hicieron ayer. Parecen no conocer lo que decía Antoine de Saint-Exupéry  “Un objetivo sin un plan es solo un deseo”.  Me temo que contra el COVID19 los deseos sirven de poco.