Publicado en el diario ABC el 10/12/2024
La historia nunca es la que es, siempre la conocemos a través de los cronistas que nos la narran. Se ha hecho viral como el escritor Santiago Posteguillo contaba la sensación de abandono que padecieron las personas que sufrieron la inclemencia de la riada que asoló algunas comarcas de la Comunidad Valenciana. Posteguillo narraba en primera persona como, día tras día, esperaba la llegada del ejército, o como no entendía que en la Valencia del siglo XXI pudiesen imperar los saqueadores una vez llegaba la noche, sin que se pudiese ver a ningún policía por los alrededores. Algún sentimiento de culpa o miedo tendrán los dos ministros responsables de ambos cuerpos, Margarita Robles y Fernando Marlaska, que no aparecieron en la misa realizada en recuerdo de las víctimas de la tragedia. Tampoco lo hizo el presidente Sánchez, imagino que por el temor a volver a tener que huir a uña de caballo como hizo en su visita a Paiporta. Y es que por mucho que se empeñen desde Moncloa en señalar a Mazón como único culpable de la tragedia, la gente no es tonta y los sentimientos de Posteguillo no fueron únicos.
He leído mucho de Posteguillo, pero de su obra me quedo con la trilogía dedicada a un personaje que quizá no ocupaba las páginas en la historia que le correspondían por sus hazañas. Me refiero a Publio Cornelio Escipión, llamado el africano porque fue allí donde derrotó a una de las mayores pesadillas de Roma, el cartaginés Aníbal. Escipión en cierta forma fue el responsable de la reconstrucción de Roma y también, tal como cuenta Posteguillo, de la recuperación y expiación de culpas de las legiones malditas. Estas estaban formadas por los legionarios que padecieron, en las llanuras de Cannas, la más ignominiosa derrota que habían sufrido los romanos hasta la fecha. Fueron desterrados a Sicilia para purgar su deshonra hasta que Escipión decidió utilizarlos para precisamente vengar a Roma.
El gobierno del Partido Popular en la Comunidad Valenciana me recuerda a aquellos legionarios en Sicilia pensando una y otra vez que se hizo mal en Cannas, o intentando convencer a la gente de que no fueron culpables de que el cónsul que dirigía el ejército fuese un imprudente. Por eso quizá necesiten un Escipión o una causa que les saque del bucle en el que parecen encontrarse. La reconstrucción es un objetivo lo suficientemente importante para sacar fuerzas de flaqueza y obviar los intentos de Pedro Sánchez y su cuadrilla en volcar todas las culpas del desastre sobre el gobierno autonómico. De este gobierno han caído dos conselleras y un secretario autonómico, mientras que del gobierno socialista han recibido ascensos los incompetentes.
Pero el ayer es pasado y toca volver al hoy de la gestión política, por eso, aunque el presidente Mazón parece que le haya quitado importancia, creo que se equivoca. El presupuesto que se debería aprobar en las Cortes Valencianas es un instrumento importante para definir dónde, cuándo y cómo se pretende desarrollar esa reconstrucción. Tiene difícil la metódica Consellera de Hacienda, Ruth Merino, cuadrar los números de la propuesta de presupuestos, dada la infrafinanciación endémica que sufre nuestra Comunidad debido al modelo que aprobó el presidente socialista Zapatero y que el vago de Mariano Rajoy no cambió.
Por ello es todavía más importante dejar en evidencia donde se encuentran todos los partidos con representación en la Comunidad Valenciana. Espero que Vox aparque su idea de bloquear los presupuestos de los gobiernos del Partido Popular por el “no sé qué de los menas”. Si tiene escaso sentido en el resto de España, en la Comunidad Valenciana de ahora no tiene ninguno. Además, creo que los valencianos valorarían el compromiso de Vox de aparcar esos principios casi irrenunciables aquí y ahora.
De socialistas y Compromís, hay que perder cualquier esperanza de ayuda. La presidenta de los socialistas valencianos, Diana Morant, podría haberse marcado un tanto si hubiese exigido a su jefe nacional que se volcase en apoyar nuestra Comunidad. Ni lo ha hecho, ni lo hará. Su política actual es la de criticar si en Valencia el árbol de Navidad es muy grande o si se han puesto muchas luces. La izquierda quiere una Comunidad Valenciana estilo la casa de Bernarda Alba, triste y de luto para que penemos por haber cometido el error de no haberles votado a ellos.
Pues yo creo que debemos hacer todo lo contrario, debemos iluminar nuestras ciudades y hoy más que nunca comprar productos valencianos. Las legiones malditas no tuvieron que hacer ningún presupuesto, pero recuperaron la fe en ellos mismos y volvieron victoriosos a la Roma que los desterró. No pedimos al gobierno valenciano que derrote a Aníbal, pero sí que recupera la vitalidad necesaria para superar la catástrofe. Esto es posible, solo hay que tener la fe y constancia para conseguirlo.