(Publicado en Alicante 24 horas el 19/02/2012)

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La vida de los otros es una película que me impresionó muchísimo. Con escenas en apariencia simple y sin ser escabrosas detallan la brutalidad del régimen de terror que llevaba a cabo la policía de la República Democrática Alemana en los tiempos donde el muro de Berlín no era un recuerdo sino una triste realidad para millones de personas. En una de las primeras escenas de la película, cuando un detenido defiende su inocencia, el policía de la Stassi le indicaba que como podía pensar alguien que la policía detenía sin pruebas. Un concepto al que a veces no damos demasiado importancia es el de la presunción de inocencia, es el concepto de que se debe demostrar la culpabilidad de una persona antes de condenarla y no que dicha persona deba ser la que demuestre su inocencia.
Hace poco celebramos una reunión de la comisión de calles en las que se debatían el cambio de nombres de algunas calles pretendidamente franquistas. Eran cerca de un centenar de nombres los que llenaban la lista de trabajo, junto a la mayoría de ellos había unas pocas palabras ( a veces solo dos, derechista fusilado o sacerdote asesinado), incluso en algún caso había nombres sin nada a su lado. También habían nombres cuyas dos palabras ocultaban un sinfín de atrocidades y que a pesar de ello, dan el nombre a calles de Alicante.

Lo primero que dije al presidente de la comisión era que para poder juzgar si se debía retirar el nombre de una calle yo consideraba necesario disponer de una pequeña biografía aunque fuera de tres líneas que indicara los motivos por los que se debe a proceder cambiar el nombre de una calle o plaza.

Entiendo que un cambio no es una acción frívola, hay que tener en cuenta el coste económico y los diversos problemas que suponen para vecinos y comerciantes. Es muy posible que el momento económico de la ciudad no invita a gastar dinero en cosas que para muchos parecen accesorias, aunque también entiendo que hay que hacer un esfuerzo, aunque sea poco a poco, de quitar de nuestro callejero aquellas personas que son indignas para dar un nombre a una calle de Alicante.

Así, entiendo que estas tareas tan sensibles hay que afrontarlas desde el conocimiento. Yo había tenido una reunión previa con Alfredo Campello, presidente de Alicante Vivo. Alfredo había elaborado un trabajo muy serio de algunas de las personas que formaba parte de esa lista. No compartíamos la misma opinión sobre alguna que otra calle, pero en general si de la mayoría. En cualquier caso es un placer hablar con él, desde el respeto de las opiniones y lo que es importante desde la justificación, compartida o no, de las opiniones que cada uno tiene. Me llamó la atención su relato sobre Cesar Elguezabal en un sentido o por ejemplo el del Padre Recaredo de los Ríos, un salesiano asesinado, en el otro.

Así, desgraciadamente hay muchos nombres que están en una lista de posibles calles a eliminar y nadie sabe por qué. Por otro lado, que el PSOE, que gobernó Alicante muchos años y permitiera que siguieran algunos nombres de calles, ahora se rasgue las vestiduras me parece poco serio.

Por otro lado oír la frase “algo habrán hecho para estar ahí”, me recupero automáticamente la imagen del frio policía de la Stassi de la vida de los otros. Algún comentario adicional nos pareció retornar al 36. Da la sensación que jamás acabaremos de pasar página, que siempre habrá quien querrá utilizar el 36 como arma arrojadiza en el presente. Confío en que algún día podamos celebrar todos junto un recuerdo como el que se realiza a los mártires de la libertad en Alicante

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