La sanidad y la oscuridad de Einstein

Hace escasos días, un médico especialista me confesaba que un cuarenta por ciento de las citas que le habían asignado no se presentaban. Comprobó que no era un caso aislado y comunicó la incidencia a los responsables del hospital. Estos, entiendo más preocupados en servir a los que les habían colocado en dicho puesto, le pidieron que investigara el asunto si así se quedaba más tranquilo, pero que en el hospital no disponían de medios para realizar un análisis detallado de las posibles causas. El médico inasequible al desaliento empezó a realizar las llamadas pertinentes a los pacientes que no habían acudido a su cita. Pudo comprobar que además de algún despiste, en la mayoría de los casos estos le confesaron que dado el tiempo de espera que les pronosticaban, habían preferido buscar la solución alternativa que había consistido o bien en acudir a los servicios de urgencias, o bien a la sanidad privada.

Si pasamos a la atención primaria la situación no e mejor, ya que cuando pides cita a través de la aplicación, ya no sabes si el dato que te devuelve es el número de días que tienes de espera o el número de los apóstoles de Cristo.

Todo esto se agrava en determinadas áreas hospitalarias, las llamadas zonas de difícil cobertura, debido a la escasez de personal, dónde se incumple el objetivo de que todos los valencianos tengamos el derecho a una misma asistencia sanitaria independientemente del lugar en dónde vivimos. Esa diferencia de calidad asistencial va a ser una broma cuando el previsible pacto del socialista Sánchez con los “indepes” catalanes y vascos conlleve a unas inversiones en materia sanitaria en estas comunidades a las que nos privarán al resto. Como vulgarmente se dice “valencianos socialistas y comunistas disfruten de lo votado”.

Yo creo que ese desastre de gestión de la sanidad pública condenó en parte a la izquierda valenciana en las últimas elecciones autonómicas. Su discurso de que “viene la derecha a privatizar la sanidad” no atemorizó a los valencianos, ya que la espera a la que eran castigados no tenía ninguna relación con dicho mensaje. Además, las propuestas que lanzó el conseller socialista de sanidad de reducir la jornada laboral de los trabajadores sanitarios, a lo mejor consiguió algún voto entre los mismo, pero dudo mucho que pudiera hacer comprender a los usuarios del servicio que eso mejoraría el mismo.

Ahora tras la decepcionante gestión de sus tres predecesores, en la comunidad valenciana tenemos un nuevo conseller, Marciano Gómez, que tiene un complicado reto que llevar a cabo y no es otro que el mejorar esa asistencia sanitaria. Yo entiendo que no se trata solo de presupuestar más dinero en el sistema, aunque esto facilitaría las cosas. Tampoco se trata de cambiar a los directores y gerentes actuales con carné del PSOE por otros con carnet del PP, sino en poner a las personas más preparadas al frente.

Por supuesto es vital analizar adecuadamente las peculiaridades de las necesidades de asistencia sanitaria en el momento en el que vivimos y que requiere de muchos cambios en el planteamiento de gestión. Hay que abrir la mente para gestionar mejor y tal vez no tener miedo en trasgredir algún dogma que se utiliza desde hace décadas. Por supuesto, dada la escasez de profesionales sanitarios, es imprescindible evitar que pierdan su tiempo en tareas burocráticas y lo puedan dedicar a esa atención del paciente o al estudio de nuevos modelos de tratamiento.

La izquierda valenciana medía sus resultados en base al incremento de la cantidad que asignaba al capítulo de sanidad en  el presupuesto y en el número de centros de salud que decía que iba a hacer, aunque luego no hiciera ninguno.

Einstein decía que la oscuridad no existía, que realmente la oscuridad era la ausencia de luz. En la sanidad pública valenciana se inicia una nueva etapa con la llegada de luz. Del nuevo conseller depende que esa luz siga encendida mucho tiempo o vuelva la época de tinieblas del Botànic. Y para eso toca medir tiempos de espera, eficacia en los tratamientos y muchos aspectos más que por cierto ya evalúan muchos sistemas sanitarios privados y públicos de otros países. Al final se trata de que las acciones a tomar vengan determinadas para mejorar esas mediciones y no para satisfacer a ciertos dogmáticos 

Ciudadanos y los huérfanos de la tormenta

Es posible que hayamos vivido en un periodo político tormentoso que nos hiciese creer la posibilidad de cambiar mucho más las cosas en España de lo que estamos acostumbrados

Publicado en el diario ABC el 14 de julio de 2023

“¡Dios mío! – exclamó Julia- ¿Dónde podremos escondernos durante el buen tiempo, nosotros, los huérfanos de la tormenta?”

Un viaje en trasatlántico, una pareja de viejos amigos que inician un amor larvado con el tiempo, una tormenta en alta mar que lo posibilita, ya que hace que solo Julia y Charles puedan disfrutar del viaje, mientras sus parejas permanezcan en sus camarotes sufriendo insoportables mareos. Pero como dice Julia, la tormenta finalmente acabará sin dejar lugar para esconderse de la dura realidad con lo que toca enfrentarse. Esta historia forma parte de uno de los capítulos finales de la fenomenal serie británica “Retorno a Brideshead” basado en una novela de Evelyn Waugh.

Es posible que hayamos vivido en un periodo político tormentoso que nos hiciese creer la posibilidad de cambiar mucho más las cosas en España de lo que estamos acostumbrados. Hace cuatro años Ciudadanos obtuvo un resultado espectacular en las elecciones de abril y mayo. A pesar de eso, sigue habiendo gente que el resultado podía haber sido mejor del que fue, no soy yo de esas personas dada la estructura y asentamiento que tienen algunos partidos, lo que les da una ventaja notable. En cualquier caso, aquel resultado posibilitaba ser actor principal de la política española, pero los dirigentes entonces prefirieron ser actores de reparto. Ya no tiene sentido volver a analizar donde se empezó a perder el Perú, sino que hacer ahora cuando la tormenta amaina y nos enfrentamos a unas elecciones donde nuestro voto ya no está tan meridianamente claro.

Han sido muchas elecciones participando de forma muy activa a lo largo de toda la geografía española, con éxitos y fracasos, pero siempre con expectativas, hasta llegar a las de julio de 2023. Como Julia y Charles nos toca afrontar la decisión, para mí clave, de qué votar. Algunos compañeros están haciendo campaña activa por la abstención. Me dicen que no hay ningún partido que representa los ideales de Ciudadanos. Yo replico que al menos no son decididamente antiliberales como el gobierno que puede resultar si Pedro Sánchez consigue la mayoría suficiente junto con lo peor de la política antiespañola.

En el debate del lunes pasado entre el socialista Sánchez y el popular Feijoo quedó bastante claro que el primero va a pactar con quién sea necesario para alcanzar el poder.  Pues yo qué quieren que les diga, a mí me molesta especialmente que sean los de Bildu, Sumar, ERC y PdCat entre otros, los que dirijan un país en el que no creen, mientras de forma paralela los amigos de Sánchez destruyen entidades públicas como es el caso de Correos. La mejor forma de evitar esto es votar a la alternativa, y no es otra que votar a los partidos de la otra parte del arco parlamentario como serían Partido Popular o Vox. Puede que sea pragmático, pero siempre hay que elegir la mejor opción, aunque no sea la que hubiésemos soñado.  Pero como dijese el primer ministro británico, Winston Churchill, en plena segunda guerra mundial “Si Hitler invadiera el infierno, me gustaría por lo menos hacer una referencia positiva al diablo en la Cámara de los Comunes”.

Y es que los posibles aliados de Sánchez ya no se esconden. Los líderes de la izquierda independentista vasca y catalana ofrecieron recientemente un mitin conjunto en Durango y presumieron de su influencia sobre el presidente Sánchez diciendo «Lo que vaya a pasar en España lo van a elegir ERC y Bildu». Si esto es así, yo quiero que al menos que no sea gracias a mi voto al PSOE, Sumar o en blanco.

Como decían en la serie Retorno a Brideshead, “El alud había caído, dejando tras sí la ladera desnuda.”. El 23J toca reparar el alud y no profundizar en su hundimiento, y tal como profetizaba Albert Rivera, si ganan, den por hecho que Sánchez y su banda lo harán.