Dunkerque

El director Cristopher Nolan cambió de registro totalmente en su última película. Los que hemos sido fieles seguidores de su cine, no podíamos faltar al estreno de Dunkerque, que fue una de las batallas más importantes de la segunda guerra mundial. Nolan conseguía poner el foco de una acción que se debatía entre lo que era una grave derrota o una exitosa retirada. Las tropas británicas habían sido arrolladas en Francia por el ejército alemán y habían huido hacia la costa francesa para intentar volver su país para continuar la lucha contra el nazismo.

Entre todos los personajes de la película, Nolan se centra en un episodio llamativo. Una de las embarcaciones civiles que puso rumbo hacia Francia desde las costas británicas para ayudar con esa retirada. En dicha travesía, el capitán de dicha embarcación recoge en alta mar a un soldado británico que precisamente huía del desastre, que observa enloquecido como la embarcación quiere ir al terrible lugar del que huye.

El empresario estadounidense Warren Buffet comentaba eso de que “Sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo”. En los momentos duros es cuando se conoce la implicación de cada persona en un proyecto. Es fácil y cómodo navegar en una embarcación de recreo, no lo es tanto cuando esa embarcación de recreo se dirige a una complicada misión en la que se pone en riesgo la vida.

En los últimos años en Ciudadanos hemos vivido un vaivén notable, quizá de forma más visible en los resultados tanto de forma positiva como negativa. También es cierto que la polarización que actualmente impera en la política española dificulta enviar mensajes centrados en lo que realmente es importante, pero que no generan la crispación que ahora mismo parece llamar la atención. Es probable que esa crispación ha favorecido que hayamos cometido errores o que no nos hayamos centrado adecuadamente en explicar los motivos de nuestras acciones y decisiones.

En aquella primavera de 1940 los británicos podrían haber considerado unas fracasadas a aquellas tropas que huían a uña de caballo y abandonarlos a su suerte. No lo hicieron, consideraron la lucha contra el imperialismo nazi era importante, y que recuperar a aquellos soldados era una parte importante de esa tarea. Por eso pusieron todos los medios para conseguirlo, implicando a ciudadanos de a pie, como aquel del barco de la película de Nolan. Yo considero que un partido como Ciudadanos, de corte liberal es necesario para España, si cabe ahora más necesario que nunca.

Pero ahora muchos nos encontramos en ese barco y sobrevuela la duda. ¿elegir como destino Francia a ayudar a los compatriotas o huir a Gran Bretaña sin correr riesgos? Yo elijo la primera opción. Derrotado es el que deja de luchar por lo que considera justo.  Eso implica centrarse en además del trabajo de cada día, en otro que tiene tiene una fecha marcada en rojo. Esta fecha es la de las elecciones del cuatro de mayo para la asamblea de Madrid. No va a ser fácil, pero soy optimista. No podemos olvidar que muchos de los soldados británicos que se retiraban con orden aquel día de Dunkerque, regresaron cuatro años más tarde muy cerca de allí en las costas de Normandía.

La increíble vacunación menguante

El president del Consell se sienta enfrente del ordenador, pincha sobre el enlace que le ha llegado a través del correo. Tras confirmar la autorización del uso de la cámara y del micrófono puede ver como su imagen aparece en pequeño en una de las esquinas de la pantalla mientras en el centro puede ver un enorme sillón vacío. Pasan los minutos y no aparece nadie, durante unos momentos piensa que igual era un correo trampa y estaba siendo sometido a una estafa como sus colegas de Compromís en la empresa municipal de transportes en Valencia. Mientras observa como el segundero de su reloj da una y otra vuelta, una voz le hace regresar su mirada a la pantalla. Allí está el presidente del gobierno que le sonríe. Tras los saludos protocolarios el presidente del gobierno pone semblante serio y empieza a hablar. “Querido Ximo, sabes que estamos en un momento difícil y, que las farmacéuticas no nos están enviando las dosis de vacunas esperadas. Como comprenderás, debido a los pactos de gobierno, no puedo dejar de enviar las dosis que esperaban ni al País Vasco ni a Cataluña. Además, fíjate, con todos los terroristas que estoy trasladando al País Vasco para que gocen de privilegios carcelarios, aun me tocará enviarles algunas dosis de más. Y en Cataluña, ahora que están en plena negociación del gobierno es bueno que piensen en nuestro gran exministro Illa.  Afortunadamente tú siempre has sido un gran defensor de montar una alianza mediterránea estilo “Commonwealth” con els Països Catalans. Creo que ellos verán con buenos ojos la generosidad del gobierno valenciano cediendo parte de las vacunas que les tocan.

Mientras el president del Consell trata de reaccionar, el presidente del gobierno continua “Y no quiero que pienses en ningún caso que esta decisión es debido a que apoyaras a Susana Díaz en mi enfrentamiento con ella en las primarias. Sabes que no soy en absoluto rencoroso”. Mientras dice estas últimas palabras una enorme sonrisa inunda su rostro. “No obstante a pesar de haberte reducido el número de vacunas para los valencianos voy a darte una oportunidad para recuperar diez mil dosis. Nos vemos pronto”.

Ante la mirada estupefacta del President, el presidente desaparece y aparece un hombre cuyo rostro le cubre un antifaz, con un enorme parecido al ministro Ábalos, con tres cubiletes y una bolita en las manos que coloca encima de la mesa. Introduce la bolita en uno de los cubiletes al que da la vuelta y los empieza a mover entremezclándolos con los otros dos mientras grita “Si adivina donde está la bolita se lleva diez mil dosis para su Comunidad”.

El President señala el izquierdo con gran seguridad, pero su rostro cambia de semblante cuando comprueba que la bolita no está allí. El misteriosos enmascarado le dice “Seguro que a la próxima lo acierta, ¿se juega cinco mil contra veinte mil dosis a que lo hace?”

El President mueve negativamente la cabeza y murmura “No gracias, que me va a tocar vacunar a los valencianos con agua bendita”. En ese momento el President despierta y alegre comprueba que era tan solo una pesadilla. En ese momento suena el teléfono y comprueba que es la Consellera de Sanidad que le informa que la Comunidad Valenciana la más perjudicada en el reparto de vacunas, que no hay ninguna justificación posible a tal escaso número de dosis.

La Consellera le pregunta si debe hacer alguna declaración de queja al respecto, mientras el president que camina con semblante serio mira la pantalla del ordenador, pone rostro de asombro y le responde “No hace falta, diremos que son criterios técnicos de reparto”. Al colgar el president seguía con su cara de sorpresa al ver que en la pantalla del ordenador se podía ver una mesa con tres cubiletes.

¿Miedo al teletrabajo?

El decreto de teletrabajo que pretende lanzar el gobierno valenciano no acaba de llegar nunca. Parece que es debido a las exigencias de unos y el miedo de los otros. Los que tenemos cierta edad y hemos vivido la evolución de los sistemas informáticos no dejamos de sorprendernos de estos temores ante algo que ya la empresa privada ha asumido con naturalidad, en algunos casos acelerado por la aparición de la pandemia.

Echando la vista atrás, recordé a dos de los amigos con los que compartí piso de estudiantes en Valencia. Al acabar los estudios fundaron hace algo más de treinta años, una pequeña empresa, ahora lo llamaríamos “start-up” para desarrollar software de gestión empresarial. Uno ubicado en Banyeres y el otro en Muro de Alcoi decidieron inicialmente que su oficina estuviese a mitad de camino de ambos, en Alcoi. No obstante, trabajaban gran parte de su jornada laboral en sus respectivos domicilios. La información corría en diskettes de cinco y un cuarto, que poco a poco fueron sustituidos por los sucesivos modelos de almacenamiento de información digital. La evolución de las comunicaciones, internet, la nube, los escritorios virtuales y un sinfín de novedades tecnológicas han hecho que la distancia ya no suponga ningún impedimento para poder trabajar casi como en una misma oficina.

Muchas empresas ya decidieron hace mucho tiempo sustituir los ordenadores en forma de torre por los más versátiles portátiles. Estos, conectados a un teclado y a un monitor otorgan la misma funcionalidad que las pesadas torres, pero con la ventaja de la movilidad adicional que permiten. Obviamente el sistema debe ser completado con el incremento de recursos tanto a nivel software como hardware para garantizar rendimiento y seguridad.

Debido al confinamiento, se ha disparado también en parte de la administración pública un planteamiento muy similar.

Como cualquier otro avance, todo tiene sus ventajes e inconvenientes. El teletrabajo reduce notablemente los desplazamientos al lugar de trabajo con el consiguiente ahorro de tiempo y de disminución de la contaminación. También puede facilitar la conciliación de la vida personal con la laboral.

Por otro lado, si no se cuida, el teletrabajo puede generar distancia entre empleado con sus compañeros y la empresa, pudiendo hacer perder parte del sentimiento de pertenencia.  Otro de los grandes problemas apuntados es el derecho a la desconexión, ya que ese teletrabajo puede generar el problema de dificultar diferenciar los límites de tu jornada laboral en tu casa. Volviendo al pasado, recuerdo a mis compañeros de piso, que ya desde Valencia iniciaron su trabajo en común, como prácticamente pasaban de la cama al ordenador o comían habitualmente junto a él.

Pero para muchos, el teletrabajo puede suponer que el problema de la desconexión se produzca en sentido inverso y que el trabajador pueda abusar de la lejanía. Esto sobre todo se puede dar en modelos donde el único seguimiento del trabajador es el cumplimiento de un horario, tal como ocurre habitualmente en la administración pública.

Personalmente, considero que el teletrabajo es una oportunidad, ya que abre nuevos modelos de cooperación y puede facilitar la conciliación de tu vida personal con la laboral. Pero para que esa oportunidad sea una realidad en la administración pública, hay que ir más allá de hablar del teletrabajo tan solo a nivel de los derechos de los trabajadores olvidando el servicio público de calidad que se debe seguir dando.

Es necesario implantar en la administración pública los modelos de trabajo que hace tiempo utilizan las empresas privadas, hablo de mediciones y trabajo por objetivos. Además de facilitar esa implantación del teletrabajo, seguro que podrían ayudar a la modernización de la administración y descubrir algún que otro agujero negro donde se pierden los recursos personales.