El VAR y el vicepresidente ¿violento?

El VAR y el vicepresidente ¿violento?

(Publicado en ABC el 21/12/2023)

Actualmente no puedes fiarte de lo que dice un socialista. Nos han acostumbrado a que digan una cosa para contradecirla escasos días después, incluso en ocasiones, niegan que hubiesen dicho lo primero. Por ello era inevitable poner en cuarentena las afirmaciones en twitter del portavoz socialista en las Cortes Valencianas, José Muñoz, indicando “El Vicepresidente de Mazón agrede a un diputado socialista en el Pleno de les Corts. Mazón se convierte en un cómplice de los ultras de la extrema derecha”.

El tuit venía acompañado de un vídeo adecuadamente cortado para que no se viese el final de la historia. En dicho vídeo se podía comprobar como el diputado socialista José Chulvi tras hablar en el atril, se acercaba al escaño que ocupaba el vicepresidente Vicente Barrera, de Vox, y parecía que tenían una discusión. Posteriormente aparecían en otros tuits fotos del señor Barrera apoyando una mano en el pecho del diputado socialista.

A continuación, como si fuese el VAR de la liga española de fútbol, el diputado nacional de Vox, Carlos Flores, colgaba también en Twitter una foto dónde se veía que eran ambos diputados los que depositaban una mano en el pecho del otro. Pero como en el VAR, las imágenes fijas no suelen ser determinantes. Para generar más dudas, como si fuesen setas, aparecieron defensores de uno y otro colgando fotos e instantes de la escena.

Ya intrigado, acudí las referencias al hecho tratadas por algunos diarios. La prensa más cercana a la izquierda no podía ser más determinante: “enfrentamiento, agresión, violencia…” y en todos los casos echando las culpas al diputado de Vox.

Se ilustraban todas las crónicas con fotos del suceso menos en uno de ellos, dónde se podía ver el vídeo completo de la escena sin los cortes aplicados desde el tuit del portavoz socialista. Además, toda la escena es pública y accesible en el canal de las Cortes Valencianas.

Tal como yo lo veo todo transcurre así. En un debate parece que tranquilo, el diputado socialista José Chulvi indica en su exposición que va a entregar el “diploma de censor máximo” al responsable de cultura del gobierno valenciano, que es el señor Barrera.

Pero es aquí cuando empieza el lío. Podría haberle saludado, dejado el diploma guardando la suficiente distancia y respeto, y haber vuelto a su escaño. Pero no lo hizo así.

Se acercó al vicepresidente con una postura que, si hubiese sido al revés, la prensa de izquierdas hubiese calificado de provocadora, y empieza a decirle algo a escasos centímetros de su cara. La conversación entre ambos no se escucha. Manos en pecho del contrario y finalmente el señor Chulvi escasamente agraviado, ya que una amplia sonrisa ilumina su cara, vuelve a su escaño como pensando que ya había hecho la acción del día.  Barrera se queda con su mano en el aire, ya que Chulvi no se la ha apretado, ignoro si por desprecio o porque no le ha visto.

Fin de la historia, pero la veda contra Vox ya está abierta una vez más. Pero es la política de los muros de Sánchez. En un lado del muro, cualquier acto discutible de un miembro de Vox es inaguantable, e incluso responsabilidad de todos, incluido un Mazón que no estaba en aquel momento en el pleno. En el otro lado del muro, las barbaridades de sus socios son hechos puntuales. Podríamos citar a la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, acusando a periodistas y jueces. También a los de Esquerra Repúblicana de Cataluña controlando como si estuviesen en Corea del Norte a los eurodiputados que habían tratado de comprobar las amenazas a los padres que habían pedido escolarizar a sus hijos con al menos un veinticinco por cien de educación en español. Incluso podríamos hablar del  reciente homenaje, realizado por el partido mayoritario de Bildu, a los etarras que quisieron volar el tren de Nochebuena y que pudo costar la vida a 180 personas.

Pero volviendo a las Cortes, para rematar con un toque futbolero, solo faltó que el diputado socialista, el señor Chulvi, se hubiese dejado caer en el hemiciclo con las manos sobre la cara y gritando de dolor. Pero probablemente el VAR le hubiese vuelto a delatar.

Grouchy, Marciano y las 35 horas.

Grouchy, Marciano y las 35 horas.

(Publicado en el Diario Información el 16/12/2023)

“Grouchy, devuélveme a mis hombres” parece que gritaba Napoleón Bonaparte en el momento álgido de la batalla de Waterloo. Grouchy era el mariscal al que Napoleón le había confiado parte de su ejército con el objetivo de que impidiese que el ejercito prusiano llegase a tiempo para ayudar al británico.  Pero Grouchy ni localizó al grueso de las fuerzas prusianas que llegaron a Waterloo en el momento culminante, ni tampoco acudió en ayuda del emperador al escuchar los disparos en la lejanía. Napoleón echo de menos esas tropas, que quien sabe si hubiesen cambiado el rumbo de la batalla.

La gestión de los recursos de cualquier tipo es algo crítico, en especial de los recursos humanos. Tener personas preparadas, motivadas, en suficiente número y con la adecuada organización pueden suponer la diferencia entre el éxito o el fracaso en cualquier empresa.

La salud es algo que, especialmente tras la reciente pandemia, ocupa un lugar preferente en las preocupaciones de la ciudadanía. Da la sensación de que el sistema sanitario sigue colapsado tras la pandemia. Aunque también es cierto que los números sobre listas y tiempos de espera ya no eran aceptables antes de esta, especialmente en algunas áreas de salud con falta endémica de personal.  

Los ocho años de gobierno de la izquierda han sido especialmente terribles para el sistema público de salud valenciano. La guerra contra la sanidad privada en general y en especial su obsesión de acabar cualquier concesión sanitaria a una empresa privada, independientemente de los resultados de su gestión, han sido una de sus principales líneas de trabajo. La otra fue la de colocar a personas afines en los principales puestos de dirección de hospitales y áreas de salud.

Así, esa gestión de la sanidad pública por parte del partido socialista se realizaba sin pensar demasiado en lo que debería ser el centro de esta, que era y es el ciudadano.

Y es que la sanidad pública es especialmente sensible a la gestión de unos recursos humanos cada vez más escasos y a la falta de profesionalidad de muchos de los responsables de la gestión, que lo eran por su lealtad a unas siglas y no por su capacidad.

A pesar de la situación de las listas de espera en la comunidad valenciana y la falta endémica de profesionales sanitarios, el anterior conseller, el socialista Miguel Mínguez, tomó una de las decisiones más irresponsables y vergonzantes, ya que parece que lo hizo en clave electoral con el objeto de ganar votos entre el personal sanitario. Me refiero al de acordar reducir la jornada del personal sanitario, dejándolas en treinta y cinco horas a la semana. Desconozco si les ayudó a ganar muchos votos entre los sanitarios, pero los ciudadanos prefirieron votar otras opciones, lo que condujo a que los socialistas abandonan el gobierno y, por ende, la gestión de la sanidad pública.

El nuevo conseller del Partido Popular, Marciano Gómez, empezó dando largas a los acuerdos de su predecesor sobre esa reducción de jornada. Pero ante las presiones de los sindicatos, reculó y parece que al final, los sanitarios valencianos trabajarán menos horas en la sanidad pública. Ni siquiera son medidas excepcionales para aquellas plazas que son de difícil cobertura como forma de premiar a los que las ocupan, sino para todo el personal.

Esto supone un duro golpe al sistema sanitario público, ya que disminuye las horas de atención al ciudadano. Es curioso como los sindicatos de izquierdas criminalizan a la sanidad privada con una mano, mientras se cargan la sostenibilidad del sistema público con la otra. Porque las matemáticas no engañan, quite dos horas y media de jornada a cada trabajador del sistema y cuente las horas que supone de menor atención al ciudadano.

Tampoco es una cuestión de inyectar más dinero en el sistema para compensar por dos motivos, en primer lugar, porque no hay maquinita para imprimir billetes en el palacio presidencial y los fondos parece que van a ser escasos y por otro lado la falta endémica de determinados profesionales.

Pero parece que la suerte está echada, el conseller Marciano Gómez reducirá la jornada a sus trabajadores sin ni siquiera esperar a normalizar la situación de la atención sanitaria al ciudadano. Es previsible saber lo que pasará, quizá de aquí a un tiempo, cuando al presidente Carlos Mazón le muestren los datos de subida da las listas de espera. Probablemente gritará como Napoleón “Marciano devuélveme mis horas”.

Don Julián y los móviles en el colegio

Don Julián y los móviles en el colegio

(Publicado en ABC el 15/12/2023)

Se llamaba Don Julián y era mi profesor de tercero de EGB. No era muy alto, pero tenía un genio terrible. Recuerdo que, si coincidías con él de camino a casa, te acompañaba preguntándote la tabla de multiplicar. Nos reíamos cuando “enganchaba” a uno de los compañeros en dicha tarea, pero recitabas la tabla de multiplicar cuando eras tú el afortunado. No recuerdo ya si era un buen profesor, imagino que sí, pero lo que era evidente es que le teníamos mucho respeto y que quería enseñarnos lo que sabía. Mis padres también respetaban a los profesores del colegio y cualquier anotación en el diario realizada por uno de ellos era asumida como cierta.

Si la correcta formación del estudiante debe ser el objetivo central de la educación, obviamente el profesor es la base fundamental de todo el proceso para poder conseguirlo. Es imposible conseguir una buena educación sin buenos profesores, independientemente de todas las acciones de mejora adicionales que se quieran plantear.

Pero la importancia de los profesores parece ser la gran olvidada en las mejoras del sistema educativo. El reciente informe Pisa deja en evidencia un retroceso terrible en cuanto a la formación de nuestros estudiantes. Pero qué se puede esperar si la máxima responsable del sistema educativo, la ministra de educación, la socialista Pilar Alegría, dice que, aunque son peores que en años anteriores, estamos en la media europea. Cuando la escuché me recordaba a mí mismo tratando de convencer a mi padre hace muchos años, que mi nota era mala, pero estaba en la media de la clase mientras le enseñaba la columna que mostraba mi nota con respecto al resto de tus compañeros. Mi padre nunca dio por buena esa respuesta y creo que hacía bien forzándome a mirar hacia arriba y a no conformarme con encontrar “excusas de mal pagador” para justificar una mala nota.

Pero más vergonzante ha sido las justificaciones de uno de los responsables del área educativa de la Generalitat Catalana, que ha culpado a los inmigrantes de los pésimos resultados que han obtenido los estudiantes catalanes. Menos mal que estas declaraciones las hizo un independentista de izquierdas, ya que si lo hubiese dicho cualquier persona de un gobierno de derechas las acusaciones de xenofobia y las menciones a Franco hubiesen brotado en todos los mentideros políticos.

Por más vueltas que le den los independentistas vascos y catalanes, el obviar la lengua vehicular de los estudiantes influye indudablemente en los malos resultados. Pero ellos van a seguir en su cruzada contra el español, muestren lo que muestren los resultados de cualquier informe que simplemente retrate la realidad. Ellos prefieren vivir en sus realidades ficticias de razas y lenguas superiores, aunque minoritarias, que ahora se van a ver apoyadas por los socialistas.

Lo fácil sería observar los sistemas educativos de referencia, todos los nombran, pero nadie quiere aplicar las medidas de sentido común que utilizan, ya que pondrían en entredicho el estatus quo de muchos.

Volvemos a D. Julián y a sus sucesores, las sociedades con buenos sistemas educativos tienen a los mejores en los puestos de profesor. Pero no solo es eso, sino que además de conseguir que los buenos estudiantes sean los profesores del futuro, esta es una de las profesiones más respetadas.

Además, en muchos modelos educativos se permite a los equipos directivos de los centros elegir a sus profesores, y todos pasan las correspondientes evaluaciones. Algo que en España parece haberse olvidado, más allá del informe Pisa, el único momento en el que se evalúa a los estudiantes de forma más o menos uniforme es en las pruebas de acceso a la universidad. Estos, además de que al ser exámenes a nivel de comunidad autónoma se les permite maquillar ciertos resultados, han dejado ser una forma de filtrar el acceso y solo sirven para ordenar las preferencias de los estudiantes. 

Se puede actuar con la formación y elección del profesorado, con la de los responsables de los centros educativos, con las materias a impartir o las metodologías con las que se imparten, con las ratios adecuados y muchas más cosas, pero si nos quedamos con que la medida estrella del gobierno socialista para mejorar la educación es prohibir el uso del móvil a los estudiantes de los primeros cursos, ya podemos comprobar la escasa ambición con la que actúan. Pero además de la ministra, nadie del sistema educativo parece querer actuar.

Como decía Martín Luther King “puede que no seas responsable de la situación en la que estás, pero lo serás si no haces nada para cambiarla”, y entonces puede que todos seamos responsables.

Este artículo se lo dedico a D. Julián y a todos los profesores que me formaron con su trabajo, los recuerdo con cariño y agradecimiento.

La caída de la tasa botánica

La caída de la tasa botánica

(Publicado en ABC el 1/12/2023)

Allí estaban los portavoces de la izquierda valenciana, posando en las Corts Valencianes con el documento del acuerdo sobre la tasa turística en una mano y la otra con el puño en alto. Sonrientes como si acabasen de tomar el palacio de invierno y encantados en su cruzada de subir la presión fiscal sobre ciudadanos y empresarios.

Una cruzada que fueron incapaces de explicar y cuando se daban cuenta de su incapacidad didáctica, acababan con su mensaje de odio al turista en general, hablando de los mismos como si fuesen los ostrogodos de Totila tras el saqueo de Roma. Parece que los únicos visitantes que les hacen felices son los que llegan en patera a las costas españolas y que después son repartidos por nuestra Comunidad por el gobierno del socialista Sánchez.    

En el pasado pleno donde se debatía la derogación de la tasa turística, fue bastante patética la defensa final que plantearon los portavoces socialista y de Compromís. La socialista se limitó a hablar de la “hiperbolización de la medida”, a ver si podía salir del charco sin mojarse demasiado. Pero sin duda, la estrella fue la portavoz adjunta de Compromís, Aitana Más, hablando de la subida del precio de los hoteles y que total uno o dos euros más de tasa no iban a significar nada. También insistió en que en muchas ciudades se aplicaba y no había caído la demanda. Ni rastro de los informes serios que había pedido el sector al respecto de la incidencia de la tasa turística en la Comunidad Valenciana. Pero es cierto que el pasado ejecutivo del Botánico no se caracterizaba por un profundo análisis del impacto de sus medidas.  Esta portavoz, fue en su reciente etapa como Consellera muy conocida por su decreto que implicaba una subida del coste de más de quinientos euros por las plazas en las residencias sociales. Su propuesta fue que no se podía repercutir esa subida a los ciudadanos y que toda debería ser asumida a costa del beneficio industrial de los empresarios. Vamos, una experta en gestión económica y que provocó que en una reunión de la patronal del sector dijesen “que no sabían que es lo que le habían enseñado en la universidad”.

Lo de minimizar el impacto de una subida de uno o dos euros demuestra un profundo desconocimiento del sector turístico en muchas de las localidades de nuestra comunidad. Tampoco haca falta ser un gurú económico para saber que ese tipo de subidas puede tener mucha más influencia de la prevista. Yo recuerdo todavía la odisea del restaurante al que iba a comer “de menú” con mis compañeros de trabajo. A pesar de ser algo más caro que su competencia, tenía mucha afluencia de gente hasta que decidió subir cien pesetas el precio del menú e incluir el café. Una medida que parecía no tener mucha incidencia, pero, que supongo que entre otras, supuso una reducción de clientes que implicó su cierre un año más tarde.

No obstante, la izquierda valenciana trató de seguir su hoja de ruta de penalizar el turismo pensando que no les iba a afectar. Tal como apuntaba el economista estadounidense Milton Friedman “El Congreso puede aumentar los impuestos porque puede persuadir a una parte suficiente de la población de que otro los pagará”. Esto me generó un momento muy divertido cuando charlando con un amigo de Compromís me dijo que la tasa turística serviría para que los extranjeros y los “pichones” de Madrid pagaran más. Le apunté que dado que él solía veranear en un pueblo de Castellón, también él iba a pagar la tasa. Aún recuerdo su cara de “tierra trágame” cuando su mujer le espetó “¿Això és així?.

El afán recaudatorio y cierto odio al visitante crearon una medida en víspera electoral que la izquierda no pudo explicar, probablemente no tenga explicación, y que es posible que les costara unos cuantos votos y quién sabe si supuso la caída del gobierno botánico. Lo mejor es que se ha quedado como el sueño de una noche de verano.