(Publicado en Alicante24horas el 25/11/2011)
Quizá uno de los momentos cumbre del cine para representar el fracaso y el castigo al mismo tiempo se muestra con toda nitidez en la películaStalingrado. Aunque no es la parte central de la película, en uno de los momentos se narra la debacle del ejército soviético frente a los alemanes y la posterior llegada de un nuevo general. Este, tras transmitir las primeras ordenes se dirige a su predecesor y le da una pistola y le muestra el camino con una mirada al suicidio. Fracaso, culpable y nuevo dirigente al frente de unas tropas para cambiar el destino.
Obviamente la derrota en las elecciones nunca debería conducir al suicidio ni mucho menos, pero si que considero que en ocasiones hay que determinar de forma bastante seria los responsables en el caso de que los haya y las decisiones tras la derrota que pueden cambiar en la próxima oportunidad de la derrota a la victoria.
En España parece que el asumir responsabilidades no está en el manual del político profesional. En este manual aparecen conceptos como los de siempre, negar la derrota y por supuesto en el caso de que sea muy evidente, intentar echar las culpas a otro elemento cercano o lejano. Lo importante es trasladar las culpas a otro.
Muchas veces no está claro si un resultado es derrota o no lo es, ya que la línea que separa el resultado bueno, aceptable o malo es muy subjetiva. Hay entrenadores de fútbol que justifican una derrota de cinco goles con una jugada en el primer minuto que según ellos cambió el partido.
Leo con sorpresa los primeros análisis de los dirigentes del PSOE, partido que tras ocho años de gobierno ha roto todos sus suelos posibles habidos y por haber. Lo ha roto tras enfrentarse a uno de los candidatos más flojos de la derecha española o que al menos no desataba excesivas pasiones. Hace seis meses el PSPV ( o sea el PSOE de esta Comunidad), había sufrido otra debacle contra un candidato del PP en horas bajas (y por cierto con unos carteles de campaña espantosos). En Alicante el PSPV también había recibido otro varapalo que le había bajado casi en la mitad el número de concejales.
Pero no pasa nada, varios barones han apuntado a que el señor Rubalcaba debe seguir, que total, 110 diputados están bien. Jorge Alarte que había prometido con su dimisión si empeoraba resultados tampoco parece muy dispuesto a irse. Y así hasta llegar hasta el último lugar.
Claro al final observas que determinada casta instaurada en el poder no quiere ningún cambio que pueda suponer que ponga en peligro ese poder. Al final da igual mantener al general que te ha llevado al desastre mientras seas tu el comandante o el capitán. Incluso algún que otro director de campaña con pobres resultados ha venido con discursos del tipo “Es que no se puede hacer más”, a lo mejor deberían plantearse que uno no pueda conseguir más no quiere decir necesariamente que no se hubiese podido conseguir. En fin, en esto de las elecciones yo pensaba que lo importante era conseguir buenos resultados, pero para algún dirigente o jefe de campaña lo importante es seguir siéndolo.