«Es momento de recuperar nuestro orgullo de ser valencianos y españoles, y dejar de agachar la cabeza ante la pretendida superioridad moral de la izquierda«
Cuando llegaron los ecos de la derrota del bosque de Teotoburgo al emperador Augusto, no se lo podía creer. Tres legiones habían sido exterminadas en Germania y era posible que las tribus bárbaras se decidieran a cruzar el Rin poniendo en riesgo el imperio romano, una vez se habían dado cuenta de su vulnerabilidad.
Todo desastre tiene un día después, y para mí la noche del domingo fue bastante dura tan pronto se iban conociendo los resultados de las elecciones catalanas. En general todos los escenarios previstos eran malos para las fuerzas constitucionalistas. No podemos olvidar que estas fuerzas son más escasas de lo que algunos indican, ya que tanto el PSC como la marca catalana de Podemos están muy cerca de los postulados de los partidos independentistas.
En Teotoburgo la derrota se debió fundamentalmente a la traición de Arminio, en teoría aliado de los romanos, pero que fue el que preparó la emboscada mortal para las tropas de Publio Quintilio Varo. El papel de Arminio lo ha desarrollado en nuestros tiempos a la perfección el exministro Salvador Illa, que empezó la campaña diciendo que no tenía nada que ver con los independentistas, pero estos han sido a los primeros que ha buscado tras conocerse los resultados. De En Comú Podem no cabe esperar ninguna buena acción, ya que no pierden ninguna ocasión de mostrar su postura alejada de la Constitución.
El resultado está ahí y más allá de esperar que se pongan de acuerdo en algo los futuros rectores del futuro catalán y, contemplados ya los primeros desordenes que se han producido nada más confirmarse la victoria independentista, considero que toca hacer lo que hizo Augusto en los tiempos de Teotoburgo. Augusto protegió las fronteras de su Imperio y fortaleció rápidamente los fuertes y empalizadas que protegían el Rin, distribuyendo refuerzos entre todas las guarniciones.
No me gustaría vivir en unos Països Catalans al estilo de lo que promueven los partidos independentistas catalanes y algunos de los integrantes del pacto del Botànic. Más allá de rasgarse las vestiduras y vestir de luto como hizo Augusto, toca reflexionar cómo es posible que ese tipo de ideologías sectarias y supremacistas se van imponiendo al sentido común. Esto es vital para detener su avance en nuestra Comunidad. Yo no quiero vivir en una comunidad excluyente, que te discrimine por tu origen o por no conocer el catalán, donde la calle es tomada una y otra vez por los violentos, donde los okupas campan a su anchas, donde no puedes elegir la lengua en la que estudien tus hijos o donde el trabajo está en riesgo porque las empresas se marchan al no observar viabilidad. Quiero vivir en una comunidad que quiera innovar y formar parte del futuro, y por supuesto donde se te respete y puedas vivir en libertad. Pero no podemos olvidar que ahora los independentistas están a las puertas, quieren expandirse y tienen aliados dentro. Es momento de recuperar nuestro orgullo de ser valencianos y españoles, y por supuesto dejar de agachar la cabeza ante la superioridad moral de la izquierda y de algunos de los dogmas que repiten una y otra vez para tratar de hacerlos verdad.
Los romanos superaron su derrota, y no solo consiguieron detener a los germanos en la frontera, sino que poco tiempo después, con la lección bien aprendida y liderados por Germánico, derrotaron a los bárbaros en Idistaviso. Aquel día, el orgulloso Arminio tuvo que huir a uña de caballo. Pero hoy estamos tras Teotoburgo, y para llegar a Idistaviso toca aprender de los errores cometidos, trabajar duro y tener líderes como Germánico. Ya no hay tiempo para lamerse las heridas.