Publicado en el diario ABC el 18 de julio de 2024
“Nada podrá hacerle recuperar aquel instante en que fue dueño del destino y no supo aprovecharlo” es una de las frases que el escritor austríaco Stephan Zweig dedica al mariscal Grouchy en su libro “Catorce momentos estelares de la humanidad”. Grouchy fue el mariscal francés en el que Napoleón delegó una de las tareas más críticas en los días previos a la batalla de Waterloo. Grouchy no era el más hábil de sus mariscales, pero sí el más leal y el que ejecutaría las órdenes que le dieran sin pensar lo oportunas o no que fueran. Napoleón le dio el mando de parte de sus tropas con la orden de que impidiese que el ejercito prusiano se uniese al inglés, en lo que se suponía iba a ser la batalla definitiva. Disciplinado, Grouchy, así lo hace, pero tras unos días buscando infructuosamente a los prusianos, puede escuchar el fragor de la batalla en forma de disparos de cañón. Y es en este momento cuando ocurre el minuto universal de Waterloo. Grouchy puede obedecer estrictamente las órdenes que le dio Napoleón o actuar con el sentido común de un militar y dirigirse a Waterloo. Aparece su condición de más leal que capaz, y piensa que un subalterno siempre obedece. Napoléon se quedará mirando el horizonte esperando la llegada de Grouchy y sus tropas mientras asume que ya no es solo la derrota en una batalla, sino el fin de su imperio.
Santiago Abascal, líder de Vox, quizá ha pensado que no quiere tener su Waterloo particular y ha decidido, para sorpresa de muchos, que su partido abandone todos los gobiernos autonómicos en los que se encontraba junto al Partido Popular.
Es posible que se hayan dado cuenta de que, por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, los pactos a los que habían llegado solo favorecían al Partido Popular y quizá en menor medida a la izquierda valenciana. Vox había quedado como el pagafantas de toda la operación. Unos pactos, en los que sus representantes, ignoro si de forma inconsciente, fueron objeto de algo parecido al timo de la estampita, asumiendo consellerias de escaso peso y menos presupuesto. Algo que se ha puesto en evidencia en la remodelación que el presidente Carlos Mazón ha realizado de forma inmediata.
Si a unos pactos infames, en los que debería haber asumido sí o sí la Conselleria de educación, le añades que el perfil de sus conselleres ha sido estilo Grouchy, mimetizándose en el gobierno el partido Popular desde el primer minuto, el desastre estaba garantizado. Podían haber aprendido de la negociación que realizó Mónica Oltra en los dos gobiernos del Botànic.
Pero es el eterno problema de los pequeños partidos con un líder muy fuerte. El círculo del líder hace todo lo posible para impedir que nadie brille a su alrededor y que le pueda hacer sombra al líder o a los miembros de ese círculo. Yo entiendo que algunos miembros de ese círculo deberían haber sido fulminantemente cesado tras el desastre de la negociación y gestión de los acuerdos en la Comunidad Valenciana. Buscaron perfiles cómodos, obedientes y parece que en algunos casos más basados en aspectos religiosos que en capacidad y pericia profesional. Todo se ha puesto en evidencia cuando tras la orden dada desde Madrid, algunos conselleres han durado en Vox lo que han tardado en ser cesados.
El presidente Carlos Mazón ha demostrado ser el más listo de la partida, cesando a los cargos de Vox por la noche y nombrando a los del Partido Popular a la mañana siguiente. De paso ha aprovechado para hacer una remodelación express de su gobierno como el que no quiere la cosa, y mejorando su gobierno incorporando al mismo el perfil político y eficaz de Miguel Barrachina, que entiendo le hacía falta.
Empieza una nueva partida en la Comunidad Valenciana en el que Vox ha pasado de ser un partido subalterno del Partido Popular a ir directamente al monte. Ignoro si será beneficiosa o no la estrategia, el tiempo lo dirá. Pero lo que parece evidente es que la inmigración ilegal, la fallida integración en nuestra sociedad de los que llegan e incluso el incremento de inseguridad, es algo que preocupa cada vez más a los españoles y solo Vox se ha posicionado claramente en este tema. De hecho, ha sido la excusa para la ruptura de los gobiernos. Mientras tanto, el resto de los partidos siguen silbando y lanzado mensajes de “refugees welcome”.
También es cierto que los problemas se solucionan desde el gobierno y no desde el monte. Ignoro si Vox ha aprendido la lección y si tiene otra oportunidad, elegirá más mariscales Murat en vez de los Grouchys de turno. A veces ser dueño del destino solo ocurre una vez, quizá dos, y no están las cosas para desaprovechar esos momentos.