Reversiones sanitarias y el pánico del Conseller

Reversiones sanitarias y el pánico del Conseller

(Publicado el 27 de octubre en ABC)

La sanidad en los tiempos del tripartito de izquierdas en una comunidad cercana, interpretado con sentido del humor. Defina usted si cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Primera Consellera.

  • Señora consellera, vence el contrato que tenemos con una empresa privada en el área de salud de Alzira. Los números son aceptables, de hecho, mejores que en la mayoría de las áreas gestionadas directamente por la Conselleria
  • Da igual, hay que proceder a la reversión al sistema público de la gestión sanitaria del área. No importa lo que cueste. Para todo buen socialista, lo privado es malo y lo público maravilloso.

Segunda Consellera

  • Señora consellera, vence el contrato con una empresa privada en el área de salud de Torrevieja. Los números son buenos, el precedente de la reversión de Alzira no ha sido bueno, las listas de espera se han incrementado notablemente y los trabajadores están enfadados. ¿Quiere que hagamos un estudio previo de qué es lo más recomendable? No hay que olvidar que estamos en plena pandemia.
  • Ni pandemia, ni pandemio. Da igual, hay que proceder a la reversión al sistema público de la gestión sanitaria del área. No importa lo que cueste. Para todo buen socialista lo privado es malo y lo público maravilloso. Por si acaso, mandaré a algún conocido socialista para gestionar la reversión, no sabe nada de sanidad, pero es un buen socialista.

Tercer conseller

  • Señor conseller, vence el contrato de las áreas de la Marina Alta y de Manises. El precedente de la reversión de Alzira ha sido malo, el de Torrevieja catastrófico. En Alzira tuvimos que doblar el personal, pero ahora ya no quedan sanitarios que contratar.
  • Da igual, proceda a la reversión, las elecciones están a la vuelta de la esquina y tenemos que ganar votos.
  • ¿Y lo de la falta de personal sanitario? Hay enormes listas de espera y es difícil contratar a el personal necesario.
  • Déjame que piense, sí, lo mejor será reducir el horario de trabajo de los trabajadores sanitarios a treinta y cinco horas. Así conseguiremos que el personal sanitario nos vote, se incrementará la lista de espera, pero todo es cuestión de echarle la culpa a la extrema derecha y a la guerra de Ucrania.    

Y entonces llegó la derecha al poder.

Primer conseller

  • Señor conseller, no se han llevado a cabo las reversiones de la Marina y Manises. ¿Qué hacemos? ¿Hacemos un estudio tal como pedíamos cuando estábamos en la oposición?
  • Deja, deja, que a ver si los sindicatos de los hospitales se enfadan que ya se habían hecho la idea de formar parte del sistema público.
  • Y ¿cómo lo justificamos?

-Tranquilo, ahora llamo a ver si nos dan una excusa jurídica

Uno de los primeros compromisos que se autoexigió el último conseller de sanidad del tripartito de izquierdas que gobernó en la Comunidad Valenciana fue el de poner al paciente en el centro del sistema sanitario. En cierta forma, ya asumía que sus dos predecesoras no lo habían hecho. Sorprendentemente él también olvidó su compromiso demasiado rápido. Las reversiones de las concesiones sanitarias es un claro ejemplo de cómo lo político ha estado por encima de los intereses de los ciudadanos. A pesar de los precedentes en este tema, el Partido Popular va a seguir la hoja de ruta marcada por el tripartito de izquierdas.  Se ha hablado poco de los usuarios de la sanidad y mucho de cuestiones legales, derechos sindicales y conflictividad laboral. Con esos planteamientos ¿qué puede salir mal? 

Vox deja de ser el pagafantas

Vox deja de ser el pagafantas

(Publicado en Abc el 20 de octubre 2023)

El general romano Publio Cornelio Escipión no salía de su asombro cuando sus rivales políticos le acusaron de no haber actuado eficazmente contra el general cartaginés Aníbal y no haberlo traído como prisionero. Hasta la llegada de Escipión, habían sido varios los ejércitos romanos totalmente arrasados por Aníbal, por ello Escipión seguramente pensó lo triste que era que cualquier político hábil, como era el caso de Catón el Viejo, pudiera dudar de una de las mayores victorias de Roma.

Si alguien podía discutir la victoria de Escipión en Zama, era mucho más sencillo que un partido de   la oposición pudiera oponerse a los nombramientos de cargos que pretendía realizar la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, o incluso votar que no a los inminentes presupuestos y regodearse de que el Partido Popular fuese a gobernar la capital de la Comunidad valenciana con los presupuestos prorrogados de Compromís.

Tras las recientes elecciones, los alcaldes de Valencia y Alicante, María José Catalá y Luis Barcala, habían decidido gobernar en solitario, a pesar de no tener la mayoría absoluta. Es muy posible que pensaran que eso les daba cierto caché dentro del Partido Popular y de ser más “guais”. En el otro lado, tanto Carlos Mazón como los candidatos populares de Elche y Castellón prefirieron llegar a acuerdos con Vox para tratar de asegurarse cierta estabilidad durante todo el mandato. Yo apuntaba en este diario que parecía evidente que los dirigentes populares no podían esperar ningún apoyo de socialistas, independentistas o comunistas dado el camino hacia el guerracivilismo que todos ellos han emprendido. Esto implica que en función de los acuerdos que los populares llegasen con Vox en cada lugar, permitirían a unos gestionar mucho mejor que otros.

Es probable que Catalá y Barcala pensaran que dando ciertas dádivas a los concejales de Vox en forma de sueldos y asesores podían tener las votaciones medianamente aseguradas. Al principio parecían tener razón ya que prácticamente hasta la fecha, estos últimos parecían haber asumido el papel de pagafantas en ambos ayuntamientos. La definición de pagafantas es el de aquella persona que actúa para agradar a otro, no atendiendo a su propio beneficio, a la espera de alguna retribución improbable en el futuro, y que es visto como un tonto útil. Y es que no pactar con ellos es como reconocer que el peor concejal del Partido Popular en sus localidades es preferible al mejor concejal de Vox.

Parece que Vox se dio cuenta que no tenía mucho sentido seguir siendo el pagafantas de la corporación en Valencia y empezó a votar en contra de las propuestas de la alcaldesa popular. Catalá, entiendo que hábilmente, ha asumido que mejor una vez roja que mil colorada y ha incorporado concejales de Vox en el gobierno.

Es llamativo que la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Sandra Gómez, lo haya denominado como “el pacto de la vergüenza”. Actualmente lo que parece evidente es que ningún socialista pueda hablar de ningún pacto sin avergonzarse, tras sus acuerdos con filo terroristas, independentistas y comunistas. Pero parece que los socialistas creen que los españoles, al menos los que les votan, tienen pocas entendederas. 

En Alicante parece que Vox ha despertado algo, tras sus incomprensibles cesiones al alcalde popular retirando una propuesta que defendía el uso del castellano y apoyando inicialmente la creación de un gran número de direcciones generales en el Ayuntamiento. Por allí circula una broma al respecto que cuenta que tras esos absurdos posicionamientos, se acercaron a los concejales de Vox varias personas tratándoles de vender la Estatua de la Libertad y la Torre Eiffel. Habrá que estar pendiente de los próximos acontecimientos en Alicante, en cualquier caso.

Al final los populares van asumiendo lo que le dijeron al presidente estadounidense Johnson refiriéndose al director del FBI John Edgar Hoover “Es mejor tener al indio dentro de la tienda meando hacia afuera que tenerlo fuera meando hacia dentro”.

También es comprensible que el Partido Popular quiera comerse el espacio de Vox y que Vox quiera mantenerlo e incluso incrementarlo. Pero mientras tanto, hay que gobernar y mejorar la vida de los ciudadanos y dado el compartimiento irresponsable de la izquierda en este país, es preferible que PP y Vox lo afronten con cierta unidad y respeto mutuo, obviamente sin asumir nadie el papel de pagafantas.

Los progres y el emperador

Los progres y el emperador


Hace algunos años compartía habitualmente cenas con unos colegas profesores universitarios de
Cuba que se encontraban de estancia en Alicante. Cenábamos en un bar justo enfrente de la
Universidad, ya que ellos vivían muy cerca de allí y yo durante cierto tiempo me quedaba hasta
avanzada la noche para lanzar procesos informáticos y poder obtener resultados a la mañana
siguiente.
No recuerdo como salió en la conversación la famosa fábula de Hans Cristian Andersen, “el traje
del emperador” o “el rey desnudo”, pero no puedo olvidar lo que dijo uno de mis colegas “En Cuba
nunca podemos decir que el rey está desnudo”.
En la fábula se contaba la historia de un rey al que unos sastres le vendían un traje fantástico
(imagino que también muy caro) pero que los estúpidos no podían ver. Así, el rey acababa
paseando desnudo y nadie se atrevía a decírselo para no quedar como tonto.
En las dictaduras es habitual que todo el mundo tenga que demostrar que piensa igual que lo que
marca la línea oficial del gobierno. Nadie discute las decisiones. Con mis compañeros cubanos
hablábamos de la peregrina idea, del dictador comunista Fidel Castro, de convertir en una
universidad lo que había sido una base militar que se hallaba en medio de la selva. Obviamente,
una vez convertida en universidad, ningún profesor o estudiante se debería negar a acudir allí en
caso de que le fuese requerido.
Entonces yo hacía gala de la libertad de expresión y tolerancia que teníamos en España, así como
de los medios de comunicación independientes a los que podíamos acceder.
Tengo la sensación de que todo esto se está perdiendo, de que nos encaminamos hacia un sistema
de gobierno en el que nadie podrá diferir del pensamiento único marcado por la progresía de
izquierdas y en algunos casos nacionalista.
Observo con terror como parece no importar a nadie que en la Universidad Autónoma de
Barcelona se agreda a los estudiantes constitucionalistas de S’ha Acabat!, tratándoles de impedir
que colocaran una mesa en la feria de bienvenida de la Universidad. Todo ello parece que, con la
complicidad terrible del rectorado, que parece no querer darse cuenta de que los cachorros que
están formando distan mucho de los mínimos estándares democráticos aunque parezcan estar
dentro del pensamiento nacionalista.
En la película “Bajo el silencio” de Iñaki Arteta, que jamás será emitida en un festival como el de
San Sebastián, también se relataba la agresión sufrida por unos jóvenes que habían intentado
organizar un grupo alejado del independentismo vasco. La primera reunión acabó con la agresión
al organizador del grupo por parte de unos encapuchados. Fin del grupo, pero también fin de la
libertad, los malos vuelven a ganar.
El mensaje es claro, puedes estudiar, puedes pasarlo bien en tu etapa universitaria, pero no trates
de sobrepasar las líneas que te marcan.
Otro de los sufridores por apartarse del relato oficial de la progresía dominante ha sido el
exjugador de fútbol Alfonso Pérez. Alfonso, natural de Getafe, recibió el honor de que el estadio
de fútbol de la localidad fuese nombrado “Alfonso Pérez Coliseum”. En una reciente entrevista,

Alfonso puso en duda de que en el momento actual el fútbol femenino fuese comparable con el
masculino en cuanto a la situación de ingresos y retribuciones económicas. Alfonso, tras ser
calificado como machista por diversos medios de comunicación de la izquierda, quedó perplejo
cuando la alcaldesa socialista de la ciudad dio la orden o recomendación que debería quitarse su
nombre del estadio. Enseguida, la cobarde directiva de dicho club de fútbol se apresuró a realizar
el cambio de forma miserable.
La libertad es algo que se puede perder poco a poco, como la rana que se hierve lentamente en un
cazo de agua al fuego. Sin que te des cuenta, puedes pasar al decir “algo habrán hecho” cuando
vayan a por los otros, a darte cuenta de que vienen a por ti. Quizá nos queden pocos años de
poder decir que el rey está desnudo, disfrutemos de ese tiempo, pero sin dejar de luchar para que
sea eterno.