La armadura no te da las habilidades que tiene su dueño. Quizá eso debería haber pensado Patroclo, el amigo de Aquiles, cuando se puso la armadura de este para liderar una carga contra los soldados de Troya. Homero narró la guerra de Troya en su famosa “La Ilíada”, con las aventuras de los héroes contrapuestos, Aquiles por los griegos y Héctor por los troyanos. En uno de los momentos, con Aquiles enfadado con el jefe de la expedición, el rey Agamenón, abandona el combate y es su amigo Patroclo, el que llevando su armadura trata de animar a los alicaídos griegos. Para su desgracia, la armadura de Aquiles no impidió que encontrara la muerte en su combate con Héctor.

Al igual que Patroclo posiblemente se sintió invencible el día de su derrota, hay personas que se creen que están capacitados para gestionar una Conselleria simplemente por haber sido nombrados Consellers. Desafortunadamente para los valencianos no es así. Probablemente el equipo de gobierno del Consell es el menos preparado desde los tiempos de Jaume I el Conqueridor.

Un equipo flojo te impide progresar o emprender acciones de espectacular mejora que serían deseables. Pero en condiciones normales, unos equipos de gobierno mediocres te permiten pasar el día a día sin un exceso de sobresaltos y tan solo con una caída ligera de la competitividad. Son los funcionarios y equipo técnico los que llevan el día a día y nadie espera nada del equipo político. Pero al llegar una crisis es cuando se notan todas las costuras del vestido que confeccionó el president Ximo Puig.

Parecía que la llegada de una posible recesión económica era lo que podía poner en riesgo la gestión del gobierno Puig, pero ha sido algo más diminuto y posiblemente más peligroso, como es el Coronavirus, el que lo ha hecho. Las dudas y falta de seguridad en los primeros momentos por los responsables de Sanidad del Consell no animan demasiado al optimismo.

Es cierto que la amenaza es importante y de difícil gestión, pero algunas actuaciones como la de  Hermelinda Vanaclocha, subdirectora general de Epidemiología, generan mucho miedo. La señora Vanaclocha se excusaba diciendo que a ella no le gustaba el Futbol cuando le preguntaban si estaba enterada del viaje de una enorme cantidad de seguidores del Valencia a Milán, uno de los focos de la enfermedad. Ya es grave que los responsables desconozcan unos viajes públicos y tan masivos a lugares con cierto riesgo, pero que además traten de justificar su incompetencia, es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Pero lo que es más serio, pone en duda la capacidad de estos responsables para hacer frente a una amenaza tan grave. La Consellera Barceló parece desbordada y parece que mira al cielo esperando una ayuda Divina más que planificar las acciones adecuadas de control de crisis que ha supuesto la aparición de los primeros casos de la enfermedad. Me recuerda el chiste de Eugenio sobre aquel hombre que cae por un precipicio y sujeto a una rama, pide ayuda a la que solo le responde Dios diciéndole que le enviará unos ángeles celestiales a recogerle y el hombre contesta “Si muy bien, ¿Pero hay alguien más?”  Cuando en nuestra Comunidad aparecen los responsables de sanidad tratando de mantener la calma y mirando al cielo, uno piensa lo mismo que el hombre agarrado a la rama. Y es que ni las armaduras te hacen mejor guerrero, ni los nombramientos mejores gestores.

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