(Publicado en el Diario Información el 20 de Agosto de 2013)
Hace poco más de 200 años antes de Cristo, Roma tenía una situación complicada aunque parecía que no iba a afectar a su supervivencia. Poco antes, en el 216 a.C. los ejércitos romanos habían sido totalmente aniquilados en Cannas en su enfrentamiento con el general cartaginés Aníbal. Éste, a pesar de su gran victoria no se atrevió o al menos no considero oportuno tomar la ciudad de Roma. Con el paso de los meses la situación más o menos se estabilizó y a pesar de que los cartagineses campaban a sus anchas por lo que es hoy Italia, los romanos se acostumbraron a ello. Se impusieron tácticas de contemporización, prácticamente de esperar que pasara algo, ya que todos los intentos de entablar batalla campal frente a Aníbal habían acabado en desastre. Así fueron pasando los años hasta que un prometedor general romano propuso un plan novedoso que no era más que en vez de continuar luchando contra los cartagineses en Roma llevar la guerra a la propia Cartago y entablar combate allí.
El plan fue considerado por muchos como descabellado y mas que arriesgado, o quizás nadie había pensado en esa posibilidad y les preocupaba que allí estuviera y nadie se hubiese dado cuenta.
Me vienen estas historias tras conocer el dramático informe de la Caixa que refleja la gran cantidad de comercios y bares que han cerrado en Alicante en los últimos años. Los datos del turismo de este año parece que no son malos pero es posible que pudieran ser mucho mejores. Y digo esto porque parece que nos hemos conformado como los romanos en tiempos de Aníbal a que esto tiene que ser así, y que si hay crisis cierran comercios y empeora el turismo. También asumimos que si hay países que salen de la crisis o si hay focos de conflicto en países competencia nuestra mejoran los resultados turísticos. Da la sensación que seguimos a verlas venir, con alegría si los resultados son buenos o con resignación si no lo son tanto.
No obstante, ahí están los millones de pasajeros que se acercan a la provincia a través de nuestro aeropuerto. Algunos vienen a Alicante, otros a la Vega Baja y otros hacia el norte de la provincia, pero todos y cada uno de ellos deberán ser considerados potenciales visitantes de la capital de la provincia, aunque fuera sólo por un día. Es necesario potenciar la oferta turística de Alicante desde el momento que ponen un pie en nuestra provincia, y también en las ciudades en las que pasan sus vacaciones. Es una promoción más económica y con más posibilidades de éxito, pero para conseguir ese éxito es imprescindible un buen producto. Alicante es una ciudad con indudables atractivos históricos, culturales, gastronómicos y comerciales, es posible que nos falte ese elemento estelar de atracción pero en cualquier caso la oferta que tiene la ciudad de Alicante es sobresaliente.
Pero no existe una estructuración de esa oferta, no existe la idea de utilizar todo lo de interés que pasa o que tiene la ciudad de Alicante para mejorar la experiencia del que nos visita. Por ejemplo, esta semana pasada se celebraron en Alicante las fiestas de moros y cristianos de Altozano y las del barrio de San Roque. Nada de ellas se sabían en cualquier oficina de turismo de la ciudad y era difícil obtener información de las mismas en la web del patronato de turismo. Es probable, aunque no imposible, que nadie venga de Vladivostok a Alicante a ver las fiestas de Altozano, pero estoy seguro de que es una visita obligada de cualquier persona que pasara estos días por Alicante y seguro que muchos alucinarían al ver los trajes y escuchar la fantástica música. Esto es porque el PP siempre ha visto las fiestas como un acto interno. No es así es un elemento de indudable valor turístico dado el entusiasmo que ponemos los alicantinos en nuestra fiestas.
Ahí están el ejemplo de nuestras Hogueras, las más conocidas internacionalmente, que al celebrarse este año en fin de semana ha supuesto una revitalización notable de comercios y hostelería esos días.
Me quedo con unas palabras que me dijo el dueño de una cafetería cuando lo pregunté que tal había ido la temporada de Hogueras, me contestó “ Ha venido mucha más gente a Alicante, eso implica que ha venido mucha más gente a comer o a tomarse algo”.
Mientras muchos se lamentaban, Escipión propuso una alternativa que sus contemporáneos no vieron, y consiguió la victoria. Considero que nosotros debemos hacer lo mismo, que ya está bien de esperar a que pasen los días y que hay que innovar para forjar nuestro destino y no esperar que sean los vientos quienes lo decidan.